De nuestros lectores
Pérdida del cabello Hacía mucho tiempo que esperaba el artículo “Alopecia. ¿Pérdida normal del cabello?” (22 de abril de 1991). Hace años que padezco alopecia universalis y he acudido a muchos médicos sin resultados aparentes. Traté de informarme sobre esta enfermedad, pero no conseguí mucho. Su artículo me ha ayudado a aceptar mi situación con serenidad, mientras espero que llegue el tiempo en que nadie dirá: “Estoy enfermo”. (Isaías 33:24.)
R. C., Italia
Salas de fiestas El artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Puedo ir a salas de fiestas?” (8 de febrero de 1991) me aplicó de lleno. Mi vida empezó a decaer cuando, a la edad de quince años comencé a ir a una sala de fiestas. Al principio no era más que una diversión inocente. Bailaba con amigos de la escuela y en el “soda bar” se servían refrescos. Mis padres, que son cristianos, no sabían que iba a esos lugares pues salía a escondidas por la ventana de mi habitación. Pero el baile “inocente” condujo a las bebidas alcohólicas, luego a las drogas y después a la homosexualidad. Con el tiempo me salí del mundo de las salas de fiestas, pero ahora estoy pagando el precio de haber vivido una vida doble. Solo quería contar lo que me pasó por si de esa forma algún joven por ahí se lo piensa dos veces antes de ir a salas de fiestas.
L. E., Estados Unidos
¿“Rap” o rock? Me alegro de que en su artículo “Ponen música a las obscenidades” (8 de marzo de 1991) dieran atención al problema de la obscenidad en la música pop. No obstante, se equivocaron al clasificar el grupo “2 Live Crew” como un grupo de rock [en la edición en inglés]. En realidad son un grupo de “rap”, que recitan la letra de las canciones en lugar de cantarla.
D. L., Estados Unidos
Gracias por la aclaración. Lo cierto es que hay quienes consideran el “rap” como otra forma más de música rock. De todas formas, los cristianos deben ser selectivos a la hora de escoger la música que escucharán, sin importar el nombre que reciba ese tipo de música en particular.—La dirección.
Hospitalización Gracias por la información tan concisa y sensata que presentaron en la serie de artículos bajo el tema “Hospitalización. ¿Qué entraña para usted?” (8 de marzo de 1991). Quisiera añadir que en una situación que no sea de emergencia, después que se haya diagnosticado con exactitud el problema, el enfermo debería informarse todo lo posible sobre su enfermedad y los tratamientos que hay disponibles. La única manera de tomar decisiones sabias es estando bien informado. En la biblioteca local o la biblioteca del hospital suele haber mucha información útil.
E. D., Estados Unidos
Narcolepsia Les escribo para expresarles mi agradecimiento por su artículo titulado “Narcolepsia. Ataques de sueño invencible” (8 de abril de 1991). No pueden imaginarse lo mucho que significó para mí ver que se hablaba de esta enfermedad en una revista internacional. Empecé a sufrir de narcolepsia cuando tenía quince años, y todavía la padezco ¡a la edad de setenta y siete años!
M. S., Gran Bretaña
Me causó una buena impresión la exactitud con la que el redactor expuso el tema así como la forma tan compasiva de tratarlo. Me gustaría que todas las revistas abordasen el tema de esa forma. Ha sido un acto de bondad para con los que padecen ese trastorno, en particular para con los que deben enfrentarse a la falta de comprensión de los que les rodean.
P. J. H. S., secretario honorario, Asociación de Narcolepsia (Reino Unido)
Ceguera cromática He esperado por mucho tiempo que se publicase un artículo como el de “La ceguera cromática. Un defecto singular” (22 de febrero de 1991). Padezco ceguera cromática y siempre se han reído de mí o he despertado la curiosidad de otros cuando decía que mi sangre era verde o que el arco iris solo tiene dos colores. Pero, gracias a su artículo, ahora me comprenderán mejor. Espero que Jehová algún día me permita ver todos los colores del arco iris.
I. F. O., Brasil