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  • ¡Despertad! 1991
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¡Despertad! 1991
g91 8/9 págs. 18-19

El punto de vista bíblico

Por qué es peligrosa la pornografía

LA PORNOGRAFÍA ya no está restringida a las tiendas especializadas y los espectáculos pornográficos. Se ha convertido en algo público. En un país tras otro, la pornografía pasa ante los ojos del ciudadano medio a través de revistas, periódicos, libros, programas de televisión, películas y vídeos. ¿Es posible que algo tan extendido sea de verdad tan peligroso?

Pues bien, ¿qué es la pornografía? Puede definirse como “representación de conducta erótica (en fotografías o escritos) destinada a suscitar excitación sexual”. Esta es una definición clara. Pero las discusiones surgen cuando se trata de determinar qué suscita excitación sexual y qué no la suscita. Es verdad que, hasta cierto grado, lo que constituye pornografía está en los ojos de cada uno. En otras palabras, puede que aquello que excita sexualmente a una persona no excite a otra. Sin embargo, una encuesta reciente llevada a cabo entre 5.000 personas en Alemania reveló que, hasta cierto punto, el material erótico afecta a casi toda persona, tanto hombres como mujeres.

¿Está mal que se despierten los deseos?

No es sabio excitar un deseo legítimo —sea cual sea su naturaleza— que no se puede satisfacer apropiadamente. Por ejemplo, si uno de sus platos favoritos no está disponible, probablemente no se sentirá contento si siempre está contemplando fotografías de ese plato en revistas o libros. O si no puede comerlo, quizás por razones de salud, es muy probable que el estar pensando constantemente en él le haga ceder, con el consiguiente peligro para la salud. De igual manera, si un fumador que está tratando de abandonar ese hábito pasa tiempo mirando ansiosamente cómo fuman otras personas, sus posibilidades de romper con el tabaco no aumentarán.

La Biblia dice con respecto a los deseos sexuales que, cuando se satisfacen apropiadamente dentro del amoroso vínculo matrimonial, resultan en felicidad. (1 Corintios 7:2-5; Hebreos 13:4.) Por lo tanto, ¡qué insensato es que una persona soltera despierte deseos que no puede satisfacer! Eso solo conduce a frustración o, aún peor, a satisfacer los deseos recurriendo a la masturbación o a la fornicación, lo que supone traspasar las leyes y los principios divinos. (1 Tesalonicenses 4:3-7.)

¿Significa eso que la pornografía no es peligrosa si se está casado? No, las reglas bíblicas de conducta también aplican a los casados. Además, la pornografía atrae las pasiones egoístas, gratificando la satisfacción de los deseos personales, mientras que el amor se centra en satisfacer las necesidades del cónyuge. La pornografía conduce a relaciones sexuales desconsideradas y egocéntricas, que son deshonrosas y desamoradas incluso dentro de la relación matrimonial. (1 Corintios 13:5.)

En lugar de fortalecer el amor marital, la pornografía lo mata, al degradarlo y desvirtuarlo. Las relaciones sexuales que representa la pornografía son una fantasía de la peor clase, porque comunica ideas incorrectas y perjudiciales sobre las intimidades maritales. Además, las relaciones de la vida real no se limitan al ámbito sexual; se edifican en la ternura, el humor, la comunicación y el cariño. En cambio, la pornografía hasta puede convertirse en una cuña que separe a un matrimonio.

La pornografía reduce a las personas al nivel de los animales, que solo actúan por instinto; no fomenta el autodominio, que es un fruto del espíritu de Dios (Gálatas 5:22, 23), y puede allanar el camino para perversiones sexuales. Estas no son más que algunas razones por las que los cristianos evitan la pornografía.

El sabio consejo bíblico es: “Regocíjate con la esposa de tu juventud [...]. ¿Por qué, pues, debes tú, hijo mío, estar en un éxtasis con una extraña, o abrazar [directa o indirectamente mediante la pornografía] el seno de una extranjera?”. (Proverbios 5:15-20.)

¿Cómo puede una persona evitar o librarse del control de la pornografía?

Cómo librarse de su control

Para contrarrestar la atracción de la pornografía, la Biblia aconseja: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual”. (Colosenses 3:5.) En este texto, la palabra “amortiguar” transmite vívidamente la idea de dar muerte, no simplemente reprimir, cualquier miembro del cuerpo que se utilizaría en esos vicios.

Pero eso hay que entenderlo en un sentido metafórico, no físico. Los cristianos no deben mutilarse. Si “matamos” de manera tajante los pensamientos sexuales impropios, no cederemos al señuelo de la pornografía, que nos insta a utilizar de manera incorrecta los miembros de nuestro cuerpo, como, por ejemplo, los ojos. (Compárese con Mateo 5:29, 30.) La Biblia aconseja que se reemplacen los deseos impropios con “cuantas cosas sean [...] justas, cuantas sean castas”, y añade que se “continúen considerando estas cosas”. (Filipenses 4:8.)

¿Qué más puede ayudar? Recordar —quizás hasta memorizando— textos bíblicos como los siguientes:

“Haz que mis ojos pasen adelante para que no vean lo que es inútil.” (Salmo 119:37.)

“Todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos[...]— no se origina del Padre, sino que se origina del mundo.” (1 Juan 2:16.)

“Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado; a su vez, el pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte.” (Santiago 1:14, 15.)

Cualquier cosa que pueda iniciar una reacción en cadena que termine en la muerte puede calificarse correctamente de peligrosa, ¡y la pornografía encaja perfectamente en esa descripción! Recuerde: “El que esté sembrando con miras a su carne, segará de su carne la corrupción; pero el que esté sembrando con miras al espíritu, segará del espíritu vida eterna”. ¡No deje que la pornografía le robe la vida eterna! (Gálatas 6:8.)

[Comentario en la página 19]

En lugar de fortalecer el amor marital, la pornografía lo mata, al degradarlo y desvirtuarlo

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