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  • ¿Cómo puede ayudar la familia?
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¡Despertad! 1992
g92 22/5 págs. 4-5

¿Cómo puede ayudar la familia?

“Primero el hombre toma un trago, después de ese trago viene otro y finalmente la bebida se apodera del hombre.” (Proverbio oriental.)

IMAGÍNESE que está caminando por la orilla de un pantano. De pronto, el suelo cede y usted empieza a hundirse en arenas movedizas. Cuanto más lucha por salir, más se hunde.

El alcoholismo engulle a la entera familia de manera muy parecida. La esposa codependiente lucha desesperadamente por cambiar al alcohólico. Motivada por el amor que le tiene, le amenaza, pero él sigue bebiendo. Ella le esconde las bebidas, pero él compra más. Ella le esconde el dinero, pero él se lo pide prestado a un amigo. Ella apela al amor de él por la familia, por la vida o hasta por Dios, pero todo es en vano. Cuanto más lucha la esposa, más se hunde toda la familia en el cenagal del alcohólico. Lo primero que deben hacer los miembros de la familia de un alcohólico para ayudarle, es tratar de entender la naturaleza del alcoholismo. Necesitan saber por qué algunas “soluciones” tienen el fracaso casi asegurado, y tienen que aprender cuáles son los métodos que realmente funcionan.

El alcoholismo es más que una simple borrachera. Es un problema crónico relacionado con la bebida y caracterizado por un ansia de alcohol y una pérdida de control al consumirlo. Aunque la mayoría de los expertos concuerdan en que no tiene curación, el alcoholismo puede detenerse si se sigue un programa de abstinencia total de por vida. (Compárese con Mateo 5:⁠29.)

La situación del alcohólico puede compararse en algunos sentidos a la de un diabético, quien, aunque no puede variar su estado, puede cooperar con su organismo absteniéndose de azúcar. De manera similar, el alcohólico no puede variar la forma de reaccionar su cuerpo a la bebida, pero sí puede ayudar a su organismo absteniéndose por completo del alcohol.

Cierto, cuesta menos decirlo que hacerlo. El alcohólico está cegado por un sentimiento de negación. “Yo no soy tan malo.” “Mi familia me arrastra a la bebida.” “Con un jefe como el mío, ¿quién no bebería?” Su forma de razonar es muchas veces tan convincente que quizás toda la familia se deje llevar por dicho sentimiento de negación. “Tu padre necesita relajarse al final del día.” “Papá necesita beber. Soporta tantas regañinas de mamá.” Cualquier cosa menos sacar a la luz el secreto de la familia: Papá es un alcohólico. “Esa es la única manera de convivir que tienen en casas así —explica la doctora Susan Forward⁠—, las mentiras, excusas y secretos son como el aire que se respira.”

Los miembros de la familia no pueden sacar al alcohólico de las arenas movedizas a menos que ellos mismos salgan. Puede que alguien objete diciendo: “El que necesita ayuda es el alcohólico, no yo”. Pero piense un poco: ¿Hasta qué punto están sus emociones y acciones ligadas a la conducta del alcohólico? ¿Con cuánta frecuencia hacen las acciones de él que usted sienta ira, preocupación, frustración o temor? ¿Cuántas veces se queda usted en casa cuidándolo cuando debería estar participando en una actividad más importante? Si los familiares no alcohólicos dan pasos para mejorar su propia vida, el alcohólico quizás siga su ejemplo.

Deje de asumir la culpa. “Si me tratases mejor, no tendría que beber”, tal vez alegue el alcohólico. “El alcohólico necesita que usted siga creyendo esto para poder echarle a usted la culpa de su problema con la bebida”, dice la consejera Toby Rice Drews. No claudique. El alcohólico no solo depende del alcohol, sino también de las personas que comparten su sentimiento de negación. Es por eso que los familiares, inconscientemente, podrían perpetuar el problema del alcohólico con la bebida.

Un proverbio bíblico sobre perder los estribos podría aplicar también al alcohólico: “[Él] llevará el daño; pues aun cuando le librares, habrás de volverlo a hacer”. (Proverbios 19:19, Versión Moderna.) Sí, deje que el alcohólico telefonee a su jefe, se arrastre hasta la cama y limpie lo que haya ensuciado. Si los familiares hacen estas cosas por él, lo único que conseguirán es ayudarle a que la bebida acelere su muerte.

Busque ayuda, porque es difícil, quizás hasta imposible, que el familiar de un alcohólico logre salir por sí mismo de ese cenagal. Usted necesita apoyo. Confíe de todo corazón en amigos que ni apoyarán el sentimiento de negación del alcohólico ni le dejarán a usted estancado donde está.

Si el alcohólico acepta ayuda, magnífico. Pero eso tan solo es el comienzo del proceso de recuperación. La dependencia física del alcohol puede detenerse en cuestión de días mediante un programa de desintoxicación. No obstante, la dependencia psicológica es mucho más difícil de dominar.

[Recuadro en la página 5]

Síntomas característicos del alcohólico

Ansia: El alcohólico espera con ansiedad el momento de beber. Cuando no está bebiendo alcohol, está pensando en el alcohol.

Pérdida de control: Con frecuencia bebe más de lo que se propone, prescindiendo de lo firme que sea su resolución.

Rigidez: Las tácticas autoimpuestas (“Nunca bebo solo”, “Nunca mientras trabajo”, etcétera) son tan solo formas de disimular la verdadera norma por la que se rige el alcohólico: “Que nada me impida beber”.

Tolerancia: Una capacidad excepcional de ‘aguantar la bebida’ no es una ventaja; muchas veces es un indicio de alcoholismo.

Consecuencias negativas: Los hábitos normales no hacen estragos en la familia, la carrera y la salud física de una persona. El alcoholismo sí. (Proverbios 23:29-35.)

Negación: El alcohólico minimiza su comportamiento y busca razones y excusas para defenderlo.

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