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  • ¡Despertad! 1990
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  • Lo que la gente ha hecho
  • El dilema que presenta el cuerpo humano
  • La explicación de algunos
  • La búsqueda de respuestas
  • ¿De veras se interesa Dios por nosotros?
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  • ¿Por qué hay tanto sufrimiento, si el Creador se interesa por nosotros?
    ¿Existe un Creador que se interese por nosotros?
  • Pronto acabará el sufrimiento
    Pronto acabará el sufrimiento
  • Tercera pregunta: ¿Por qué permite Dios que yo sufra?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2012
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¡Despertad! 1990
g90 8/10 págs. 3-5

Preguntas que requieren una respuesta

ES POSIBLE que en algún momento de su vida se haya preguntado: “Si Dios existe, ¿por qué ha permitido tanto sufrimiento? Y, ¿por qué lo ha permitido por tanto tiempo, durante toda la historia humana? ¿Dejaremos de sufrir algún día?”.

Al no encontrar respuestas satisfactorias a tales preguntas, muchas personas están resentidas. Algunas incluso han dejado de creer en Dios o le culpan de sus desgracias.

Por ejemplo, un hombre que sobrevivió al Holocausto (el exterminio de millones de personas que llevaron a cabo los nazis durante la II Guerra Mundial) estaba tan amargado que dijo: “Si alguien lamiera mi corazón, se envenenaría”. Otro hombre, que sufrió y perdió a varios amigos y familiares durante la I Guerra Mundial debido a una persecución por razones étnicas, preguntó con amargura: “¿Dónde estaba Dios cuando lo necesitábamos?”.

Estos hechos han desconcertado a muchas personas. A su modo de ver, no es consecuente que un Dios de bondad y amor permita el mal por tanto tiempo.

Lo que la gente ha hecho

Es innegable que la gente lleva siglos, en realidad miles de años, cometiendo atrocidades contra su prójimo. La magnitud y el horror de tales actos va más allá de nuestra imaginación.

A medida que la civilización supuestamente progresaba, el hombre inventó instrumentos cada vez más espantosos para destruir o mutilar a su semejante: artillería, ametralladoras, aviones de guerra, tanques, misiles, lanzallamas y armas químicas y nucleares. Como consecuencia, tan solo en nuestro siglo, han muerto cien millones de personas por causa de las guerras, y otros centenares de millones han resultado heridas o han sufrido de otras formas. Además, la cantidad de propiedades destruidas, como casas y otros bienes, es inmensurable.

Piense en el inmenso pesar, la agonía y las lágrimas que ha provocado la guerra. Y muchas veces los que sufren son precisamente los inocentes, ancianos, niños y hasta bebés. Además, con demasiada frecuencia, muchos de los que cometieron esas atrocidades no han rendido cuentas por sus actos.

En nuestros tiempos abunda el sufrimiento por todo el mundo. Cada día hay personas que son asesinadas o son víctimas de otros delitos; resultan heridas o mueren en accidentes o por causa de desastres naturales como tempestades, inundaciones y terremotos; sufren debido a injusticias, prejuicios, pobreza, hambre, enfermedades u otros muchos factores.

¿Cómo es posible que un Dios bueno haya creado a la humanidad para que sufra de forma tan terrible, con tanta frecuencia y un siglo tras otro?

El dilema que presenta el cuerpo humano

Este dilema se refleja hasta en el cuerpo humano. Científicos y otros estudiosos concuerdan en que estamos hechos de forma maravillosa, espléndida.

Veamos aunque solo sean unos cuantos rasgos: el increíble ojo humano, al que ninguna cámara puede igualar; el imponente cerebro, que hace que el ordenador más avanzado parezca rudimentario; la cooperación entre las complejas partes del organismo, sin que tengamos que hacer ningún esfuerzo consciente; el milagro de una nueva vida, que en tan solo nueve meses se desarrolle un bebé adorable que es una copia de sus padres. Muchas personas llegan a la conclusión de que el cuerpo humano, obra maestra de ingeniería, tuvo que ser creado por un Ingeniero magistral: el Creador, el Dios Todopoderoso.

Sin embargo, es triste decir que ese mismo cuerpo tan maravilloso termina por deteriorarse. Con el tiempo le sobrevienen enfermedades, la vejez y la muerte, hasta que finalmente se convierte en polvo. ¡Qué triste! Precisamente cuando una persona debería empezar a beneficiarse de las décadas de experiencia y la sabiduría acumulada, su cuerpo se derrumba. El cuerpo al final de la vida contrasta de forma patética con la salud, vitalidad y belleza que auguraba en un principio.

¿Por qué haría un Creador amoroso algo tan admirable como el cuerpo humano, solo para acabar de una manera tan triste? ¿Por qué crearía un mecanismo que comienza tan bien, con un potencial tan grande, pero que termina tan mal?

La explicación de algunos

Hay quienes han dicho que la maldad y el sufrimiento son instrumentos que Dios utiliza para curtirnos mediante las adversidades. Un clérigo metodista afirmó: “El que paguen justos por pecadores es parte del plan de Dios para la salvación”. Se refería a que a fin de que mejoremos y consigamos la salvación, parte del plan de Dios es que los buenos sufran las consecuencias de los actos de los malos.

Pero, ¿acaso un padre humano que fuera amoroso trataría de curtir a sus hijos dejándolos en manos de un criminal depravado? Piense también que muchos jóvenes mueren en accidentes, son asesinados o pierden la vida en la guerra. En su caso, el sufrimiento no puede hacer que mejoren, porque están muertos. Por lo tanto, la idea de que el sufrimiento se permite para que la persona se curta, no tiene sentido.

Ningún padre amoroso y razonable querría que sus seres queridos experimentasen sufrimientos o tragedias. De hecho, si hiciese sufrir a los suyos para ‘curtirlos’ se le tacharía de incompetente y hasta de desequilibrado mental.

Por consiguiente, ¿sería razonable decir que Dios, el Padre supremo y amoroso, el omnisapiente Creador del universo, planeó deliberadamente que hubiese sufrimiento como parte de su ‘plan para la salvación’? En ese caso, le imputaríamos un atributo espantoso y sumamente cruel, un atributo que todos consideramos inaceptable, incluso en seres inferiores como nosotros los humanos.

La búsqueda de respuestas

¿Adónde podemos dirigirnos para hallar la razón de por qué permite Dios el sufrimiento y la maldad? Puesto que las preguntas tienen que ver con Dios, sería lógico investigar las respuestas que Él mismo da.

¿Cómo podemos encontrar Sus respuestas? Mediante dirigirnos a la fuente que Dios ha dejado como guía para los humanos: la Santa Biblia o Santas Escrituras. Prescindiendo de lo que uno opine, vale la pena examinarla, pues, como dijo el apóstol Pablo: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa [...] para rectificar las cosas”. (2 Timoteo 3:16.) También escribió: “Cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que oyeron de parte de nosotros, la aceptaron, no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios”.a (1 Tesalonicenses 2:13.)

Nuestro interés por conocer las razones por las que se permite el sufrimiento no debería obedecer a una simple curiosidad intelectual. Las respuestas a esas preguntas son decisivas para comprender lo que ocurre en la escena mundial, lo que ocurrirá en el futuro cercano y cómo nos afecta a cada uno de nosotros.

Todos tenemos la obligación personal de permitir que la Biblia, el medio que Dios utiliza para comunicarse con la humanidad, hable por sí misma. Entonces, ¿cómo dice la Biblia que empezó el sufrimiento y por qué lo permite Dios?

Un factor importante para entender la respuesta a estas preguntas tiene que ver con nuestra constitución mental y emocional. La Biblia indica que el Creador implantó en nuestro ser una cualidad decisiva: el deseo de libertad. Consideremos brevemente qué abarca el libre albedrío de los humanos y qué relación guarda con el hecho de que Dios permita el sufrimiento.

[Nota a pie de página]

a Para examinar con más detalle la prueba de que la Biblia ha sido inspirada por Dios, véase el libro La Biblia... ¿la Palabra de Dios, o palabra del hombre?, publicado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc.

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