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  • Médicos volantes salvan vidas en el interior de Australia
  • ¡Despertad! 1990
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  • Se vencen las distancias
  • El ingenioso telégrafo de pedales
  • Los médicos volantes se hacen realidad
  • Algunos peligros de los primeros tiempos
  • A no más de dos horas de distancia
  • Incluso asistencia dental y cardiaca
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¡Despertad! 1990
g90 8/8 págs. 16-19

Médicos volantes salvan vidas en el interior de Australia

Por el corresponsal de ¡Despertad! en Australia

SUCEDIÓ a principios de siglo, hace más de ochenta años. Jimmy, un joven ganadero se encontraba juntando el ganado cerca de Hall’s Creek en el extremo norte de Australia Occidental. De repente, su caballo se paró en seco y Jimmy salió despedido contra el suelo, quedando gravemente herido.

Un viaje lento en buggy (una especie de calesa) llevó al muchacho gravemente herido a Hall’s Creek, donde el administrador de correos también hacía las veces de “médico”. Pero sus únicas credenciales eran que años atrás, antes de partir de Perth, había asistido a una serie de conferencias sobre primeros auxilios. El médico diplomado más cercano estaba a cientos de kilómetros.

El administrador de correos telegrafió un mensaje urgente a este médico, pero le contestaron que había ido a atender a otro enfermo y posiblemente tardaría varios días en regresar. Desesperado, telegrafió al doctor que le había enseñado primeros auxilios en Perth, ciudad situada a más de 3.200 kilómetros de allí, y este le fue dando instrucciones a través del telégrafo. Temblando, el administrador de correos se las arregló para practicar al ganadero herido una rudimentaria operación con la ayuda de un cuchillo afilado y una navaja de afeitar.

En seguida, el doctor partió de Perth y emprendió el largo viaje hasta Hall’s Creek. Tardó doce días y medio en llegar a este pueblo aislado; primero subió a un barco de ganado que bordeaba la costa de Australia Occidental, después continuó en automóvil por senderos pedregosos, y finalmente en sulky, una especie de cabriolé para una sola persona. Exhausto y casi sin poder tirar de sí, el doctor entró en la oficina de correos y lo primero que dijo fue: “¿Cómo está el paciente?”.

“Murió ayer”, respondió apenado el administrador de correos.

Estas angustiosas experiencias hicieron que muchas personas solícitas empezaran a esforzarse por resolver el mayor problema del interior de Australia: las distancias. ¿Cómo llegar lo antes posible en momentos de emergencia a donde se encuentran las personas que necesitan atención médica urgente?

Se vencen las distancias

A finales del siglo pasado, la gente que vivía en las aisladas zonas del interior de Australia se encaraban a grandes dificultades. Solo había dos médicos para una extensión de 1.800.000 kilómetros cuadrados, aproximadamente tres veces el tamaño de Francia. Sin embargo, hubo quienes pensaron que llegaría el día en que se podría atender toda la zona del interior mediante un servicio sanitario eficaz. ¿Cómo iba a conseguirse? Por medio de aviones, radios y medicamentos. Como dijo irónicamente cierta persona: “Hay dos alternativas, o un avión o la tumba”.

En aquel tiempo, el uso de los aviones no estaba muy extendido y su seguridad ofrecía dudas, y por otra parte, la radio estaba en sus inicios. Pero con el transcurso de los años, los viajes en avión llegaron a ser cada vez más comunes y la radiotelegrafía también avanzó mucho. Entonces surgió otro obstáculo: cómo conseguir la energía para hacer funcionar un aparato de radio transmisor-receptor en el interior de Australia. Esto preparó el terreno para la invención de...

El ingenioso telégrafo de pedales

A finales de los años veinte, un joven ingeniero de radio concibió la idea de que una persona diera a unos pedales como los de una bicicleta para accionar un generador. Dicho generador no necesitaba baterías, podía fabricarse a un coste razonable y hacía posible la transmisión por radio en una extensión de 480 kilómetros. El telégrafo “de pedales” se utilizó ampliamente en el interior de Australia durante muchos años.

Al principio no se podían enviar ni recibir mensajes hablados, por lo que tuvo que utilizarse el código telegráfico Morse, a base de puntos y rayas. Los que desconocían este código tenían dificultades para enviar mensajes, pero el problema quedó resuelto con el ingenioso invento de conectar una máquina de escribir al transmisor telegráfico y utilizar un teclado especial. De esta forma, los “mecanógrafos” podían enviar mensajes golpeando las teclas con un solo dedo. Por ejemplo, cuando presionaban la tecla “A” se enviaba la señal Morse de un punto y una raya, y así por el estilo. Años después, se utilizó un sistema semejante al teléfono que hizo innecesario el uso del código Morse.

Con el tiempo, el telégrafo de pedales fue reemplazado por equipo más moderno, y se introdujo lo que se conoce como el modo de radiotransmisión de banda lateral única. Varias bases fueron modernizadas con este equipo. Hoy día, más de dos mil seiscientos transceptores del interior se comunican regularmente con estas bases.

Los médicos volantes se hacen realidad

En mayo de 1928 comenzó a funcionar un servicio médico aéreo denominado Aerial Medical Service. El primer aeroplano que se utilizó podía transportar al piloto, un médico, una enfermera o un paciente sentado y una camilla. Si bien la velocidad de crucero del biplano monomotor De Havilland DH-50A era de solo 130 kilómetros por hora, solo estaba en sus comienzos, y desde luego iba más deprisa que el buggy tirado por un caballo. En 1941 se cambió su nombre a Flying Doctor Service, o servicio de médicos volantes. Después, en 1955, su nombre oficial pasó a ser el de Royal Flying Doctor Service (Servicio Real de Médicos Volantes).

Desde el mismo principio este servicio tuvo problemas económicos, en especial durante la depresión económica mundial de principios de los años treinta. Pero gradualmente fueron recibiéndose de forma regular subsidios del gobierno federal y estatal, así como ayuda económica procedente de trustes y colectas públicas. Hasta el día de hoy, el Flying Doctor Service depende en su mayor parte de los donativos que hacen particulares y empresas comerciales, pues, aunque se espera que los pacientes del interior contribuyan por las visitas médicas y el tratamiento recibido, las cantidades que pueden aportar no son más que un pago simbólico por los gastos incurridos.

Algunos peligros de los primeros tiempos

Hoy día, los aviones y equipo modernos han facilitado mucho los vuelos y los han hecho más seguros, pero en un principio los pilotos arriesgaban la vida cuando aterrizaban en lugares remotos del interior. Muchas pistas de aterrizaje se encontraban en mal estado y no eran lo bastante largas para permitir un buen aterrizaje y despegue. Con frecuencia, el piloto tenía que volar bajo y dar vueltas sobre la pista para ahuyentar caballos, canguros, vacas, ovejas y hasta emúes antes de aterrizar. Cuando se hacía necesario un aterrizaje nocturno, tenían que encenderse rudimentarias bengalas caseras. Con el tiempo, a medida que aumentaba la cantidad de automóviles y camiones, se utilizaron los faros de estos vehículos para iluminar las “pistas”.

En aquellos días, la navegación aérea a veces suponía un verdadero desafío. Debido a que los mapas no eran exactos o que ni siquiera los había, los pilotos a menudo tenían que reconocer las señales desde el aire: un montón de madera, una valla que marcaba la linde, un camino de tierra, una charca o un río.

A no más de dos horas de distancia

Con el transcurso de los años, el Flying Doctor Service fue ampliándose hasta disponer hoy día de trece bases diseminadas por el interior de Australia, además de contar con una en la isla de Tasmania. (Véase el mapa.) En cada base hay siempre un médico volante de turno, y en algunas de las bases más grandes puede que haya tres o más médicos disponibles. Siempre cuentan con un piloto, y algunas bases tienen hasta tres pilotos de guardia. Por lo general, también se puede disponer de enfermeras que trabajan en los hospitales cercanos a las bases.

En la actualidad hay una flota de 32 aviones que realizan un promedio de seis mil quinientos vuelos anuales y transportan a hospitales hasta a nueve mil pacientes al año. Además, estos médicos volantes visitan y prescriben tratamiento a unos noventa mil pacientes. Gracias a todo este equipo, el servicio de médicos volantes puede llegar a cualquier paciente de Australia en un plazo de dos horas.

Incluso asistencia dental y cardiaca

Actualmente, hasta los que viven en la zona poco poblada del interior de Australia pueden recibir chequeos odontológicos regulares y atención especializada. Este tipo de asistencia no la prestan los médicos volantes, sino dentistas que viajan regularmente en los aviones del servicio de los médicos volantes. Cada año estos dentistas visitan entre cinco y seis mil pacientes.

¿Y el corazón? La revista Australasian Post explica la curiosa historia de una mujer de edad avanzada a quien le comprobaban las pulsaciones por radio. Ella vivía en Tibooburra, pueblecito de 150 habitantes, en Nueva Gales del Sur, y la base más cercana de médicos volantes estaba en Broken Hill, a 340 kilómetros de su casa. Cuando le sobrevenían dolores en el pecho y no se le iban, se le conectaba un aparato electrónico que transmitía señales eléctricas de su corazón al Broken Hill Base Hospital, y de esa forma se le podía prescribir el tratamiento necesario.

Un servicio singular

En lo que tiene que ver con extensión y disponibilidad, el Flying Doctor Service de Australia es verdaderamente singular, si bien otros países tienen sistemas de asistencia parecidos para los habitantes de zonas poco pobladas. Por ejemplo, Canadá dispone de servicios aéreos de ambulancia muy eficaces, entre los que se encuentra el Saskatchewan Air Ambulance Service, inaugurado en 1947. En 1961, África oriental empezó a disfrutar de los servicios de una sociedad mancomunada británica y americana.

Sin embargo, el Flying Doctor Service de Australia se destaca de los demás por la gran extensión que abarca, más de dos terceras partes de este inmenso país de casi 7.770.000 kilómetros cuadrados de superficie. Hasta el momento, no hay otro igual en ninguna otra parte del mundo.

Por eso, no es de sorprender que la publicación oficial del Royal Flying Doctor Service de Australia concluya diciendo: “El Flying Doctor Service hace disponible, prescindiendo de credo, color o raza, un servicio humanitario singular que no tenía precedente cuando comenzó hace más de cincuenta años, y como el que todavía no hay otro igual en el mundo”.

[Ilustración en la página 17]

Tipo de avión que se utilizaba en los inicios del Flying Doctor Service

[Mapa en la página 18]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Las 14 bases del Flying Doctor Service diseminadas por la dispersa población del interior de Australia y Tasmania

Pt. Hedland

Carnarvon

Meekatharra

Kalgoorlie

Derby

Wyndham

Alice Springs

Mt. Isa

Charters Towers

Charleville

Broken Hill

Hobart

Ceduna

Pt. Augusta

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