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  • ¿Por qué vinieron a vivir con nosotros los abuelos?

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  • ¿Por qué vinieron a vivir con nosotros los abuelos?
  • ¡Despertad! 1992
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  • La tensión que atraviesan tus padres
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¡Despertad! 1992
g92 8/7 págs. 18-20

Los jóvenes preguntan...

¿Por qué vinieron a vivir con nosotros los abuelos?

ANTES podías disfrutar de la intimidad de tu propio cuarto; ahora tienes que compartirlo con uno de tus hermanos. Antes podías invitar a casa a tus amigos; ahora no puedes hacerlo porque “hacen demasiado ruido”. Antes tenías tiempo para dedicarlo a la diversión y el ocio; ahora mucho de ese tiempo está ocupado con tareas domésticas. Antes tus padres estaban relajados y era fácil hablar con ellos. Ahora se han vuelto irritables; tienen los nervios de punta. Sí, tus abuelos se han ido a vivir a tu casa y las cosas ya no son igual que antes.

No es que tú no quieras a tus abuelos, pero puede que no siempre sea fácil llevarse bien con ellos. Ves que estás perdiendo la paciencia, que te molestas por cosas relativamente triviales. Una joven llamada Victoria lo expresó de esta manera: “Las personas mayores se comportan de una manera particular. Mi abuela me pide que le lleve un escabel para los pies, aunque su silla de ruedas ya tiene uno incorporado. O regreso a casa cansada, deseando echarme un rato, y ella quiere hablarme. Cuando tratamos de ver la televisión, la abuela nos habla, y si decide verla con nosotros, lo entiende todo al revés y tenemos que explicárselo”.

Si ahora viven en tu casa uno o dos de tus abuelos, es probable que experimentes cierta tensión y confusión. Pero cálmate, tu familia no se está desintegrando. Es tan solo cuestión de adaptarse a una situación difícil. Y tú puedes contribuir mucho a tu propia felicidad y paz mental mediante 1) entender y aceptar tus obligaciones familiares, y 2) cultivar verdaderos “sentimientos como compañeros” para con tus padres y abuelos. (1 Pedro 3:⁠8.)

Una obligación cristiana

Tu familia no es la única que se encara a esta situación. En Estados Unidos, por ejemplo, la mayoría de las personas mayores reciben cierta medida de ayuda y sostén de sus hijos ya crecidos; relativamente pocas personas de edad avanzada terminan internadas en residencias de ancianos u otras instituciones de ese tipo.a El libro The Intimate Environment (Nuestro entorno personal), de Arlene S. Skolnick, dice: “La inmensa mayoría de las personas de edad avanzada tienen contacto regular con sus hijos, los ven a menudo y acuden a ellos en momentos de dificultad”.

Es natural que sintamos cierta obligación para con nuestros padres, pero los cristianos deben sentir una obligación aún mayor para con Dios. El apóstol Pablo dijo: “Si alguna viuda tiene hijos o nietos, que estos aprendan primero a practicar devoción piadosa en su propia casa y a seguir pagando la debida compensación a sus padres y abuelos, porque esto es acepto a vista de Dios. Ciertamente si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe”. (1 Timoteo 5:4, 8; compárese con Marcos 7:10-13.) Observa que se exhorta a los hijos y a los nietos a cuidar de “los que son suyos”.

Jesucristo mismo puso el ejemplo al respecto. Aunque estaba sufriendo una muerte dolorosa en el madero de tormento, puso a un lado sus propias inquietudes y dispuso que su primo Juan cuidase de su envejecida madre. Pese a las importantes obligaciones que Juan tenía como apóstol, llevó consigo a la madre de Jesús a su propio hogar “desde aquella hora”. (Juan 19:26, 27.)

El honrar a los padres es, por tanto, una responsabilidad cristiana y un privilegio. (Efesios 6:⁠2.) No se puede abandonar a los padres por el hecho de que se hayan hecho mayores o necesiten cuidados especiales. (Proverbios 23:22.) La Biblia nos dice que en vista de la sabiduría y experiencia de las personas mayores, debemos tratarlas con respeto. (Levítico 19:32; Proverbios 16:31.) El propio Jehová trata con bondad a los que han envejecido, y continúa utilizándoles en Su servicio. (Compárese con Joel 2:28; Hechos 2:⁠17.)

“No pensaba que sería tan difícil”

Tal vez ahora comprendas mejor las razones por las que tus padres invitaron a tus abuelos a que se fueran a vivir a tu casa. Al principio, seguro que trataste de ser optimista, o por lo menos de tener mentalidad abierta, respecto a este asunto. Sabías que tendrías que hacer algunos cambios, hasta sacrificios. Pero siempre te habías llevado bien con tus abuelos y te imaginabas que esta buena relación continuaría. Ahora que viven contigo te das cuenta de que la situación es mucho más difícil de lo que te habías imaginado.

Esto es bastante corriente. En muchos países es costumbre que haya tres generaciones —abuelos, padres e hijos⁠— viviendo juntas bajo el mismo techo. El atender a padres enfermos o impedidos es parte de su cultura y no se considera una gran dificultad. Pero en muchos países occidentales, donde las familias por lo general están acostumbradas a vivir cada una en su propia casa, el que los padres de edad avanzada se vayan a vivir con los hijos suele considerarse un grave trastorno. No obstante, puedes estar seguro de que tú no eres la única persona que ha visto cambiar por completo su vida. Posiblemente la situación sea aún más difícil para tus padres y abuelos que para ti.

La tensión que atraviesan tus padres

Piensa primero en la situación de tus padres. ¿Cómo crees que te sentirías si tuvieses que verles envejecer y perder sus facultades físicas, mentales y emocionales? ¿Cómo crees que te afectaría ver a las personas de las que siempre habías dependido quedándose gradualmente incapacitadas para cuidar de sí mismas? ¿No sería una experiencia dolorosa y angustiosa? Imagínate, pues, cómo deben sentirse tus padres al ver que les sucede eso a sus padres. Es comprensible que a veces quizás se sientan tristes o tengan los nervios de punta.

Quizás tus padres también estén descubriendo que no siempre es fácil llevarse bien con tus abuelos. Muchas veces las personas mayores tienden a tratar a sus hijos adultos como si fueran niños pequeños. (En otras palabras, tal vez tú no seas el único en la casa a quien se le ordena que ‘se calle’.) Algunas personas mayores tienden a quejarse de cómo se las cuida, y a veces hasta acusan a sus hijos de no atenderlas debidamente, aunque estos sean sumamente serviciales. Otros también acostumbran a dar su opinión sobre la crianza de los niños, llegando incluso a acusar a sus hijos adultos de ser demasiado blandos o demasiado estrictos. Posiblemente tus padres sepan muy bien que tus abuelos no tratan de ser maliciosos ni crueles; pero como han hecho sacrificios considerables a favor de ellos, tal vez les duela mucho oír cualquier crítica de su parte. Y cuando reaccionan tratando a tus abuelos de una manera que no es del todo amorosa o paciente, seguramente se sienten culpables y se enfadan consigo mismos.

A tus padres probablemente tampoco les agraden los cambios que tienen que hacer en su estilo de vida. Quizás haya que estirar demasiado el presupuesto de la familia. Si tanto tu padre como tu madre trabajan, puede que las demandas adicionales de atención les dejen cansados, exhaustos. También es posible que se vean obligados a vivir sin las anteriores vías de distracción y desahogo. Y luego está la tensión marital que tal vez resulte de todo ello, especialmente si uno de los dos piensa que está llevando más carga que el otro en lo tocante a cuidar de los abuelos.

La situación de los abuelos

Es muy posible que la situación sea igual de tensa para tus abuelos. La Biblia llama a la vejez “los días calamitosos”. (Eclesiastés 12:1-7.) Desde luego, es calamitoso darse cuenta de que se está perdiendo la salud. Y añádase a eso la tensión de verse empujado de golpe a vivir en un nuevo entorno. La mayoría de las personas mayores prefieren la intimidad y la independencia. El libro The Intimate Environment cita los siguientes comentarios de dos especialistas: “La mayoría de las personas mayores desean amor y atención de sus hijos, pero no necesariamente que estos les ayuden con dinero, alojamiento y otros gestos caritativos. De hecho, algunos prefieren hacer cosas por sus hijos y nietos a que estos se las hagan a ellos”.

Tiene que ser duro para tus abuelos ver que pierden su independencia: verse obligados a depender de los que en su día dependieron de ellos. De modo que no te sorprendas si a veces son un poquito difíciles de tratar. Y después de haber tenido por muchos años su propia casa —y gozado de paz y tranquilidad⁠—, puede que les resulte difícil vivir con adolescentes bullangueros. Tal vez les moleste el volumen de la música y de las conversaciones.

Una cosa está clara: Adaptarse a la situación es difícil para todos. Sin embargo, otras familias cristianas se están encarando con éxito a dificultades similares. (Compárese con 1 Pedro 5:⁠9.) La clave está en que te esfuerces al máximo por manifestar “el fruto del espíritu” y “la nueva personalidad”. (Gálatas 5:22, 23; Efesios 4:24; Colosenses 3:13, 14.) En lugar de dividirse, toda la familia debe cooperar. En nuestro próximo número se considerarán algunas maneras de lograrlo.

[Nota a pie de página]

a A veces es necesario recurrir a los cuidados de una institución especializada. Pero aun así, los hijos deberían visitar a sus padres con regularidad y darles todo el apoyo posible. Véase La Atalaya del 1 de junio de 1987.

[Fotografía en la página 20]

El que tus abuelos se vayan a vivir a tu casa puede suponer una pérdida de intimidad

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