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  • ¿Es tan grave el peligro?
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¡Despertad! 1991
g91 22/10 págs. 11-14

El radón. ¿Un peligro en casa?

UN INGENIERO que trabajaba en la central nuclear de Limerick, en el este de Estados Unidos, descubrió que su cuerpo hacía que se disparase la alarma que controlaba la radiación incluso sin entrar en el recinto de la central. Cuando se comprobó que no estaba absorbiendo radiaciones dentro de la central nuclear, se examinó su casa y se descubrió que allí estaba la fuente de la contaminación.

Un misionero de sesenta y ocho años que se recuperaba de una operación de doble derivación coronaria tenía dificultades para combatir la anemia, a pesar de que le estaban medicando para fortalecer la sangre. Una de las preguntas que el médico le formuló fue: “¿Ha estado expuesto alguna vez a radiaciones?”.

“Sí —contestó—. Cuando tenía poco más de veinte años, trabajé durante dos años como técnico en una central y estuve expuesto al radón.”

“Quizás sea ese el problema”, concluyó el doctor.

Tanto el ingeniero de la central nuclear como el hombre que tenía anemia habían estado expuestos a un peligro invisible: el radón.

“¿El radón?, ¿qué es eso? ¿Podría suponer un peligro en mi casa?”, quizás se pregunte usted.

¿Qué es el radón?

El radón es un gas inodoro e incoloro que pertenece al grupo de los seis elementos químicos llamados gases nobles o inertes, pero difiere de los otros cinco gases nobles en que es radiactivo. Se origina de la desintegración del radio, un elemento radiactivo.

Los elementos radiactivos emiten ciertas radiaciones, o partículas, y en el proceso de desintegración, se convierten en otras sustancias. De ese modo, el metal radiactivo llamado uranio se convierte con el tiempo en radio. Cuando un átomo del metal radio emite radiación, se convierte en un átomo de radón. El radón, a su vez, se desintegra hasta convertirse en otros productos radiactivos, a los que se denomina hijos.

El índice de desintegración de una sustancia radiactiva recibe el nombre de vida media. La vida media del radón es de un poco menos de cuatro días, lo que significa que en unos cuatro días la mitad del radón original se desintegra hasta convertirse en otras sustancias. Por otro lado, la vida media del radio es de mil seiscientos sesenta años, y la del uranio, de ¡cuatro mil quinientos millones de años! Por eso, el uranio abunda más en estado natural que el radio, pues tiene una vida media mucho más larga.

La fuente del problema

En cualquier mineral de uranio siempre habrá cierta cantidad de radio, así como pequeñas cantidades de radón. Este gas radiactivo, que puede infiltrarse en nuestra casa, es la fuente del problema.

La cantidad de uranio que hay en las rocas y en la tierra varía mucho de un lugar a otro. Esto significa que en ciertas zonas puede filtrarse y emanar lentamente de la tierra una cantidad importante de radón. Si este escapa al aire libre, en seguida desaparece, pero si se da la circunstancia de que está debajo de una casa, puede acumularse allí y filtrarse gradualmente en el sótano de la casa a través de las grietas que pueda haber en el suelo o las paredes, o a través de los sumideros y los desagües.

Como el radón también puede encontrarse en las aguas subterráneas, es posible que penetre en las casas a través del abastecimiento de agua. No obstante, el peligro no radica tanto en que una persona beba el agua como en que inhale el gas que esta emana mientras lava, se ducha o cocina.

El caso del ingeniero de la central nuclear de Limerick mencionado en la introducción ilustra el peligro potencial del radón. Se descubrió que se habían colocado los cimientos de su casa sobre un afloramiento de roca que contenía uranio. Las mediciones realizadas en su sala de estar detectaron 3.200 picocurios, mientras que la EPA (Agencia de Protección del Medio Ambiente) recomienda que se tomen medidas para reducir los niveles de radón en aquellas casas que superen los cuatro picocurios por litro de aire.a

Según un cálculo aproximado, esta familia recibió durante el año que vivió en esa casa la misma cantidad de radiación que si se hubiese sometido a ¡260.000 radiografías de tórax! De modo que sus posibilidades de contraer cáncer de pulmón aumentaron mucho. La familia tomó la sabia decisión de cambiarse de casa hasta que la situación se arreglase. “No fumo y jamás probé el alcohol mientras estuve embarazada —se lamentó la esposa—. Y luego resulta que traigo a mis hijos a vivir a una nube radiactiva.”

También se han detectado niveles elevados de radiación en ciertas zonas de Alemania, Dinamarca, Francia, Grecia, Italia, Países Bajos, Reino Unido y Suecia. Muchos mineros que extraían uranio y estaban expuestos al radón han muerto de cáncer de pulmón. De hecho, una escritora que trabaja para el periódico The New York Times afirma: “Nadie pone en duda la capacidad [del radón] para provocar cáncer de pulmón, una enfermedad que solía causar la muerte de la mitad de los trabajadores de las minas de uranio, los cuales inhalaban grandes cantidades de productos resultantes de la descomposición del radón durante cada jornada laboral”.

¿Es tan grave el peligro?

Como la mayor parte del radón que entra en los pulmones se exhala antes de que se descomponga, no es el radón en sí lo que plantea un importante problema para la salud. Sin embargo, los “hijos” —los productos de desintegración radiactiva del radón— pueden ser peligrosos. Estos productos son químicamente activos y se adhieren a las minúsculas partículas de polvo que pueden quedarse en los pulmones. De ese modo, la radiación puede afectar al tejido pulmonar. El doctor Anthony Nero, hijo, científico principal del Laboratorio Lawrence Berkeley, de la universidad de California (E.U.A.), explica: “Como [los productos de desintegración radiactiva del radón] tienen una vida media corta, una vez en el pulmón, es muy probable que se desintegren [allí]”.

El peligro de la exposición al radón en las casas solo se ha investigado en años recientes, y nadie sabe en realidad qué nivel de radón puede considerarse seguro. A principios de este año, la EPA redujo el cálculo que había hecho del peligro. “Anteriormente habíamos calculado hasta 21.000 muertes de cáncer por año debidas al radón, y puede que esa cifra sea ahora de 16.000”, dice el doctor Richard J. Guimond, representante de la EPA. No obstante, añade: “El radón sigue siendo un importante peligro para la salud”. Sin embargo, nadie puede señalar a ciencia cierta ningún caso de cáncer provocado por la exposición al radón en casa.

De hecho, hay quienes creen que la preocupación por el radón se ha exagerado mucho. William Mills, un anterior director de la EPA, dice que la cantidad de muertes por cáncer atribuidas al radón es exagerada, pues muchas de ellas deberían atribuirse al tabaco. “En mi opinión —comenta—, el verdadero riesgo del radón está entre cero y alguna cifra próxima al cero.” Roger Eaton, director de un grupo de investigación del radón dentro del Departamento de Sanidad y Asistencia Social del gobierno de Canadá, es de una opinión similar. Dice: “Nuestra experiencia revela que el cáncer de pulmón es una enfermedad poco común cuando no se fuma”.

Por lo visto, el tabaco aumenta significativamente el peligro del radón para los que están expuestos a él. La revista Science comenta que en el caso de los fumadores, la exposición al radón multiplica como mínimo por diez el peligro de contraer cáncer de pulmón. No se sabe por qué afecta más a los fumadores que a los no fumadores, pero algunos expertos opinan que los pulmones dañados por el humo posiblemente tiendan a retener los productos de desintegración radiactiva del radón.

En algunas zonas el radón alcanza niveles muy altos, por lo que se las denomina puntos calientes. En Clinton (Nueva Jersey, E.U.A.) se descubrió que todas las casas de cierta comunidad en las que se realizaron mediciones tenían concentraciones elevadas de radón. Las concentraciones eran tan altas en cinco casas, que se estimó que si los ocupantes vivían en ellas toda la vida, correrían un riesgo de contraer cáncer de pulmón comparable al de fumar ¡veinte paquetes de cigarrillos diarios!

El doctor Nero explica: “Muchas personas de esas zonas viven en casas que tienen concentraciones de radón superiores a los veinte picocurios, unos niveles que sobrepasan el límite máximo de exposición recomendado para los mineros”. Y sus cálculos son: “Hay unas 100.000 familias en esas circunstancias, y esas personas realmente necesitan ayuda”.

La EPA ha advertido que ocho millones de hogares americanos tienen niveles de radón que probablemente superan la recomendación federal de cuatro picocurios por litro de aire. Sin embargo, algunos expertos creen que este cálculo de la EPA es exagerado. También cuestionan el grado de peligro que suponen los niveles bajos de radón. El doctor Bernard L. Cohen, profesor de Física y de las Repercusiones de la Radiación en la Salud de la universidad de Pittsburgh (E.U.A.), dijo: “Mi interpretación de los datos es que una exposición a niveles bajos es esencialmente inocua; a niveles muy bajos, como los que se encuentran en la mayoría de las casas, no se producen efectos”.

¿Qué hay de su casa?

El peligro del radón para usted depende en gran medida de la concentración de uranio que haya en el terreno donde vive. Otro factor importante es el tipo de tierra que hay debajo de la casa; las tierras más permeables permiten la entrada de mayores cantidades de radón aunque su contenido en radio sea bajo.

Además, otro factor de riesgo es cómo está construida la casa. Por ejemplo, muchas casas modernas se han construido para que queden casi herméticamente cerradas con el fin de conservar la energía, de modo que el radón que se filtra en su interior no puede escapar con facilidad. Una autoridad de la EPA explica al respecto: “Cuanto más trate de sellar una casa, mayores serán los niveles de contaminación”. Por eso, es menos probable que haya concentraciones peligrosas de radón en las casas antiguas, donde las corrientes de aire son frecuentes.

En Estados Unidos, un conocido punto caliente en uranio es la franja que empieza en el este de Pensilvania, atraviesa el norte de Nueva Jersey y se introduce en Nueva York. Otro es la región del valle del río Red, entre Minnesota y Dakota del Norte. Si usted vive en uno de esos conocidos puntos calientes, sería sensato que hiciera analizar el aire del interior de su casa para determinar el nivel de radón que pueda haber.

Sin embargo, prescindiendo de dónde esté ubicada su casa, los resultados del análisis son imprevisibles. Una casa de Pensilvania tenía un nivel de radón de 2.694 picocurios, pero la casa de al lado solo tenía una concentración de 3,6. Y también pueden aparecer niveles elevados de radón en el interior de algunas casas situadas en zonas a las que no se considera puntos calientes en uranio. Debido a lo difícil que resulta hacer una predicción, un director de la EPA dice: “Lo único que pedimos a la gente es que se gaste entre diez y veinte dólares [E.U.A.] para descubrir si tienen algún problema”.

Si usted decide que se midan las concentraciones de radón en su casa, cuenta con diferentes maneras de hacerlo. Quizás desee obtener información de alguna agencia local dedicada al control del medio ambiente. “La pauta es para la exposición media en las habitaciones donde usted vive —comenta el doctor Nero—. Pero la mayoría de las mediciones se hacen con detectores situados en los sótanos.” También enfatiza lo siguiente: “Las mediciones deberían realizarse durante meses, y lo ideal sería un año”.

Hay que tener cuidado a la hora de seleccionar la empresa que realizará las mediciones, ya que algunas gozan de mejor reputación que otras. También se pueden comprar detectores de radón, pero los informes indican que la exactitud de la medición varía mucho de un modelo a otro.

Si una vez hechas las mediciones descubre que su casa tiene un alto nivel de radiación, el problema puede solucionarse. Quizás será suficiente con sellar las grietas de las paredes y el piso del sótano y utilizar ventiladores para mejorar la ventilación. En la comunidad de Clinton (Nueva Jersey, E.U.A.) mencionada antes, donde todas las casas tenían elevados niveles de radiación, las primeras diez casas que tomaron medidas consiguieron reducir los niveles a límites seguros en un plazo de seis meses. Los trabajos para corregir el problema raras veces cuestan más de 1.500 dólares (E.U.A.), y por lo general, mucho menos.

En situaciones muy poco comunes, como la del ingeniero de la central nuclear, puede ser necesario efectuar trabajos más laboriosos. En su caso hubo que quitar el suelo de hormigón del sótano y gran parte de la tierra que había debajo. Los cimientos de la casa se recubrieron con un plástico especial que impide el paso del radón, y todas las grietas del hormigón se sellaron con silicona. Finalmente se instaló un sistema de ventilación. Los esfuerzos por reducir la concentración de radón a un nivel no peligroso fueron un éxito, aunque toda la operación costó 32.600 dólares (E.U.A.).

Afortunadamente, los hechos parecen indicar que la amenaza del radón en las casas no está tan extendida como se había temido. Pero si tiene dudas respecto a su casa, haría bien, por su propia tranquilidad, en pedir que se hicieran las mediciones.

[Nota a pie de página]

a Se estima que los riesgos de contraer cáncer con cuatro picocurios por litro de aire son equivalentes a los de fumarse medio paquete de cigarrillos diario.

[Ilustraciones en la página 13]

Cómo puede introducirse el radón en una casa

Emanaciones procedentes del agua de un pozo

Grietas en los suelos y las paredes

Cañerías de desagüe que no encajan bien

Granito

Agua del pozo

Grietas en el suelo

Bloques porosos

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