Los jóvenes preguntan...
¿Seré una persona normal si falta uno de mis padres?
ANTES de cumplir los dieciocho años, más de la mitad de todos los jóvenes de Estados Unidos habrán vivido algunos años en un hogar monoparental.a En la actualidad ya hay doce millones de jóvenes —uno de cada cinco en Estados Unidos— que se encuentran en esa situación. Por eso en Estados Unidos a la familia monoparental se la ha denominado “el tipo de familia que aumenta más deprisa”. Los datos procedentes de otras naciones no se quedan muy atrás, por lo que es posible que esta definición sea acertada también a nivel mundial.
El predominio de las familias monoparentales ha contribuido mucho a reducir el estigma que recaía sobre ellas en el pasado. No obstante, según cierto joven, hoy día hay todavía muchos jóvenes que tienen que “superar una gran cantidad de sentimientos” a fin de enfrentarse a la vida en un hogar monoparental. Algunos hasta temen que al solo contar en casa con la presencia de uno de los padres, estarán de alguna manera en desventaja o no serán normales. ¿Están justificados estos temores?
Cuál es la causa de que existan familias monoparentales
Pocas personas negarían que la situación ideal para el hogar es que la familia cuente con un padre y una madre amorosos. Eso fue lo que nuestro Creador se propuso. (Génesis 1:27, 28.) En Efesios 6:1 se ve aún más claro, pues dice: “Hijos, sean obedientes a sus padres en unión con el Señor, porque esto es justo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’”.
Sin embargo, por una u otra razón quizás no se dé esta situación ideal en tu vida. Es posible que, por causa de un suceso imprevisto, uno de tus padres haya muerto. (Eclesiastés 9:11.) Estas tragedias sucedían también en tiempos bíblicos, y la expresión “huérfano de padre” aparece cuarenta veces en las Escrituras. (Compárese con Deuteronomio 24:19-21.) También puede darse el caso de que uno de tus padres esté temporalmente ausente por trabajar en el extranjero. Pero hay otras situaciones, como la infidelidad a los votos matrimoniales, que quizás hayan hecho que tus padres se separen o divorcien. (Mateo 19:3-6, 9.) También pudiera ser que tu madre, antes de ser testigo de Jehová, te hubiese concebido sin estar casada y hubiese decidido criarte sola.
En cualquier caso, la condición marital de tus padres no está bajo tu control, y no hay razón para que tengas sentimientos de culpabilidad como si lo sucedido fuese responsabilidad tuya; tampoco debes sentirte avergonzado si fuiste concebido fuera del vínculo matrimonial. Si tu madre es una sierva dedicada de Jehová Dios, sus errores del pasado le han sido perdonados hace ya mucho tiempo. (Compárese con Efesios 2:2, 4.) Y el que ella no hubiese pedido el perdón de Dios no impide que tú estés limpio a la vista de Él. (1 Corintios 8:3.)
Es cierto que tal vez el hecho de criarte en un hogar monoparental haga que te encares a problemas y desafíos singulares, pero como explica el libro How to Live With a Single Parent (Cómo vivir en una familia monoparental): “Muchas de las dificultades de los chicos [que solo tienen a uno de sus padres] [...] pueden derivarse de la imagen negativa y autodestructiva que tienen de sí mismos”. ¿De dónde viene ese pensar negativo? Y, ¿cómo puedes eliminarlo?
¿Son las vidas rotas producto de hogares rotos?
“Producto de un hogar roto”, “familia dividida”, “familia partida por la mitad”, “familia hecha pedazos”, puede que hayas oído estos calificativos negativos aplicados a tu familia. Y aunque de oírlos tanto parezca que ya no te causan dolor, tales comentarios todavía pueden llegar a herirte en lo más hondo.
La forma en que te tratan otras personas también puede despertar sentimientos negativos respecto a tu familia. Por ejemplo, algunos maestros han demostrado una manifiesta insensibilidad hacia los alumnos que solo viven con uno de sus padres. Hasta se ha sabido de algunos que suponen que tales jóvenes tienen automáticamente una vida de familia anormal y en seguida echan la culpa al ambiente de su hogar por cualquier problema de conducta. Es comprensible que si te insinúan sin cesar que tu familia no es normal llegues a sentir una seria preocupación por tu propio bienestar emocional.
Sin embargo, ¿indica el simple hecho de vivir con uno solo de tus padres que automáticamente corres el peligro de ser inferior a otros en sentido mental o emocional? En absoluto. La publicación Journal of Marriage and the Family (Revista del matrimonio y la familia) reconoció que, al principio, la “pérdida de uno de los padres puede dar origen a un período de desarrollo más lento”. No obstante, a este período con frecuencia le “sigue un tiempo durante el que el niño se pone a la par con sus compañeros, o hasta los supera”. (Las cursivas son nuestras.) El artículo terminaba diciendo: “La suposición general de que una familia monoparental acostumbra a producir efectos malos y duraderos en todos los niños no está justificada”. Otro artículo publicado en la misma revista comentó algo parecido al decir que la investigación que se ha hecho “no encuentra ningún fundamento para el tópico de que ‘hogares rotos producen vidas jóvenes rotas’”.
Aunque esta información quizás te anime un poco, es posible que de vez en cuando todavía te asalten sentimientos negativos. ¿Cómo puedes luchar contra ellos y vencerlos?
Cómo vencer los sentimientos negativos
Un paso inicial sería aprender a aceptar tu situación. Claro, si tus padres se han divorciado o si uno de ellos, muy querido por ti, ha muerto, es natural que estés triste y que experimentes un sentimiento de pérdida. Sara, que ahora tiene trece años y cuando sus padres se divorciaron tenía diez, recomienda: “No le des vueltas a tu situación, pensando con melancolía ‘y si...’, ni creas que tus problemas se deben a que solo tienes a uno de tus padres o que los que tienen a su padre y a su madre en casa llevan una vida cómoda”.
Por un lado, es difícil incluso para la familia “ideal” estar libre de problemas. Y en lugar de ver a tu familia como anormal, sencillamente puedes verla como diferente, lo que no es necesariamente malo. También es muy importante no permitir que los comentarios —o la falta de comentarios— que te hagan personas bienintencionadas te hagan sentir mal. Por ejemplo, hay quienes quizás vacilen en utilizar en tu presencia palabras como “padre”, “matrimonio”, “divorcio” o quizás “muerte”, por temor a ofenderte o abochornarte. No des pie a que ocurra. Tony tiene catorce años y nunca conoció a su verdadero padre. Él dice: “Cuando estoy con otros que parece que no se atreven a decir ciertas palabras, yo me adelanto y las utilizo”. Y añade: “Quiero que sepan que no me siento avergonzado de mi situación”.
Hay que ver las ventajas
También es importante que no estés siempre pensando en cómo podría haber sido tu familia o cómo solía ser. (Eclesiastés 7:10.) En lugar de eso, enfoca tu atención en los aspectos positivos de tu vida. Por ejemplo, seguro que tu madre tiene que ir a trabajar,b por lo que es probable que se te haya concedido bastante responsabilidad en el hogar. “Asumir responsabilidades en el hogar —dice Melanie, joven de diecisiete años— contribuye a que madures más deprisa que los jóvenes de tu edad que viven con su padre y con su madre, y que tal vez tengan menos responsabilidades.” Los entendidos concuerdan con esta afirmación. El sociólogo Robert S. Weiss, de la universidad de Harvard, dice que los jóvenes de familias monoparentales “tienden a ser más maduros, independientes” y “autodisciplinados”. Estas son cualidades importantes, y la situación que atraviesa tu familia puede ayudarte a desarrollarlas.
Puede que también tengas más voz y voto en las decisiones familiares, ya que los padres que no tienen a su cónyuge suelen considerar a sus hijos buenos confidentes. No obstante, a veces quizás tengas que recordar a tu padre o a tu madre que todavía eres joven y que los asuntos de peso sería mejor que los tratara con alguien de más experiencia, por ejemplo, un anciano cristiano. Aun así, hay muchas cuestiones que tú y tu padre o tu madre podéis tratar juntos, como pudieran ser problemas personales que quizás tengas, y hacerlo os ayudará a estrechar vuestra relación y a disipar cualesquier sentimientos negativos. Melanie, a quien mencionamos antes, dice: “Desde que mis padres se divorciaron, mi madre y yo realmente podemos hablar; hemos llegado a ser amigas muy íntimas”.
Con eso no queremos decir que no tendrás problemas, pero puedes beneficiarte de hacer frente a la adversidad. La Biblia dice: “Bueno le es al hombre físicamente capacitado [o a la mujer físicamente capacitada] llevar el yugo durante su juventud”. (Lamentaciones 3:27.) Llevar tu yugo, o tu carga de problemas, puede abarcar las adversidades a las que te encaras en un hogar monoparental. No obstante, recuerda que no estás solo a la hora de cargar con este yugo. El fiel rey David dijo: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería”. (Salmos 27:10.)
Un detalle interesante es que probablemente Dios te brinde su ayuda por medio del padre que te queda. Si aceptas esa ayuda, puedes tener un desarrollo normal y llevar una vida cristiana remuneradora. Wayne, que ahora sirve de anciano cristiano, recuerda: “Tenía ochos años cuando mi padre murió y mamá tuvo que ponerse a trabajar. Muchas veces volvía a casa cansada y agotada, pero siempre se aseguró de que tuviésemos estudios bíblicos de familia regulares y asistiésemos juntos a las reuniones cristianas. En retrospección, solo puedo darle gracias a Jehová por haber tenido una madre tan abnegada”.c
[Notas a pie de página]
a Término que designa a una familia compuesta por un solo padre —sea viudo, divorciado o soltero— que educa a sus hijos.
b En más del 90% de las familias monoparentales de Estados Unidos, el cargo de cabeza de familia lo desempeña la madre.
c En artículos futuros analizaremos otros problemas que se presentan en un hogar monoparental.
[Fotografía en la página 21]
Una familia monoparental no tiene por qué ser necesariamente infeliz