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  • Una forma fácil de escalar montañas

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  • Una forma fácil de escalar montañas
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g92 8/2 pág. 31

Una forma fácil de escalar montañas

EL TELEFÉRICO debía parecer una minúscula araña que avanzaba con lentitud por una sola hebra de seda. En realidad, estábamos escalando una montaña de una forma fácil: montados en uno de los teleféricos de mayor recorrido del mundo.

Sus 4,3 kilómetros de cable ascienden hasta el pico Sandia, que se yergue majestuoso por encima de la ciudad de Albuquerque, en el árido estado de Nuevo México (E.U.A). Una vez en la base del teleférico, situada a una altitud de 1.980 metros, subimos a una resistente cabina con cabida para sesenta personas. Cuando esta se elevó y nos encontramos suspendidos entre las serradas laderas de granito, parecía que nos estábamos encogiendo. En algunas partes del trayecto, el suelo del cañón que atravesábamos quedaba a 460 metros por debajo nuestro.

En menos de veinte minutos llegamos al mirador —situado a 3.163 metros del nivel del mar⁠—, y pudimos contemplar la vertiginosa vista. Ante nuestros ojos se extendía una enorme superficie de 28.500 kilómetros cuadrados. ¿Por qué nos latía tan deprisa el corazón? ¿Era porque nos encontrábamos a una gran altura, o por aquel panorama tan majestuoso? Una pregunta difícil de contestar.

Más tarde nos enteramos de que la construcción del teleférico del pico Sandia había sido una verdadera hazaña de la ingeniería. Como había muchos puntos por los que era casi imposible atravesar el terreno montañoso, los constructores optaron por utilizar helicópteros para los trabajos de carga y descarga. Todo se transportó por el aire, desde las vigas de acero hasta el hormigón. Erigieron dos enormes torres de suspensión, una de 71 metros de altura y la otra de 24 metros. La construcción de los sólidos fundamentos para estas torres y la posterior labor de alinearlas bien exigió una cuidadosa precisión. Además, con el fin de garantizar la seguridad del teleférico, se instalaron unos complejos sistemas de frenado. Tras veinticuatro meses de trabajos, el teleférico se terminó en la primavera de 1966.

Cuando regresamos al punto de partida, contemplamos de nuevo el imponente pico que acabábamos de escalar. ¡Qué impresionantes son esas montañas! ¡Qué pequeños y emocionados nos sentimos al pensar en su Creador, Aquel que pesa las montañas en su balanza! (Isaías 40:12.)—Contribuido.

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