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  • ¡Despertad! 1991
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¡Despertad! 1991
g91 8/6 págs. 8-10

Hablar de otros. Evite su lado perjudicial

MIENTRAS haya gente, se hablará de otros. Incluso en el nuevo mundo perfecto profetizado en la Biblia probablemente se hablará de otros.a (2 Pedro 3:13.) La charla informal acerca de amigos y conocidos es parte integrante de nuestra manera de comunicarnos con otros y mantener buenas relaciones.

Pero nunca hay excusa para el habla perjudicial y maliciosa, es decir, para la calumnia. Este tipo de habla es dañina y hasta puede arruinar vidas, relaciones y reputaciones. De modo que, ¿cómo puede usted evitar extralimitarse y ceder al chisme? ¿Cómo puede protegerse de él? Algunos de los mejores consejos que jamás se han ofrecido sobre este tema se encuentran en la Biblia. Veamos tan solo algunos.

Muérdase la lengua: Se ha dicho que “la conversación es un ejercicio para la mente, pero hablar de otros no es más que un ejercicio para la lengua”. Y es cierto, la mayoría de las injurias no reflejan malicia, sino que denotan que no se ha pensado antes de hablar. Hay quienes comentan sobre asuntos personales de otros; sazonan, exageran y distorsionan la verdad sin pensar en las consecuencias. Ponen al descubierto ante los demás las faltas de sus amigos, de su cónyuge o de sus hijos sin siquiera darse cuenta del daño que hacen.

Por eso la Biblia aconseja: “En la abundancia de palabras no deja de haber transgresión, pero el que tiene refrenados sus labios está actuando discretamente”. (Proverbios 10:19.) En otras palabras: piense antes de hablar. Piense antes de decir algo sobre otra persona. Pregúntese: “¿Lo repetiría en su presencia? ¿Cómo me sentiría si se dijese esto de mí?”. (Mateo 7:12.) El Salmo 39:1 señala: “Guardaré mis caminos para no pecar con la lengua. Pondré un bozal, sí, como guardia para mi propia boca”.

Hay que admitir que en algunas circunstancias morderse la lengua resulta casi imposible. Por ejemplo, puede que tenga firmes sospechas de que alguien ha cometido un mal grave contra usted o su familia. Quizás no disponga de pruebas, pero siente la necesidad de hacer algo al respecto. ¿Sería una calumnia hablar del asunto con un amigo de confianza o con alguien que ocupe un puesto de autoridad? ¿Podría calificarse de chisme malicioso el que usted abordase a alguien para pedir consejo? Obviamente no. La Biblia reconoce la sabiduría de tener habla confidencial. Por supuesto, cuando se manejan situaciones tan delicadas es vital mostrar buen juicio y equilibrio. (Proverbios 15:22.)

No preste oídos a los chismes: ¿Qué pasaría con los “bocazas” si nadie les prestase oído? El problema no lo crean solo los que siempre dicen cosas imprudentes; los que se deleitan en escucharlas también son responsables. Como dicen que quien calla otorga, el que usted preste oídos a ese tipo de comentarios podría interpretarse como que aprueba lo que se dice y contribuiría a diseminar el chisme. Proverbios 17:4 dice: “El malhechor presta atención al labio de la nocividad. Un falsificador presta oído a la lengua que causa adversidades”.

Por lo tanto, cuando la conversación sobre alguien se descontrola, debería tener el valor de decir: “Cambiemos de tema”. Y si su actual círculo de amistades demuestra una tendencia irremediable hacia el chisme, incluso tendría que pensar en buscarse nuevas compañías. La Biblia dice: “El chismoso no sabe guardar un secreto, así que no te juntes con gente chismosa”. (Proverbios 20:19, Versión Popular.) Quizás solo sea cuestión de tiempo el que usted se convierta en el tema de conversación.

No se tome demasiado en serio lo que otros digan de usted: A la mayoría de las personas les gusta que se hable de alguien, siempre que ese alguien no sean ellas. Pero supóngase que usted es víctima de un rumor de mal gusto o falso. A veces es posible averiguar quién ha originado el rumor y se puede resolver la cuestión calmadamente. Pero, ¿y si eso no es posible?

Enfadándose no se consigue nada. De hecho, “el que es presto para la cólera comete tontedad”, dice la Biblia. (Proverbios 14:17.) Por eso Salomón aconsejó: “No des tu corazón a todas las palabras que hable la gente [...]. Porque tu propio corazón sabe bien, aun muchas veces, que tú, hasta tú, has invocado el mal contra otros”. (Eclesiastés 7:21, 22.) Hablar de otros es una realidad de la vida, y en un momento u otro es probable que usted haya participado activamente en ello. ¿Es un asunto de tanta importancia que merezca la pena disgustarse? ¿Acabará ese rumor por desvanecerse con el tiempo? Hay un “tiempo de reír”, y quizás la mejor manera de acallar un rumor es tomárselo a risa y así demostrar que tiene sentido del humor. (Eclesiastés 3:4.)

No eche leña al fuego: Si el rumor no desaparece, pregúntese: “¿Estoy dando motivos para que otros hablen de mí? ¿Me estaré comportando de manera cuestionable, dando la apariencia de obrar mal?”. Considere las siguientes situaciones:

◻ Los compañeros de trabajo de cierta mujer dicen a sus espaldas que es perezosa y que no es de fiar, a pesar de que cumple bien con sus responsabilidades. ¿Por qué tiene esa mala reputación? Por un lado, manifiesta una actitud despreocupada y pausada que fácilmente puede malinterpretarse como pereza. Además, su estilo de arreglarse es muy informal para el puesto de trabajo que ocupa. Y es indiscreta cuando atiende sus llamadas telefónicas personales; habla tan fuerte que atrae la atención de todo el personal de la oficina. Por eso la critican.

◻ Un tendero es la comidilla de su pequeña comunidad. Corre el rumor de que le ha sido infiel a su mujer. El hombre niega con todas sus fuerzas esa falsedad. ¿De dónde ha surgido el rumor? De su reputación de tratar con demasiada familiaridad a las clientas.

◻ Se comenta que cierta adolescente es de costumbres relajadas. Hay quienes dicen que tiene varios amantes y que es cocainómana. Todo eso es falso. No obstante, se relaciona con personas que están metidas en la droga. Es extremada en el vestir, en su forma de peinarse y maquillarse.

Si usted es víctima de alguna calumnia, quizás sería útil determinar si su comportamiento, su manera de tratar a otros y hasta su forma de vestir y arreglarse contribuyen de alguna manera a lo que se dice de usted. Si hace algunos ajustes en su estilo de vida pudiera acabar con los rumores. “Donde no hay leña, se apaga el fuego”, dice la Biblia. (Proverbios 26:20.) Además, si sus acciones rozan el límite de lo impropio, siempre existe el peligro de deslizarse hacia el mal, de tal modo que lo que antes no era más que un rumor, ahora sea una realidad. (Compárese con Gálatas 6:7, 8; 1 Corintios 10:12.)

‘Ocúpese de sus propios asuntos’

Hablar de otros es una costumbre muy arraigada. Sin embargo, debemos darnos cuenta del poder destructivo que puede tener. Por eso, podemos evitar mucha angustia y pesar tanto para nosotros mismos como para los demás si acatamos el siguiente consejo bíblico: “Cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de seria consideración, cuantas sean justas, cuantas sean castas, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas [...]; y el Dios de la paz estará con ustedes”. (Filipenses 4:8, 9.)

En efecto, Dios mismo se interesa en cómo hablamos de otros. Jesucristo advirtió: “De todo dicho ocioso que hablen los hombres rendirán cuenta en el Día del Juicio; porque por tus palabras serás declarado justo, y por tus palabras serás condenado”. (Mateo 12:36, 37; compárese con Salmo 52:2-5.)

¿Desea tener buenas relaciones con otros, paz mental y, lo más importante de todo, una buena reputación ante Dios? Entonces siga el consejo inspirado de la Palabra de Dios: ‘Tengan como mira suya el vivir en quietud y ocuparse en sus propios negocios’. (1 Tesalonicenses 4:11.) Manifieste interés en los demás, pero hágalo con bondad y decoro. De esa forma conseguirá evitar el habla maliciosa y dañina.

[Nota a pie de página]

a Si desea más información, véase el libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra, publicado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc., capítulo 19.

[Fotografía en la página 9]

Aléjese del habla perjudicial

[Fotografía en la página 10]

¿Da pie con su conducta indiscreta a que otros hablen de usted?

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