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  • Alopecia. ¿Pérdida normal del cabello?

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¡Despertad! 1991
g91 22/4 págs. 12-14

Alopecia. ¿Pérdida normal del cabello?

Según lo relató un afectado de alopecia

“¿ALOPECIA? —quizás se pregunte usted—. No recuerdo haber oído hablar nunca de esa enfermedad.” Es posible que las personas que la padecen no lo digan abiertamente. Por lo general lo mantienen en secreto. Yo tengo alopecia, así que permítame explicarle un poco en qué consiste.

Trate de imaginarse qué susto se llevaría si de repente se le empezara a caer el cabello. “No es posible —se diría sin salir de su asombro—. Debo estar soñando.”

Después se enteraría de que usted no es el único que tiene alopecia, pues afecta a una de cada cien personas, tanto hombres como mujeres. Lamentablemente, los tratamientos contra este trastorno suelen fracasar.

“Después de todo, solo se trata de pelo”, me dicen algunos. Es cierto, pero la alopecia afecta todo aspecto de mi vida, y además resulta difícil tratar el tema con otros. ¿Por qué? Porque es una enfermedad rodeada de un aura de misterio.

Por ejemplo, cuando alguien nombra una enfermedad, por lo general uno se hace inmediatamente una imagen mental de ese mal. Pero con la alopecia es diferente, pues no se puede precisar cuál es su causa. Por otra parte, la alopecia ataca de forma rápida e inesperada, por lo que la víctima no suele estar preparada para hablar de ella. De manera que puede perder no solo su cabello, sino también algo de su dignidad.

¿En qué consiste?

La alopecia es un problema médico sobre el que los afectados no tenemos ningún control. Aunque no es contagiosa ni mortal, conlleva cierto daño emocional por la humillación, frustración y vergüenza que ocasiona, y puede convertirse en un gran desafío.

La alopecia no siempre se limita a la calvicie masculina común. De ahí que para definirla algunos preferimos hablar de “caída del cabello” y no de “calvicie”.

El término alopecia areata, por ejemplo, se refiere a la pérdida del pelo en el cuero cabelludo a manchas o por zonas y es el tipo que yo padezco. Cuando se cae todo el cabello de la cabeza, se denomina alopecia totalis. Y si se produce una caída general del pelo del cuerpo, se trata de una alopecia universalis. En algunos casos la enfermedad nunca pasa de una alopecia areata. A otras personas les ha vuelto a crecer el cabello de manera espontánea sin recibir ningún tratamiento. Pero también hay quien pierde las pestañas y las cejas, lo cual puede causar infecciones en los ojos pues los pelos protegen del polvo y el sudor.

¿Qué la causa?

Las investigaciones médicas indican que probablemente se trata de un trastorno autoinmune es decir, una reacción alérgica a alguna parte del propio cuerpo. Otro trastorno autoinmune con el que quizás esté más familiarizado es el lupus. El sistema inmunológico de una persona con alopecia identifica erróneamente a un pelo como una sustancia extraña. El sistema inmunológico responde enviando células asesinas T (linfocitos) al lugar. Estas se agolpan alrededor del folículo piloso y lo destruyen, impidiendo que vuelva a crecer el pelo durante un período indefinido de tiempo.

Existen diversos tratamientos médicos. En el mejor de los casos, se tarda mucho tiempo en conseguir resultados, y con frecuencia no son los esperados. Por ejemplo, el pelo quizás vuelva a crecer, pero con una textura muy fina y de color claro. La persona puede sentirse frustrada si la alopecia reaparece y el tratamiento que antes fue eficaz no le da resultado en esta ocasión. Es posible que termine yendo de médico en médico, probando diferentes tratamientos. Llegado este punto, la alopecia se puede convertir en una carga financiera, además de emocional.

La comunidad médica solía atribuir la causa al estrés. En su opinión, si desaparecía el estrés el pelo volvería a crecer. De modo que un aquejado de alopecia podía creer erróneamente que él mismo se había provocado la caída del cabello o, como sugerían algunos médicos, que su cónyuge había creado el estrés. Sin embargo, ahora se entiende que el estrés no es responsable de esta enfermedad y la persona que padece alopecia no debe sentirse culpable de su situación.

Desafíos que presenta

La pérdida de cabello altera la apariencia, de modo que a los aquejados de alopecia a veces se los clasifica con ciertos grupos. Si una persona carece de pelo, o tiene lo que otros consideran poco pelo y lo lleva corto, como es mi caso, los observadores pueden llegar a la conclusión de que es un modo de expresar ciertas convicciones sociales o políticas.

Encontrar empleo es en sí un desafío, pero todavía lo es más para los que tienen alopecia. El temor al sida hace que algunos empresarios anden con cautela. Puesto que se produce la pérdida total o parcial del cabello, los empresarios pueden sospechar que los afectados tienen sida, aunque, por supuesto, la alopecia no tiene nada que ver. Otras personas suponen que se están sometiendo a quimioterapia.

Los comentarios irreflexivos que a veces nos hacen pueden ser tan dañinos que hasta tememos salir del amparo del hogar. También nos pueden herir los consejos espontáneos de personas que desean nuestro bien. Quizás digan: “Si yo estuviera en su lugar, no me preocuparía. Me lo tomaría a risa”. Es más fácil decirlo que hacerlo. El sabio rey Salomón se dio cuenta de que “aun en la risa el corazón puede estar con dolor”. (Proverbios 14:13.) Puesto que la alopecia puede cambiar nuestro aspecto de forma tan rápida y radical, agradecemos que no se nos recuerde el cambio ocurrido.

¿Por qué no llevar peluca?

“¿Por qué no se pone peluca? Yo me la pondría”, sugieren algunas personas. Pero la mayoría de las pelucas están diseñadas para mujeres que quieren cambiar de peinado para ir a la moda. No están hechas para llevarlas sobre una cabeza calva. Las pelucas diseñadas para los afectados de alopecia suelen ser más caras, y no todo el mundo puede costear su compra y el mantenimiento adecuado.

Las mujeres encuentran con más facilidad una peluca adecuada que los hombres y los niños porque tienen más variedad de peinados donde escoger. No obstante, algunas mujeres prefieren llevar un bonito pañuelo en su lugar. La mayoría de las pelucas para caballeros no parecen naturales. Además, se plantean las cuestiones: ‘¿Cuándo hay que llevarla? ¿Siempre? ¿Es conveniente llevarla cuando se está solo en casa por si llega una visita inesperada?’. Así pues, por varias razones, es posible que los enfermos de alopecia no lleven peluca. Por otra parte, la mayoría de los afectados pierden el cabello de una zona delimitada que se puede cubrir con el pelo circundante, y no necesitan una peluca.

Cómo me enfrento a la situación

Los que tienen alopecia a veces se sienten mal por la impresión que causan a otros y se vuelven introvertidos. No obstante, en momentos difíciles es importante concentrarse en las prioridades de la vida y recordar que es por nuestra personalidad que nos ganamos el respeto de los demás.

Por lo tanto, trato de vivir el día presente sin preocuparme demasiado por el próximo para que mi problema no me abrume. A este respecto, me ha sido de gran ayuda el dicho bíblico: “Nunca se inquieten acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes”. (Mateo 6:34.)

Es cierto que hay muchas personas con problemas más graves, pero los que tienen alopecia a menudo no cuentan con el apoyo ni la comprensión de los demás. Hasta hace unos cuantos años, tenían pocas oportunidades de hablar de sus sentimientos con otros afectados, pero ahora existe una red de grupos de ayuda en todo Estados Unidos. Por medio de estos grupos, los afectados pueden recibir asistencia de médicos cualificados e informados que dan a conocer los últimos avances en medicina y ponen al descubierto los viejos mitos.

A veces no puedo evitar pensar en lo diferente que podría ser mi vida. Pero tengo el gran privilegio de ser testigo de Jehová y, como tal, dar de mí mismo para ayudar a otros a aprender sobre las hermosas promesas de Dios para el futuro. (Revelación 21:3, 4.) Otra ayuda para seguir adelante son las palabras fortalecedoras que se hallan en la Biblia en Salmo 55:22: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará”.

[Recuadro en la página 13]

Un afectado de alopecia

El actor Humphrey Bogart tenía alopecia. Su esposa, Lauren Bacall, escribió: “Él había notado que en la mejilla tenía un claro donde no le crecía la barba. Le fueron apareciendo más claros, y llegó un momento en que cuando se despertaba por la mañana encontraba mechones de pelo en la almohada. Eso le alarmó. Una cosa es estar calvo con una franja de pelo —un actor siempre puede recurrir a un postizo— pero sin esa franja se ve obligado a llevar peluca. Cuanto más cabello se le caía, más nervioso se ponía, y cuanto más nervioso se ponía, más cabello se le caía. En la última escena de Senda tenebrosa (Dark Passage) llevaba una peluca. Estaba aterrado: su sustento estaba pendiente de un hilo. Era conveniente consultar con un especialista médico. [...] El diagnóstico fue que tenía una enfermedad conocida como alopecia areata”.

[Recuadro en la página 14]

¿Hay algún tratamiento eficaz?

Para detener la alopecia se pueden administrar inyecciones de cortisona, medicamento que reduce la hinchazón en la zona del folículo piloso y así este recibe sangre y nutrición.

Otro tratamiento es el DNCB (dinitroclorobenceno), un ácido que se aplica directamente a la zona afectada con el fin de provocar una reacción alérgica —similar a la causada por el zumaque venenoso— que distraiga a los linfocitos. No obstante, para algunas personas la erupción cutánea resultante puede ser muy dolorosa.

También se ha dado amplia publicidad al uso tópico de un medicamento llamado minoxidilo. Aunque en un principio se utilizó para tratar la hipertensión, se observó que un efecto secundario era que hacía crecer el pelo. Sin embargo, como en la mayoría de los tratamientos contra la alopecia, el índice de éxito ha sido decepcionantemente bajo. Casi toda la información que se ha divulgado respecto a este medicamento está relacionada con la calvicie masculina común, no con la alopecia.

Se han prescrito más de dieciséis medicamentos y tratamientos para la alopecia, todos los cuales se deben administrar durante un período de tiempo indefinido. Como normalmente toma unos seis meses determinar si un medicamento en particular es efectivo, el tratamiento puede prolongarse por mucho tiempo y causar frustración. Por lo tanto, en la actualidad no existe una verdadera curación.

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