Métodos deficientes para cambiar
UNA vez establecidos los patrones de comportamiento, ¿cómo se logra cambiar? ¿A quién puede recurrir y qué métodos puede utilizar para lograr una mejora permanente?
Consideremos algunas medidas extremas que se utilizan hoy día.
Presión política
Hoy millones de personas viven bajo regímenes políticos que tratan de controlar los ideales y los códigos de conducta. Tales gobiernos utilizan su poder para inducir a la gente a cambiar; unos de forma sutil y otros por la fuerza. Algunos utilizan técnicas de lavado de cerebro, lo que a menudo incluye intimidación, encarcelamiento y tortura. Controlan los medios informativos y otros sistemas educativos, y de ese modo tratan de reemplazar todos los conceptos establecidos con anterioridad por aquellos que desea la minoría en el poder. Toda discrepancia se reprime por la fuerza. El que se resista a ser reeducado puede ser sometido a tratos crueles que con frecuencia quebrantan su voluntad.
Psicocirugía y estímulo eléctrico
Se ha descubierto que ciertas partes del cerebro influyen en algunos estados de ánimo y formas de comportamiento específicos. La psicocirugía consiste en la extirpación o destrucción del tejido cerebral de esa zona. Una vez operada, esa sección de su cerebro jamás puede volver a funcionar, y cualquier comportamiento en el que hubiese influido, desaparecerá.
Se han llevado a cabo miles de esas operaciones, sobre todo en personas con comportamiento sexual invertido y peligroso. A ciertas personas les han introducido profundamente en el cerebro unos pequeños electrodos, y cuando se les aplica corriente, estimulan o bloquean la actividad cerebral en esa zona. Se afirma que con este método se modifican los impulsos que afectan el comportamiento controlado por esa parte del cerebro.
Drogas
El uso de drogas en psiquiatría está muy extendido y a menudo se trata de algo necesario. Hay drogas para tranquilizar, para inducir el sueño, para animar y para corregir desequilibrios químicos del cerebro. Pero otras se han utilizado con fines punitivos en prisiones y demás instituciones penitenciarias. Dos de ellas son la apomorfina y los preparados de cloruro de succinilcolina (conocidos por el nombre comercial de Anectine).
La apomorfina se ha administrado a presos cuyo comportamiento se consideraba inaceptable. Provoca fuertes náuseas y vómitos, y al preso se le advierte que si vuelve a comportarse mal se le administrará más apomorfina. El Anectine, por su parte, provoca una sensación de asfixia asmática tan fuerte que el preso piensa que va a morir. A él también se le dice que si vuelve a comportarse mal se le administrará más Anectine. Este método se denomina terapéutica de aversión.
¿Son esos los métodos que usted utilizaría para cambiar su patrón de conducta?
La mayoría de los métodos mencionados violan el libre albedrío de la persona. También hacen que unas personas con poder influyan en otras, y no siempre en favor de estas últimas. ¿La ventaja de quién busca el poder político, la suya propia o la de la persona? En el caso de la psicocirugía, ¿quién sostiene el escalpelo? Cuando se utilizan estímulos eléctricos, ¿quién controla el interruptor? ¿Hasta qué grado son duraderos los efectos de la terapéutica de aversión? ¿Se puede confiar en los que administran estas terapias?
Consideremos un procedimiento más adecuado.