“Trastornos del apetito”: Comentarios de nuestros lectores

LOS artículos de ¡Despertad! titulados “Trastornos del apetito. ¿Tienen solución?” (22 de diciembre de 1990) generaron un volumen de correspondencia poco corriente. Recibimos cartas de lectores de todo el mundo en agradecimiento por tratar este tema tan delicado y a menudo doloroso. Los artículos fueron de interés para un buen número de personas que han luchado por mucho tiempo contra los trastornos del apetito.

Por ejemplo, cierta mujer escribió: “Estimado(a) señor(a): La Sociedad Watchtower Bible and Tract merece el máximo encomio por sus artículos sobre los trastornos del apetito. A los nueve años me diagnosticaron anorexia nerviosa, y llevo treinta y cuatro años luchando contra ese trastorno. He leído casi todas las publicaciones disponibles sobre el tema y me he sometido a diversos tratamientos, por lo que puedo decir con toda sinceridad que la forma de enfocar el problema en la revista ¡Despertad! es la mejor que he visto jamás. Ninguna otra publicación ni ningún consejero han dado al problema, que yo sepa, un enfoque espiritual tan amplio como esos artículos de ¡Despertad! Por primera vez puedo ver la anorexia tal como Dios la ve”.

Muchas personas ya están poniendo en práctica el consejo dado en esos artículos. Una mujer escribe: “Cuando leí el artículo ‘¿Quiénes padecen trastornos del apetito?’ me sorprendió ver descrita en él mi propia personalidad. Cada uno de los puntos mencionados en el artículo ‘¡Se puede ganar la batalla!’ me ha ayudado mucho. He corregido mi punto de vista. Fue un alivio saber que otros, incluso cristianos, tienen este mismo problema. Pensaba que quizás sería la única”.

Una joven de veinticinco años escribió: “He padecido bulimia desde que tenía trece años. Pasé todo 1989 y parte de 1988 sumida en una depresión profunda y debilitante. Hasta traté de suicidarme en dos ocasiones. Puedo identificarme con estos conmovedores artículos y ya he estado poniendo en práctica algunas de las sugerencias y de los sabios consejos. Los artículos me han proporcionado dirección y un mejor enfoque de las cosas. Este es sin duda alguna un número que ATESORARÉ y al que me remitiré con frecuencia”.

“No dejo de leer y releer la revista —escribe una mujer joven que ha luchado con trastornos del apetito durante diez años—. Ahora es cuando empiezo a admitir que tengo un problema. Es un gran consuelo saber que Jehová desea ayudar y que no se da por vencido con nosotros si recaemos en el problema.”

“¡Me daba la sensación de estar leyendo lo que yo misma sentía!”, escribió una jovencita. “Estos artículos me han ayudado a abrirme y hablar con mi madre, y ahora estoy más capacitada para afrontar los sentimientos que experimento sobre mí misma.” Una muchacha de dieciséis años escribe: “Me estoy recuperando de anorexia nerviosa. Había estado orando a Jehová por encontrar a alguien que comprendiese mi enfermedad. La revista ¡Despertad! me mostró que ya tengo a esas personas a mi alrededor. Tengo a mi familia, muchos testigos de Jehová que son amigos míos y, en especial, tengo al propio Jehová. Espero que la revista ¡Despertad! del 22 de diciembre [de 1990] ayude a otros tanto como me ha ayudado a mí y a mi familia”.

Una joven de veinte años que participa en el ministerio a tiempo completo escribe: “Llevaba mucho tiempo tratando de vencer sola mi trastorno del apetito. Hubo un tiempo en que hasta me parecía una tontería orar por ayuda. Cuando vi que Jehová considera ese problema tan importante, lloré de gozo”.

“¡Fue excelente! ¡Lo digo en serio!”, escribió otra mujer. Y luego añadió: “He pasado por muchos traumas durante mi infancia, y los dos peores fueron el abuso sexual y el abuso ritual [en conexión con rituales satánicos]. Los dos primeros párrafos bajo el subtema ‘Sentimiento de inutilidad’ dieron en el clavo. Realmente es cuestión de reorientar la mente para aprender a gustarse una misma, y eso, como muy bien se explicó, no se puede hacer sin ayuda”.

A muchas personas les dio la sensación de que los artículos fueron la respuesta a sus oraciones. “Estos artículos no fueron escritos por casualidad pues ¡Jehová verdaderamente responde las oraciones!”, exclamó una lectora. Y añadió: “Aunque he estado librando la ‘batalla contra la gordura’ durante la mayor parte de mi vida, hasta que no leí los artículos no me di cuenta de que padezco un grave trastorno del apetito (bulimia)”. Y una joven de diecinueve años que lleva seis años luchando contra la bulimia dijo: “Este mismo mes estuve a punto de escribirles para pedirles si podían publicar algún artículo bien redactado sobre este tema. Me siento muy feliz de que entraran en tanto detalle y no se limitaran a silenciar el asunto como hace la mayoría de la gente”.

Otra carta simplemente decía: “He orado para que se publicaran artículos sobre los trastornos del apetito, y los he esperado con paciencia. Hubiese pedido información al respecto, pero me daba vergüenza. La compasión que me mostraron como persona en esos artículos ha fortalecido mi fe para vencer este problema de una vez por todas”. Una estudiante de enseñanza superior escribe: “Desarrollé anorexia nerviosa y bulimia, lo que me produjo sufrimiento mental y físico. Pedí en oración ayuda a Jehová, y salieron estos artículos. No pude evitar llorar de gozo”.

Para muchos, leer los artículos fue una experiencia emocional. “Tan pronto como la saqué del envoltorio —escribe una mujer joven—, me fijé en la portada. Casi me daba miedo tocarla. La dejé sobre la cama junto a mí y durante unos minutos solo la miré. Todo lo que pude hacer fue dar gracias a Jehová por los artículos. Realmente puedo ver que Jehová me ama de veras. Los artículos me ayudaron a darme cuenta de nuevo que mi cuerpo es una dádiva preciosa y que debo tratarlo como tal.”

“Cuando leí los artículos, lloré —escribe otra mujer—, e incluso ahora, al mecanografiar esta carta, no puedo contener las lágrimas. Ya estoy recuperada de la bulimia que padecía y llevo tiempo esperando un artículo de la Sociedad sobre este tema. Una de las cosas más difíciles que jamás he tenido que hacer ha sido aprender a aceptarme a mí misma, convencida de que soy de valor a los ojos de Jehová y sin permitir que la forma de pensar de otras personas afecten el modo de verme a mí misma. Unos días me resulta más fácil que otros, pero sigo esforzándome en esa dirección.”

“Con los ojos llenos de lágrimas estreché la revista contra mi pecho —escribe una joven de veintiún años—. Llevo casi nueve años luchando contra los tres trastornos del apetito mencionados en los artículos. Y siempre temía contárselo a alguien. Ahora, como resultado de los prácticos consejos que se dan en la revista, siento que puedo atajar este problema con la ayuda de Dios. Esto es precisamente lo que he estado pidiendo en oración.”

Finalmente, un anciano cristiano escribe: “He encontrado estos artículos muy útiles. Qué importante es que los ancianos estudiemos a fondo y absorbamos esta información para poder ayudar a otros, tanto dentro como fuera de la congregación”.

Los extractos publicados aquí proceden de solo algunas de las cartas de agradecimiento que hemos recibido. Esperamos y oramos sinceramente que esos artículos sigan ayudando a personas de todo el mundo a superar los angustiosos trastornos del apetito.