Agua y sol ahorran jabón
¿HABÍA oído alguna vez este refrán español? Con él se alude a la importante tarea de lavar la ropa y al efecto blanqueador que tienen en ella los rayos solares. Pero si a usted no le atrae mucho la idea de tener que hacer la colada, piense en esto: Después de ducharse o darse un baño, ¿no le resulta agradable secarse con una toalla recién lavada, suave y esponjosa? ¿Y no es verdad que cuando uno lleva ropa limpia se siente más aseado y cómodo? Sí, hasta a los niños parece que les gusta llevar ropa limpia y que huela bien, aunque sea por muy poco tiempo.
Sin duda, el lavado de la ropa es mucho más importante para nuestra vida y bienestar de lo que muchas veces nos imaginamos. No obstante, según la zona donde vivamos lavaremos la ropa de una forma o de otra.
Lavar sin lavadora
En muchos países prósperos el verbo “lavar” transmite automáticamente la idea de “lavar a máquina”, de utilizar una lavadora. Sin embargo, en países donde las condiciones económicas son precarias la colada suele hacerse a mano y con unos resultados sorprendentemente buenos. Tome por ejemplo las sábanas, toallas y demás ropa blanca tan difícil de mantener blanca. En países donde el clima es cálido y seco las mujeres se valen de los rayos solares para blanquear su ropa. Ellas saben que “agua y sol ahorran jabón”.
El procedimiento es sencillo: se llena un barreño con agua y una cantidad generosa de jabón o detergente. A continuación se sumerge la ropa blanca y con las manos se agita vigorosamente el agua, presionando la ropa para que el agua jabonosa pase a través del tejido. Si no disponen de lejías comerciales, algunas mujeres utilizan otros productos que han demostrado ser buenos blanqueadores, como por ejemplo el vinagre de coco. Luego, se aclara un poco la ropa y se tiende sobre matorrales o vallas para secarla y blanquearla al sol, consiguiéndose una blancura impecable. A continuación se vuelve a meter en el barreño y se le dan muchos aclarados, después de lo cual se vuelve a secar bajo el caliente sol tropical. ¿El resultado? Una ropa blanca tan limpia que resplandece.
Si la mujer vive cerca de un río o de alguna corriente de agua puede probar un método de lavado algo diferente. Primero se escoge un buen lugar, donde el desnivel de la orilla hacia el agua sea poco pronunciado. Si el río baja con fuerza hay que procurar encontrar una ensenada tranquila donde no haya mucho peligro de que la corriente se lleve la ropa. ¿Hay alguna roca grande cerca? Estupendo. La mujer utiliza una pala para golpear la ropa mojada contra la roca y así arrancar la suciedad del tejido.
Las lavadoras de antes y de ahora
En los países prósperos ya casi nadie lava a mano, sino que la colada se hace a máquina. Pero las máquinas de lavar son más antiguas de lo que quizás se imagine. En Europa, durante la Edad Media, la manera popular de lavar la ropa era utilizando una tina de lavar, que poco a poco se reemplazó por la caldera de vapor. Más tarde, en el siglo XIX apareció una lavadora que se parecía a la de nuestros tiempos. En 1830 una lavandería inglesa utilizaba un cilindro rotativo que daba vueltas a la ropa en agua jabonosa caliente, método que en esencia ha permanecido igual hasta hoy.
No obstante, la lavadora tardó en hacerse popular. Los que la utilizaban encontraban que la manivela manual gastaba la ropa y agotaba a la persona que la hacía girar. Así que para finales del siglo XIX la tabla de lavar ondulada, la tina y la escurridora manual constituían el equipo preferido de muchas amas de casa.
Sin embargo, en 1910 volvió a surgir la lavadora, con el lanzamiento de la primera máquina de lavar eléctrica y doce años más tarde la primera máquina de lavar dotada de paletas agitadoras. Desde entonces las lavadoras han mejorado sustancialmente. Algunas compañías hasta han empezado a comercializar unas lavadoras controladas por ordenador que por medio de pulsar un botón “determinan lo sucia que está la ropa y seleccionan el mejor detergente y método de lavado óptimo”. (Popular Science, julio de 1990.)
Consejos para el uso de lavadoras automáticas
En muchos hogares occidentales es común la presencia de una lavadora automática. Sin embargo, el término “automática” no indica que pueda utilizarse de cualquier manera. Por ejemplo, en las lavadoras de carga superior, si no se coloca la ropa de modo que quede equilibrada, es posible que durante los centrifugados la lavadora se desplace por el suelo causando muchos estragos a su alrededor y si utiliza un blanqueador clorado y amoniaco se pueden formar vapores peligrosos. De modo que siga las normas básicas de seguridad; no introduzca las manos en la lavadora hasta que el tambor se haya detenido por completo; desenchúfela antes de intentar repararla y no permita que los niños la pongan en marcha o jueguen con ella.
Sin embargo, ¿cómo garantizar los mejores resultados del lavado? A continuación le ofrecemos algunas sugerencias:
◻ Vacíe los bolsillos y vuélvalos del revés.
◻ Baje las vueltas de las prendas y cepille el polvo acumulado.
◻ Ate los cordones y los lazos para que no se enreden.
◻ Cierre las cremalleras, los automáticos y los corchetes para que no se enganchen en otras prendas.
◻ Trate las manchas antes de lavar la prenda.
◻ No sobrecargue la lavadora. La ropa no quedará tan limpia, se arrugará más, le saldrá pelusa y se gastará.
En la actualidad muchas personas todavía tienen que hacer su colada como antiguamente: a mano. Pero tanto si usted lava en una tina de metal como junto a una corriente de agua o con una ultramoderna lavadora computadorizada, sus esfuerzos habrán valido la pena si consigue buenos resultados: ropa limpia y reluciente para usted y su familia, además de la satisfacción de ver un trabajo bien hecho.
[Fotografías en la página 26]
Lavando junto al río
Blanqueado de la ropa al sol