BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g89 22/9 págs. 22-24
  • Control de natalidad. Quién debe decidir, ¿usted o la Iglesia?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Control de natalidad. Quién debe decidir, ¿usted o la Iglesia?
  • ¡Despertad! 1989
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • No es tan solo una cuestión del siglo XX
  • Un dilema para los católicos sinceros
  • ¿Cuál es el punto de vista bíblico?
  • El control de la natalidad divide a la Iglesia
    ¡Despertad! 1970
  • Juan Pablo II en marcha... ¿puede él unificar su iglesia dividida?
    ¡Despertad! 1980
  • Los viajes del papa... ¿qué los hace necesarios?
    ¡Despertad! 1984
  • ¿Practicará la Iglesia lo que el papa predicó?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
Ver más
¡Despertad! 1989
g89 22/9 págs. 22-24

Control de natalidad. Quién debe decidir, ¿usted o la Iglesia?

Por el corresponsal de ¡Despertad! en España

“UN HIJO es un ángel de Dios. Cuantos más hijos tengan, mayor será la prueba de que Dios los está bendiciendo y utilizando para Su gloria.”

Estas palabras del párroco abrumaron a Joaquim. Estaba sin trabajo y ya era padre de seis hijos, fruto de su matrimonio con Lourdes. ¿Cómo podían atender a más? Las objeciones que presentó fueron silenciadas con la advertencia: “Evitar la concepción es un pecado. ¡Serán excomulgados si lo hacen!”. Obedientemente, Lourdes dio a luz diez hijos más, a pesar de las dificultades económicas que esta empobrecida familia portuguesa tuvo que aguantar.

El sacerdote tan solo reiteraba una enseñanza católica fundamental: el matrimonio debe ser fecundo y los esposos han de estar “magnánimamente dispuestos a recibir a los hijos” que vengan. Sin embargo, en años recientes muchos católicos han manifestado sus dudas sobre la doctrina oficial de la Iglesia con respecto a este tema.

Una católica francesa, madre de diez hijos, declaró: “Creo que hoy día la enseñanza católica romana es impracticable para las parejas jóvenes normales que quieren vivir su vida de matrimonio en armonía con la voluntad de Dios”. Kitty Parker, de California (E.U.A.), expresó sentimientos similares: “Después de mucho hablar, leer y orar, mi marido y yo decidimos optar por el control de la natalidad. Fue nuestra primera ruptura importante con la Iglesia”. Judy Ford, de Paignton (Inglaterra), cree que “la decisión debería tomarla la familia implicada, sin temor a que la Iglesia los reprenda”.

Muchos católicos sinceros se preguntan: “En esta época de superpoblación, pobreza tan extendida y rápida propagación de barrios míseros, ¿debería decidir la Iglesia los métodos específicos de control de natalidad que son correctos y los que no lo son?”. ¿A quién debería escuchar un católico? ¿Al Papa, al párroco o a su conciencia?

No es tan solo una cuestión del siglo XX

Los padres han buscado maneras prácticas de limitar la cantidad de hijos desde hace mucho tiempo. Hace más de dos mil años, Aristóteles habló del valor de controlar el aumento de población para moderar la propagación de la pobreza. Hizo referencia a algunos métodos de control de natalidad populares en su día. En muchos países, la práctica de amamantar a los hijos durante varios años también contribuía a disminuir la tasa de natalidad. No obstante, una de las formas más comunes de controlar la población era el infanticidio, todavía practicado en algunos países. Al hijo no deseado —por lo general una niña— se le daba muerte sin misericordia.

En años recientes, gracias a la mejora en los cuidados sanitarios, en algunos países de África la madre de término medio tiene ocho hijos. Si la tasa de reproducción de la India (casi cinco hijos por madre) continúa como ahora, al final del siglo este país tendrá una población de casi mil millones de personas.

Muchas de estas familias, cada vez más numerosas, se trasladan a las megaciudades superpobladas del Tercer Mundo, como Calcuta y Ciudad de México. Se calcula que para el año 2000 esta última podría llegar a tener entre 26 millones y 36 millones de habitantes. Por eso la mayoría de las naciones más pobres practican alguna forma de planificación familiar.

Mientras tanto, en muchos países occidentales, donde hay gran cantidad de centros de planificación familiar, el descenso de la natalidad ha sido considerable. La mayoría de las parejas, prescindiendo de su religión, utilizan métodos anticonceptivos. Las Iglesias protestantes suelen dejar la cuestión de los anticonceptivos a la conciencia de la pareja implicada. No obstante, en 1930 el papa Pío XI formalizó la actual postura oficial de la Iglesia católica, reafirmada por Pablo VI y recalcada por el papa actual, Juan Pablo II.

Un dilema para los católicos sinceros

¿Cómo se define la doctrina católica oficial sobre el control de la natalidad? Expresado de manera sencilla, declara que solo son aceptables moralmente los métodos de control de natalidad “naturales”. Según el papa Juan Pablo II, dichos métodos “naturales” consisten en “discernir los ritmos de la fecundidad humana y guiar [...] [la] paternidad según estos ritmos”. Otros métodos anticonceptivos quedan prohibidos.

Es obvio que muchos católicos no consideran prácticos los métodos basados en los ritmos biológicos de la fecundidad. Por eso se ven obligados a decidir entre seguir los dictados de su conciencia o la doctrina de su Iglesia. En la mayoría de los países occidentales, los católicos pragmáticos tienden a pasar por alto las declaraciones del Papa, aunque no sin haber reflexionado sobre el tema. Eso es así hasta en países mayoritariamente católicos.

Un sacerdote francés explica: “Establecer normas muy elevadas, no como directrices, sino en un sentido absoluto, conduce a la existencia de Iglesias paralelas: por un lado están los que promulgan la ley y una minoría que obedece; por otro están una mayoría que hace lo que puede o que hasta decide no hacer caso de estos principios tan complicados”. Más del sesenta por ciento de los españoles encuestados pasan por alto las enseñanzas de la Iglesia respecto al control de la natalidad, aunque bastante más de la mitad de ellos se consideran católicos practicantes. En Italia, una encuesta reciente indicaba que menos del dos por ciento de los entrevistados respaldaba totalmente la posición oficial de la Iglesia.

En vista de las opiniones contrarias que obispos, sacerdotes y teólogos han expresado al respecto, no debe extrañar que exista esta enorme discrepancia entre lo que la Iglesia enseña y lo que los católicos por lo general practican. Aunque las declaraciones del Papa han sido muy claras, muchos clérigos de alto rango no ven el asunto tan bien definido y algunos hasta se expresan sin reservas en contra del dogma oficial. Entretanto, los sacerdotes locales, que son quienes tienen que aconsejar a los matrimonios, no suelen estar dispuestos a emitir juicios morales sobre esta cuestión. De modo que la pregunta fundamental es: ¿existen instrucciones divinas precisas tocante al control de la natalidad?

¿Cuál es el punto de vista bíblico?

Los que arguyen en contra de la anticoncepción suelen citar el mandato bíblico dado a Adán y Eva: “Creced, y multiplicaos, y henchid la tierra”. (Génesis 1:28, Torres Amat.) No obstante, el escritor español Ricardo Lezcano comentó con acierto que “resulta bastante obtuso querer aplicar a 4.000 millones de seres la misma fórmula aplicada a los dos únicos habitantes del planeta”. Este mandato guardaba una clara relación con las circunstancias especiales de aquel tiempo.

En ninguna parte de la Biblia se trata el tema del control de la natalidad, o planificación familiar. Aunque la Biblia condena la inmoralidad sexual, no enseña que las relaciones sexuales entre marido y mujer solo sean legítimas cuando vayan destinadas a la procreación. (Compárese con Proverbios 5:15-20; 1 Corintios 7:2, 3.) Por consiguiente, en este asunto, al igual que en otros en los que la Biblia no ofrece un consejo directo, cada pareja tiene que decidir según los dictados de su conciencia. El establecer normas arbitrarias sobre lo correcto y lo incorrecto sería ir “más allá de lo que está escrito”. (1 Corintios 4:6, Nácar-Colunga.)

Esto no significa que toda forma de control de natalidad sea aceptable a la vista de Dios. La Biblia deja claro que Dios estima la vida de la criatura aún antes de que esta nazca, e incluso observa el desarrollo del embrión. (Salmo 139:13-16; Jeremías 1:5.) Bajo la ley mosaica, se debía aplicar un severo castigo a la persona que provocaba la muerte de una criatura antes de su nacimiento, aunque fuese por accidente. (Éxodo 21:22, 23.) Por consiguiente, desde el punto de vista de Dios, el aborto es censurable, y lo mismo sucede con cualquier otro dispositivo o preparado que ponga fin a la vida después de la concepción.a

De modo que lo que muchos católicos sinceros creen por intuición —que la planificación familiar debería dejarse a la elección de cada matrimonio— es precisamente lo que la Biblia enseña.

Después de experimentar personalmente las dificultades y angustias de adherirse a la doctrina católica sobre el control de la natalidad, Joaquim, el padre portugués mencionado antes, llegó a esa misma conclusión. Empezó a investigar la Biblia para determinar si pudiera darse el caso de que otros dogmas de la Iglesia también fuesen “mandamientos de hombres” en lugar del “mandamiento de Dios”. (Mateo 15:3, 9, Torres-Amat.)

Ahora, como testigo de Jehová, se esfuerza por seguir, no los dictados de los hombres, sino, más bien, los de Jesucristo. (1 Corintios 2:16.) ¿Por qué no investiga usted también? Los testigos de Jehová de su vecindad le ayudarán con mucho gusto.

[Nota a pie de página]

a Solo en raras ocasiones podría estar indicado un procedimiento médico drástico a fin de salvar la vida de la madre. (Véase La Atalaya del 15 de agosto de 1975, páginas 511, 512.)

[Recuadro en la página 24]

Declaraciones contrarias

◼ Humanae Vitae (Encíclica del papa Pablo VI, 1968). El acto conyugal deber ser “plenamente humano, total, exclusivo y abierto a la nueva vida”.

◼ Papa Juan Pablo II. “La anticoncepción, juzgada con objetividad, es tan profundamente ilícita que jamás puede, por ninguna razón, justificarse. Pensar o pronunciarse en otros términos equivaldría a decir que puede haber situaciones en las que resulte lícito no reconocer a Dios como Dios.”

◼ Narcisso Jubany Arnau, cardenal español. El “amor voluntariamente infecundo [es] un pecado grave”.

◼ Obispos católicos franceses en una carta pastoral (1968). “La sabiduría tradicional dicta que en este caso particular se determine cuál es el deber más importante ante Dios. La pareja debe tomar su decisión después de un largo período de reflexión.”

◼ Charles Curran, teólogo católico. Después de la encíclica papal de 1968 sobre el control de la natalidad, Curran y unos seiscientos católicos más —académicos y profesionales de la Iglesia— hicieron una declaración que decía que las parejas ‘estaban justificadas para seguir su conciencia’.

◼ Un sacerdote francés de edad avanzada. “La Iglesia insiste en hablar en términos que le hacen perder toda su credibilidad. [...] Continúa legislando inútilmente.”

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir