“Esta noche estarás muerto”
Por el corresponsal de ¡Despertad! en África del Sur
“¿TE DAS cuenta de que te estás muriendo y de que para esta noche ya estarás muerto?”, preguntó el médico.
Débil por la pérdida de sangre, Wyndham Cook, un joven de quince años, respondió que estaba decidido a obedecer el mandato bíblico de ‘abstenerse de sangre’ aunque eso significase perder la vida. (Hechos 15:20.)
“¿Te apuntarías con una pistola a la cabeza y apretarías el gatillo?”, replicó el doctor.
“No lo haría —dijo Wyndham—. Pero rechazar una transfusión de sangre no es un suicidio, solo es obedecer el mandato de Dios.” Wyndham tiene venas varicosas en el esófago que a veces le producen hemorragias internas. Además, para empeorar las cosas, padece hemofilia parcial.
Surgen complicaciones
Es comprensible que los padres de Wyndham se preocuparan cuando el martes día 28 de noviembre de 1989 volvió a tener una hemorragia tras siete años sin problemas. Se llevó a Wyndham inmediatamente al hospital. Después de hacerle una endoscopia (para examinarle el esófago), su nivel de hemoglobina bajó a 6,6 gramos por decilitro. (El nivel de hemoglobina que se considera normal va de 14 a 15 gramos por decilitro.) Aquella noche, mientras Wyndham dormitaba, todos estaban preocupados.
Para el miércoles al mediodía, su nivel de hemoglobina había bajado a 4,3 gramos y la hemorragia continuaba. Entonces empezó la primera de las varias discusiones con el personal del hospital tocante a por qué no se le podía administrar una transfusión de sangre. Chris, el padre de Wyndham, explica: “Razonamos largo y tendido, basándonos en las Escrituras. También aclaramos que no rechazábamos su ayuda médica ni la vida en sí. En una situación crítica como la que atravesábamos, necesitábamos desesperadamente su experiencia médica. Lo único que rechazábamos era que se usara sangre”.
A las dos de la tarde se iba a introducir por la garganta de Wyndham un tubo que podía inflarse, con el fin de presionar las venas hinchadas y así frenar la hemorragia. El tubo también llega al estómago y elimina la sangre que se ha estancado allí como consecuencia de las hemorragias internas. Aprovechando que los padres de Wyndham no estaban presentes, una enfermera le dijo: “Con tan solo unas unidades de sangre podrías salvar la vida. Ni tus padres ni tu ministro [religioso] tienen por qué enterarse jamás”.
“Jesús tomó sangre con sus doce apóstoles —razonó el doctor—. Cristo dijo: ‘Esto es mi sangre [...], bébanla’. Si dices que eres cristiano y que quieres seguir el ejemplo de Cristo, ¿por qué no aceptas una transfusión de sangre?”
Wyndham explicó que cuando los apóstoles tomaron de la copa que Jesús les ofreció, no bebieron sangre literal, sino vino que simbolizaba la sangre de Jesús. Su postura inflexible causó tal impresión que se incluyó en su historial una nota en la que se decía que a la edad de quince años y en pleno uso de sus facultades mentales, había rehusado categóricamente que se le transfundiera sangre. Esta firme postura iba a serle de gran ayuda al día siguiente.
La madrugada del jueves parecía que su estado se había estabilizado un poco, pero la mejoría no duró mucho. Volvió a tener una hemorragia, y para las nueve de la mañana la concentración de hemoglobina había bajado a 3,0. Su estado era crítico. El doctor que estaba al cargo del equipo quirúrgico pidió a los familiares de Wyndham que saliesen de la habitación para poder hablar con él a solas.
“No fue fácil dejarle solo —dice Judy, su madre—. Temíamos que no pudiera resistir por encontrarse muy débil. Pero se había bautizado seis meses antes y tenía derecho a defenderse por sí mismo.”
“Todo lo que podíamos hacer entonces era suplicar a Jehová que le ayudase a mantener su integridad —recuerda su padre—. Comprendimos el verdadero significado de la palabra ‘suplicar’.” Wyndham dice que lo que le ayudó fue recordar el texto de Revelación 2:10. Explica: “No dejaba de pensar en las palabras: ‘Pruébate fiel hasta la misma muerte, y yo te daré la corona de la vida’”.
¿Una orden judicial?
Finalmente el doctor dijo que iba a solicitar una orden judicial para transfundirle sangre. Como Wyndham era menor de edad, todos pensaban que el juez concedería la petición. Se hicieron oraciones intensas a favor de Wyndham. “Prácticamente toda la congregación vivió aquella dura prueba de la familia Cook —comentó Neville, el superintendente presidente de la congregación—. Cuando Wyndham mejoraba, toda la congregación respiraba aliviada. Cuando empeoraba, todos contenían la respiración y oraban para que se produjese un desenlace feliz.”
“Mientras esperábamos la decisión del tribunal —recuerda Judy—, llegaron casi todos los miembros del cuerpo de ancianos y estuvieron aguardando en la sala de espera. ¡Qué bendición fue aquello para nosotros! La hemorragia seguía y la hemoglobina había descendido a 2,9; parecía que Wyndham no tenía posibilidades de sobrevivir.”
En menos de una hora llegó la respuesta: se denegaba la petición de una orden para transfundir sangre a Wyndham por la fuerza. “Se nos dijo —explica Chris— que la razón para no conceder la orden judicial era que Wyndham estaba en pleno uso de sus facultades mentales. Conocía las consecuencias de su postura, y, tras pensarlo bien, había tomado una decisión consecuente con sus creencias basadas en la Biblia.”
Cara a cara con la muerte
Pero Wyndham no mejoraba. Es más, el jueves al mediodía les dijeron a Chris y Judy: “A su hijo solo le quedan unas horas de vida. Si desean que su ministro [religioso] y sus parientes le vean antes de morir, será mejor que los llamen en seguida”. Así que llevaron al hermano de Wyndham, Jonathan, de nueve años, para que lo viese.
A la una y media de la tarde, el equipo médico le quitó el tubo que se le había introducido por la garganta, a fin de que pudiese morir con dignidad. Durante las siguientes horas su vida pendió de un hilo. Aunque su estado era crítico, continuó estable a pesar de que le sobrevino una fiebre elevada. A lo largo de aquella noche se aferró a la vida.
Pero durante el fin de semana empezó a mejorar. El lunes decidieron enviarlo a casa, pues en el hospital ya no podían hacer nada más por él. Una vez que llegó a casa, la situación empeoró. Chris recuerda: “Llevamos a Wyndham a casa y le metimos en la cama. No habían transcurrido ni tres cuartos de hora cuando se despertó y empezó a sangrar profusamente de nuevo. Nos quedamos desolados. Oramos a Dios para que nos ayudase a hacer frente a la situación de la manera correcta”.
A los treinta minutos Wyndham volvía a estar ingresado en el mismo hospital y en la misma habitación, y le atendía el mismo médico. Su hemoglobina había bajado a 2,5. Debido a sus dificultades para respirar, aquella noche le administraron oxígeno. Al día siguiente, mientras todavía luchaba entre la vida y la muerte, recibió una visita muy animadora. “Sarel y Maryann (nuestro superintendente de distrito y su esposa) fueron a verle —cuenta Judy—. Sarel se quedó de pie junto a su cama, le tomó la mano e hizo una sincera oración a Jehová. Nos sentimos fortalecidos tras su visita.”
Durante toda aquella crisis, la congregación cristiana proveyó ayuda práctica. Había una lista de los miembros de la congregación que suministrarían la comida, no solo para los Cook, sino también para los otros Testigos que se turnaban para estar con ellos. Los jóvenes limpiaron la casa, dieron de comer al perro, encendieron las luces y atendieron todos los detalles en los que la familia ni siquiera había tenido tiempo de pensar. Nunca deberían subestimarse el apoyo y el ánimo de los compañeros de creencia en momentos como estos.
Los médicos volvieron a decidir que no podían hacer nada más por Wyndham, aparte de administrarle sangre. De modo que, aunque todavía estaba con el oxígeno y su nivel de hemoglobina era inferior a 2, le enviaron a casa.
Recuperación
A fin de que subiera la concentración de hemoglobina, se recomendó que se le administrara eritropoyetina, una hormona sintética que estimula a la médula ósea para que produzca glóbulos rojos a un ritmo acelerado.a Este tratamiento no está registrado legalmente en África del Sur, pero se firmó una exoneración y el propio médico de cabecera le administró el fármaco. Al cabo de tres semanas su hemoglobina subió a 6,2, y a las seis semanas aumentó a 11,5. Dos meses más tarde, Wyndham ya estaba lo suficientemente fuerte como para dedicar un mes a la predicación pública como precursor auxiliar con su familia.
Una consecuencia positiva de que Wyndham estuviese al borde de la muerte fue el efecto de esa situación en otros jóvenes de la congregación. Judy comenta: “Creo que les hizo darse cuenta de que ellos también podían verse obligados a adoptar una postura similar sin previo aviso. Estaban en el hospital, viviendo toda la prueba, y pienso que eso les hizo preguntarse: ‘¿Nos estamos tomando la verdad en serio?’”.
Desde entonces Wyndham ha superado con éxito otras dos hemorragias, aunque sabe que puede tener una recaída en cualquier momento. Pero pase lo que pase en el futuro, Wyndham Cook espera ansioso el tiempo en el que Jehová Dios finalmente le galardonará con salud perfecta en el venidero paraíso en la Tierra. Mientras tanto, está firmemente resuelto a seguir viviendo en conformidad con los principios bíblicos.b
[Notas a pie de página]
a Véase el folleto ¿Cómo puede salvarle la vida la sangre?, página 15, publicado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc.
b Cuando se imprimía esta revista, Wyndham falleció después de sufrir otra hemorragia.
[Fotografía en la página 15]
Wyndham y sus padres