Ciudad de México. ¿Una metrópoli monstruo?
Por el corresponsal de ¡Despertad! en México
“LA CIUDAD de México es un monstruo [...] que asombrosamente aún funciona”, dijo el arquitecto mexicano Teodoro González de León. Por otra parte, la revista National Geographic la llamó “un gigante alarmante”. Para Carmen, que nació allí hace unos treinta años, “es una ciudad bulliciosa habitada por gente humilde que sabe ser feliz y disfrutar de las cosas sencillas de la vida, entre las que se cuentan sus comidas mexicanas favoritas: enchiladas, tamales, tortillas y mole”.
Ciudad de México, con una población de alrededor de 15 millones de habitantes, es en la actualidad una de las ciudades más grandes del mundo, pero ha sido una floreciente metrópoli durante siglos.a La ciudad se fundó alrededor del año 1325 con el nombre de Tenochtitlán y se convirtió en la capital del Imperio azteca. Cuando los aztecas se establecieron en una isla del lago Texcoco comenzaron a edificarla. Con el transcurso del tiempo llenaron el lago de tierra para poder agrandarla, pero era una ciudad de canales y siempre rodeada de agua. Cuando llegaron los españoles en 1519, quedaron atónitos ante la grandeza, la belleza y la organización de aquella ciudad que tenía entonces entre 200.000 y 300.000 habitantes.
Ciudad de contrastes
Al igual que la mayoría de las ciudades grandes, Ciudad de México tiene un lado oscuro de pobreza y delincuencia, pero vista desde otros muchos ángulos, es una ciudad muy bonita. Su prodigioso crecimiento le ha granjeado el adjetivo de “caótica”. Sin embargo, en contraste, se encuentra en plena ciudad uno de los mayores parques del mundo, el bosque de Chapultepec con una extensión de 647,5 hectáreas. Ese parque consta de bosques, varios lagos, restaurantes y museos, y además, es escenario de gran variedad de acontecimientos culturales, como la hermosa tradición de representar cada año el ballet “El lago de los cisnes” de Chaikovski en un marco natural a orillas de uno de los lagos. Para los que no pueden salir de la ciudad los fines de semana, ese parque se convierte en su lugar de recreo y esparcimiento.
Aunque no puede competir con Nueva York o Chicago, Ciudad de México también tiene sus rascacielos. La Torre Latinoamericana, un edificio de 44 pisos terminado en 1956, es un ejemplo de construcción sismorresistente. Está construido sobre 361 pilares de soporte directo destinados a proteger el edificio de los movimientos sísmicos. Desde su restaurante, situado en los pisos 40 y 41, se puede admirar la ciudad, en especial por la noche, cuando destella una multitud de luces sobre un fondo negro aterciopelado. Por otra parte, el rascacielos más alto de la ciudad, el Centro de Comercio Mundial de México aún sin terminar, consta de 54 pisos y albergará oficinas internacionales para el comercio mundial así como otras instalaciones.
Ciudad de México ha crecido y se ha extendido hasta tal grado que su aeropuerto internacional Benito Juárez, años antes situado fuera de la ciudad, ahora se encuentra prácticamente dentro de ella. Es uno de los aeropuertos con más tráfico aéreo del mundo, pues por él pasan alrededor de un millón de viajeros cada mes.
Ciudad de México es también un lugar de marcados contrastes. Junto a mansiones enormes y lujosas, hoteles exclusivos y caros, atractivos edificios de apartamentos y centros comerciales puede verse la pobreza de sombríos y deprimentes barrios insalubres y hacinados. Sin embargo, a diferencia de otras muchas ciudades grandes del mundo, las calles están llenas de vida a altas horas de la noche.
Problemas de la gran ciudad
Como un pulpo cuyos tentáculos no dejan de extenderse, Ciudad de México abarca ahora una extensión de 1.000 kilómetros cuadrados y ocupa todo el llamado Distrito Federal así como parte del estado de México. Muchos pueblos y comunidades de la periferia, en su día independientes, han sido absorbidos por los tentáculos de la ciudad.
No obstante, es lógico que una ciudad de tales dimensiones se encare a enormes problemas. El principal es la superpoblación, junto con los consiguientes problemas de contaminación, escasez de viviendas y serias deficiencias en recursos esenciales para la vida, así como un índice de delincuencia en constante aumento. Con regularidad se han lanzado campañas educativas para reducir el índice de natalidad, pero en México las familias grandes son una herencia cultural y se consideran prueba de virilidad en el varón y de fertilidad en la mujer. Además, muchas personas de las zonas rurales se trasladan a la ciudad en busca de una vida mejor, y aunque el terremoto de 1985 obligó a miles de personas a abandonar la ciudad, la población sigue aumentando. La gente se traslada a donde puede encontrar trabajo y mayores perspectivas de sobrevivir.
¿Puede respirar el “monstruo”?
La contaminación atmosférica de Ciudad de México ha alcanzado niveles críticos durante los últimos diez años. En la década de los sesenta había una zona de la ciudad que se llamaba “la región más transparente”, pero ahora ninguna región de Ciudad de México tiene esa característica. Los medios informativos han proferido advertencias. Por ejemplo, una revista científica decía: “La contaminación atmosférica en el valle de México ha alcanzado niveles peligrosos”. Por otra parte, la revista Time comentaba: “Tres millones de automóviles y siete mil autobuses de motor diesel, muchos de ellos viejos y sin posibilidad de reparación, contaminan el aire. Lo mismo hacen las aproximadamente 130.000 fábricas cercanas que representan más del 50% de la industria mexicana. El total diario de agentes químicos que contaminan el aire asciende a 11.000 toneladas, por lo que se calcula que tan solo respirar equivale a fumarse dos paquetes de cigarrillos al día”.
Y la situación empeora. El periódico El Universal del 12 de octubre de 1989 cita las siguientes palabras del director del Instituto Autónomo de Investigaciones Ecológicas: “Los índices de contaminación en la ciudad de México son alarmantes porque cada persona recibe diariamente en la zona metropolitana un promedio de 580 gramos de sustancias nocivas a la salud”. Cada año se emiten en la ciudad más de cuatro millones de toneladas de agentes contaminantes.
Recientemente se han adoptado algunas medidas de emergencia para luchar contra la contaminación. Se ha iniciado un programa para que cada día se prohíba circular por la ciudad a una cantidad específica de automóviles pues, según cierto informe gubernamental, “el transporte genera 9.778,3 toneladas de contaminantes diariamente” de las que 7.430 son emitidas por los vehículos privados. Ya se había invitado a la gente a compartir su vehículo para ir al trabajo o a otras partes para reducir de forma voluntaria su utilización, pero no tuvo éxito. ¿Qué hicieron las autoridades de la ciudad?
Ahora, mediante el programa “Hoy no Circula”, todos los vehículos privados tendrán prohibido circular un día a la semana, por turno, según el último número de su matrícula o su color. Esto significa que cada día dejan de circular el 20% de los tres millones de vehículos privados de la ciudad. Al principio solo se aplicó durante el invierno para tratar de impedir la inversión térmica, pero ahora las autoridades quieren adoptarlo de modo permanente. A quienes no lo obedecen se les impone cuantiosas multas y han de hacer molestos trámites para recuperar el automóvil embargado. Estas medidas draconianas han convencido a la mayoría de los conductores de la necesidad de apoyar el programa.
Otra medida adoptada es la de reducir la cantidad de plomo en la gasolina y así mejorar su calidad. Además, ahora se requiere que todos los automóviles pasen periódicamente una revisión a fin de controlar las emisiones contaminantes. También se han promulgado nuevas leyes que exigen a las fábricas sistemas anticontaminantes, y algunas han sido cerradas por incumplir este requisito. De todas formas, aunque estas medidas han aliviado un poco el problema de la contaminación, todavía no está resuelto, ya que, al igual que el resto del mundo, México necesita una solución universal a sus problemas.
Pronto llegará el día en que bajo la dirección del gobierno celestial de Dios la humanidad utilizará sus recursos con sabiduría y todos los humanos podrán disfrutar, no de ciudades atestadas, sino de espacios abiertos junto con todo lo necesario para una vida feliz. Mientras tanto, no hay otra opción que la de soportar las aglomeraciones y las inconveniencias de Ciudad de México, al tiempo que se disfruta de muchas cosas buenas que esa ciudad ofrece, como la gran diversidad de personas que componen el hospitalario pueblo mexicano. (Revelación 11:18; 21:1-4.)
[Nota a pie de página]
a El censo nacional de 1990 indica una población inferior a la calculada anteriormente.
[Fotografías en la página 26]
Rascacielos y tráfico en Ciudad de México