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  • Cuidar niños... ¿podré hacerlo bien?

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  • Cuidar niños... ¿podré hacerlo bien?
  • ¡Despertad! 1991
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  • Se requiere habilidad
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¡Despertad! 1991
g91 8/3 págs. 19-21

Los jóvenes preguntan...

Cuidar niños... ¿podré hacerlo bien?

“QUEREMOS que te ocupes de tus hermanitos.”

Prescindiendo de si ves esta asignación como una irritante molestia o como un voto de confianza, la idea de que te dejen solo con tus hermanos pequeños puede inquietarte. “¿Y si se portan mal? —quizás te preguntes—. ¿Y si entra algún intruso o se prende fuego a algo? ¿Y si alguno se hace daño o se pone enfermo?”

Tienes motivos para preocuparte, pues al fin y al cabo, los niños no son objetos ni juguetes sino personas con necesidades muy especiales. Además, son muy queridos tanto para sus padres como para Dios. (Salmo 127:3.) Así que, tanto si te ocupas de tus hermanos pequeños como si haces de canguro (persona tomada por horas para cuidar niños) para ganar un dinerito, cuidar niños es un trabajo que exige mucho y envuelve una gran responsabilidad. De todas formas, con la actitud apropiada y una buena planificación, puedes hacerlo bien.

¿Dictador o cuidador?

Algunos jóvenes parece que piensan que cuidar niños equivale a nombrarles dictadores. “¡Mi hermana no me permitía hacer esto ni aquello! —se quejaba una niña—. Traté de que dejase de mandarme y me dio una bofetada.” Un jovencito dice: “A mí me han hecho de canguro mi hermano mayor y mi hermana mayor y es sorprendente lo deprisa que se les sube el poder a la cabeza”.

Gritar órdenes como un sargento puede parecer divertido, pero si tus padres se enteran —como probablemente sucederá— tu “reinado” tendrá un final abrupto y vergonzoso. Por esta razón, Proverbios 11:2 advierte: “¿Ha venido la presunción? Entonces vendrá la deshonra”.

“La sabiduría está con los modestos”, añade el mismo proverbio. La modestia implica conocer tus limitaciones. Además, son los padres —no los que cuidan de los niños— quienes han recibido la autoridad divina para criarlos y disciplinarlos. (Efesios 6:4.) Tu cometido es protegerlos y cuidar de ellos.

Se requiere habilidad

Esto no significa que a los niños se les pueda dejar hacer lo que quieran para que tú puedas disfrutar de ver la televisión o leer. “El muchacho [o la muchacha] que se deja a rienda suelta causará vergüenza a su madre” ¡y muchos dolores de cabeza a quien lo cuida! (Proverbios 29:15.) Lamentablemente, los adolescentes no siempre saben tratar con habilidad a los niños que se comportan mal.

A unos adolescentes estadounidenses se les pidió que rellenaran un cuestionario donde se les preguntó cómo manejarían situaciones que suelen surgir al hacer de canguro. Según la revista Adolescence, solo el 8% de los jóvenes indicaron que tratarían los asuntos de una manera que manifestaba sensibilidad para con los sentimientos de los niños. El 92% restante se inclinaba a usar tácticas ineficaces, como órdenes, reprimendas y amenazas. Los investigadores concluyeron que los adolescentes “tienden a ser insensibles en sus relaciones con sus hermanos menores”.

¿Cómo puedes cuidar de ellos con habilidad y eficacia? A los pastores cristianos se les insta: “Debes conocer positivamente la apariencia de tu rebaño. Fija tu corazón en tus hatos”. (Proverbios 27:23.) De manera similar, deberías esforzarte por entender las necesidades y sentimientos de los niños que cuidas. Llega a conocer a cada uno de ellos individualmente. Pronto aprenderás que los niños pequeños no se concentran en algo el mismo tiempo que un adulto ni poseen la misma paciencia y resistencia que este. Más bien, “los niños son delicados” (Génesis 33:13), les encanta recibir amor y atención, pero pronto se aburren y se impacientan.

Aplica la regla áurea

Debido a eso, los niños a veces se ponen muy nerviosos cuando juegan y pueden crisparte los nervios. Su comportamiento imprudente puede ponerlos en peligro, o pueden tratar de ponerte a prueba para ver cuántas cosas pueden cometer impunemente. (“A veces gasto bromas a los que me hacen de canguro”, admite Douglas, de siete años.) Cuando esto ocurra, no pierdas el sentido del humor, sino aplica la regla áurea: “Haced siempre con los demás como queréis que ellos hagan con vosotros”. (Mateo 7:12, El Nuevo Testamento [Dios habla al hombre].)

Recuerda que “la tontedad está atada al corazón del muchacho” o de la muchacha y que no hace mucho tiempo tú también actuabas de manera parecida. (Proverbios 22:15.) Céntrate en corregir el problema (“limpiemos lo que se ha derramado”) en lugar de condenar al niño. Evita salirte de tus casillas y “[hablar] irreflexivamente como con las estocadas de una espada”. (Proverbios 12:18.) Llamar a un niño “estúpido” o “tonto” es un trato abusivo y puede perjudicarlo. Proverbios 29:11 (Versión Popular) nos recuerda: “El necio da rienda suelta a sus impulsos, pero el sabio acaba por refrenarlos”. Una joven cristiana dice: “Cuando me dan ganas de pegar a mi hermanita de ocho años, hago una oración y eso me ayuda a controlar mi genio”.

A veces se pueden evitar problemas si abordas la situación de manera positiva. Recompensar la buena conducta puede serte más práctico que una andanada de amenazas. Además, es menos probable que los niños se aburran y se impacienten si planeas actividades sanas que los entretengan, como juegos en los que tengan que utilizar su imaginación. (Compárese con Mateo 11:16, 17.) Quizás podrías recordar algunos de los que tú mismo jugabas de pequeño o hasta podrías inventarte algunos. Otra posibilidad sería la de leer al niño sus porciones favoritas de las publicaciones Escuchando al Gran Maestro y Mi libro de historias bíblicas.a

A veces los niños necesitan disciplina. Pero es mejor tratar con tus padres lo que deberías hacer en esos casos. Y si una familia contrata tus servicios para cuidar de unos niños, con más razón aún deberías hablar de ese asunto con los padres. La mayoría de los problemas pueden esperar hasta que los padres regresen a casa, mientras que si te tomas la libertad de utilizar la fuerza física corres el peligro de hacer daño al niño, e incluso que los padres se enfaden por ello. Proverbios 13:10 advierte: “Por la presunción solo se ocasiona una lucha, pero con los que consultan juntos hay sabiduría”.

Cómo impedir que los niños se hagan daño

Bárbara Benton advierte en su libro The Babysitter’s Handbook (Manual para cuidar niños): “Su inestabilidad, su curiosidad y su total falta de juicio convierten al niño que empieza a andar en víctima perfecta para todas las cosas terribles que pueden suceder a los niños. Necesitas estar siempre alerta y ser rápido para que no le pase nada”. Una adolescente llamada Stephanie aprendió por experiencia la veracidad de estas palabras. “Estaba cuidando de mi sobrinito —recuerda— cuando, de repente se atragantó con el palito de un polo. Tuve que sacárselo de la boca. ¡Qué susto me llevé!”

La mayoría de los accidentes graves pueden evitarse si no pierdes de vista a los niños. Bárbara Benton sugiere además otras medidas: “Inspecciona el lugar para localizar y eliminar cualquier posible peligro”. Deberías saber dónde están cosas como la caja de fusibles, el extintor de incendios y el botiquín. Aprende a utilizar bien los electrodomésticos y de manera segura. Hasta pudieras escribirte una lista de verificación que abarque asuntos como: ventanas (¿están cerradas?), escaleras (¿están libres de objetos peligrosos?), enchufes (¿están debidamente protegidos?), productos tóxicos y medicamentos (¿se encuentran bien guardados y fuera del alcance de los niños?), cables (¿están escondidos?), llaves de la casa (¿tengo otro juego por si me quedo fuera?).

También puedes prepararte lo mejor posible para manejar casos de emergencia. “Hice un curso de cuidado de niños en la escuela y aprendí primeros auxilios para bebés y niños que empiezan a andar”, dice una adolescente. Quizás en tu escuela también se ofrezcan estos cursos. También es importante tener a mano una lista con los teléfonos de la policía, los bomberos, el médico de cabecera, el hospital y el centro de toxicología más cercanos. Entérate además de cómo ponerte en contacto con tus padres y quizás con algunos vecinos que pudieran ayudarte en un momento de necesidad.

Si se produce un accidente o se presenta una emergencia, ¡NO TE DEJES LLEVAR POR EL PÁNICO! “El que es sabio [...] mantiene [su espíritu] calmado hasta lo último.” (Proverbios 29:11.) Pongamos por caso que un niño trague algún producto tóxico. Llama inmediatamente al hospital o al centro de toxicología. Si eso no es posible, lee con cuidado las instrucciones que aparecen en la etiqueta de aviso de peligro que lleve el producto. Es mejor evaluar la situación con calma que hacer algo temerario (como provocar el vómito) que pudiera empeorar la situación. Asimismo, por angustioso y vergonzoso que resulte, informa a los padres del niño de cualquier herida que este se haya hecho o de cualquier accidente ocurrido. Ellos tienen el derecho de saber lo sucedido y pudieran tomar otras medidas.

Cuidar niños puede parecer una enorme responsabilidad, y lo es. Pero es tan solo una muestra de lo que tus padres han hecho por años al cuidar de ti. De modo que tómatelo en serio. A medida que ganes confianza y experiencia, puede resultarte una tarea remuneradora y deleitable.

[Nota a pie de página]

a Publicados por la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc.

[Fotografía en la página 20]

Para impedir que los niños se hagan daño, no hay que perderlos de vista ni un momento

[Recuadro en la página 21]

Directrices para hacer de canguro

Sé profesional: Asegúrate de acordar bien lo que cobras.

Comunícate: Establece de antemano hasta dónde llegan tus responsabilidades.

Sé puntual y confiable.

Procura conocer antes a los niños.

Entérate de las normas que rigen en la casa.

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