Niños huérfanos de Afganistán visitan una granja
LA URBANIZACIÓN progresiva de la sociedad moderna ha hecho que millones de niños nunca hayan visto una granja y sus animales. Y sin duda, es muy probable que los niños de Afganistán nunca lleguen a ver una granja de Estados Unidos. Así que imagínese la emoción que sintió un grupito de niños, huérfanos y destrozados por la guerra, cuando visitaron las Haciendas Watchtower, ubicadas en Wallkill, al norte de la ciudad de Nueva York, a unas dos horas de viaje por carretera.
Unos traductores afganos acompañaron al grupo para ayudarle a entender toda la actividad que se realiza en este singular complejo agrícola-ganadero-impresor dirigido por los testigos de Jehová y atendido por más de mil trabajadores voluntarios que componen la familia de las Haciendas Watchtower.
La visita comenzó con una invitación a té y galletas, después de lo cual los niños pasaron a ver las enormes prensas impresoras utilizadas para imprimir las revistas La Atalaya y ¡Despertad! a todo color. Uno de los guías dijo: “Me sorprendió que aunque todo su afán era ver los animales que se criaban allí, disfrutasen de presenciar la eficacia y la envergadura de aquella actividad”.
Y añadió: “A continuación fuimos a ver los becerros y los niños pudieron acariciarlos y darles de comer. Fue una escena digna de ver: los niños corrían en busca de más hojas verdes para alimentar a las crías. En el gallinero, todos pudieron tomar en sus manos a los pollitos. Lo gracioso fue que cuando se les preguntó cuál era su plato favorito de la cocina estadounidense, respondieron: ‘¡Pollo frito a la Kentucky!’. [Pollo rebozado que se vende en los establecimientos de comida rápida Kentucky Fried Chicken.]”.
Cuando llegó la hora de la comida, tomaron arroz y pollo en el comedor junto a la enorme familia de la granja. Al terminar, muchos miembros de la familia se arremolinaron alrededor de estos jovencitos procedentes de un país tan lejano para saludarlos. Era obvio que les encantaban los niños.
Por la tarde se les permitió subir a los tractores y agarrar el volante. Y como todos querían montar a caballo, también se les concedió ese deseo. ¿Cuál fue la siguiente experiencia emocionante? ¡La estación de bomberos de las Haciendas Watchtower con su enorme camión de bomberos de color rojo vivo! Cuánta alegría se les reflejaba en el rostro cuando, por turno, daban una vuelta en el camión y hacían sonar la sirena. En todas partes del mundo a los niños les gustan básicamente las mismas cosas: ¡los colores vivos y el ruido!
Cuando se les preguntó qué les había parecido la visita, Ahmad, uno de los muchachos de más edad, dijo: “Me gustaron las prensas impresoras, la oración antes y después de la comida y... ¡todo lo que nos sirvieron para comer!”. A todos les encantaron los animales y el paseo a caballo.
Esta breve experiencia ilustra que la bondad, manifestada tanto a huérfanos como a cualquier persona, puede servir de excelente recomendación a favor de la fe cristiana y del amoroso Dios Jehová. Como dice la Biblia: “La forma de adoración que es limpia e incontaminada desde el punto de vista de nuestro Dios y Padre es esta: cuidar de los huérfanos y de las viudas en su tribulación, y mantenerse sin mancha del mundo”. (Santiago 1:27.)—Contribuido.