Experimentación animal. Punto de vista equilibrado
A PESAR de lo polémico que puede resultar el precio pagado, la mayoría de la gente cree que la investigación animal ha producido un gran bien a la humanidad. Incluso los que defienden los métodos violentos que se utilizan contra la experimentación animal han sido beneficiarios de los nuevos conocimientos médicos, procedimientos quirúrgicos y fármacos para combatir la enfermedad.
Martin Stephens, de la Humane Society, de Estados Unidos, dijo: “Tenemos que ser honrados y reconocer que se han conseguido algunos beneficios con la investigación animal, pero nuestro objetivo final es prescindir por completo de los animales”. (Parade Magazine, 9 de octubre de 1988.) “Admito —dijo Vicki Miller, presidenta de la Humane Society, de Toronto— que a finales del siglo pasado se les dio un uso bastante bueno a los animales. No se puede negar que el control de la diabetes provino de la investigación animal, pero ahora que disponemos de todo tipo de tecnologías alternativas, ya no se necesita.” (The Sunday Star, Toronto [Canadá].)
A esta misma crítica se le preguntó cómo respondería a los que plantean el siguiente argumento: “Si por salvar la vida de un bebé ha de morir una rata, merece la pena. Si no se investiga con animales, mueren bebés para salvar ratas”. La respuesta que ella dio al periódico Globe and Mail, de Toronto, fue: “Es una cuestión muy emotiva, por lo que ha sido casi imposible ganar. [...] Existe la cuestión de la rata o el bebé, y siempre se pierde”.
En el artículo anterior se planteó la pregunta: “Si la investigación con un animal pudiera salvarle a usted o a un ser querido de una enfermedad atroz o de la muerte, ¿la rechazaría usted?”. John Kaplan, profesor de Derecho de la universidad Stanford, de California, respondió lo siguiente en la revista Science de noviembre de 1988: “Los que se oponen a la investigación con animales raras veces insisten en sus principios y comunican a sus médicos que no utilicen los resultados de la investigación biomédica con animales cuando existe la posibilidad de que hacerlo beneficie a sus seres queridos o a ellos mismos, así como tampoco han estado dispuestos a renunciar a las ventajas de cualesquier avances futuros procedentes de la investigación animal. Podemos admirar los principios que impelen a los testigos de Jehová a rechazar transfusiones de sangre [...] y los que impelen a aquellos que se oponen a la caza de animales de piel fina a no llevar pieles, pero debemos combatir enérgicamente la ideología que motiva a los que se oponen a la investigación animal a no defender su causa mediante el ejemplo, sino a presentar argumentos poco honrados con el fin de deponer cada uno de los beneficios”.
“Al público se le debería informar —escribió el director de la revista Science en el número del 10 de marzo de 1989— que la investigación con animales también beneficia a otros animales. De hecho, una vacuna contra la peste bovina, virus que mata con lentitud y dolor a millones de cabezas de ganado, se perfeccionó mediante experimentos con animales; hoy día la Organización Mundial de la Salud utiliza esa vacuna para millones de cabezas de ganado en África.”
El punto de vista bíblico
Después del diluvio global de los días de Noé, Jehová Dios promulgó el siguiente decreto para Noé y su descendencia, de la que nuestra generación forma parte: “Todo animal moviente que está vivo puede servirles de alimento. Como en el caso de la vegetación verde, de veras lo doy todo a ustedes. Solo carne con su alma —su sangre— no deben comer”. (Génesis 9:1, 3, 4.) Las pieles de animales también podían utilizarse para confeccionar prendas de vestir, lo cual no sería una violación del dominio que Dios había concedido al hombre sobre el reino animal. (Génesis 3:21.)
“Si a los animales se les puede usar como alimento para sostener la vida de la gente —comentó la revista ¡Despertad! del 8 de noviembre de 1980—, parece razonable el que se les use en experimentos médicos para salvar vidas. No obstante, esto no da licencia para llevar a cabo experimentos inútiles que se efectúen repetidas veces sin ninguna restricción y que sometan a los animales a sufrimiento intenso.” Ciertamente, la crueldad despiadada hacia los animales es injustificable desde el punto de vista bíblico. (Éxodo 23:4, 5, 12; Deuteronomio 25:4; Proverbios 12:10.)
Muchos médicos y científicos admiten que el movimiento radical de los que se oponen a la investigación animal ha tenido algún resultado positivo. “Muchísimos puntos en los que insiste el movimiento que lucha por el bienestar de los animales son extremados pero justos”, admitió un científico. “Seguro que las vidas y los sufrimientos de los animales tienen que valer para algo”, declaró el científico americano Jeremy J. Stone. “Hay conocimiento que quizás se obtiene a un precio demasiado elevado”, aceptó el fisiólogo británico doctor D. H. Smith. “Concordamos con el deseo de hacer que la investigación sea menos dolorosa, de cuidar bien a los animales con los que experimentamos y de reducir el número de ellos”, dijo el doctor J. B. Wyngaarden, del Instituto Nacional de la Salud, de Estados Unidos. Y un activista en pro de la defensa de los animales admitió: “Utilizar animales sin ningún tipo de consideraciones solía ser casi una muestra de hombría. Hoy día se cree que hay que buscar otras alternativas”.
“Alternativas” es la palabra clave. Los científicos admiten que quizás nunca lleguen al punto de prescindir por completo de los animales en el campo de la investigación, pero no cesan de buscar alternativas dondequiera que sea posible. Por ejemplo, como ahora se dispone de un procedimiento químico, ya no se utilizan conejos para la prueba del embarazo humano ni cobayas para aislar el bacilo de la tuberculosis. Hay métodos de cultivo que en la actualidad salvan la vida de estos animales que de otra forma morirían. Otros procedimientos de cultivo de tejidos han reemplazado la experimentación llevada a cabo con algunos ratones, y muchos conejos destinados a la dolorosa prueba de Draize pueden librarse gracias a la alternativa de utilizar membrana de huevo de gallina para hacer la prueba. Lo cierto es que los que lamentan el sufrimiento de los animales esperan que se descubran muchas más alternativas, y pronto.
No obstante, la mayor alternativa a la experimentación animal será el tan esperado paraíso terrestre por el que los cristianos verdaderos han orado. Jehová Dios, el Creador amoroso, ha prometido que todas las enfermedades, y la propia muerte, serán erradicadas para siempre. En el nuevo mundo que Dios ha prometido, entre el hombre y los animales reinará siempre la paz, y no habrá nada que les haga sentir miedo. Tampoco habrá más enfermedades ni, por lo tanto, más necesidad de recurrir a la experimentación animal. La crueldad será cosa del pasado. (Isaías 25:8; 33:24; 65:25; Mateo 6:9, 10.)