Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo adaptarme a que los abuelos vivan con nosotros?
SIEMPRE te habías llevado bien con tus abuelos. Los ratos que pasabas con ellos eran agradables, especiales. Pero ahora se han venido a vivir con tu familia.
El hecho de que los abuelos se vengan a vivir a casa puede suponer una serie de ajustes por parte de todos.a Todos tienen que adaptarse a la manera de ser de los demás. Pero la situación no es ni mucho menos desesperada. Si aplicas principios bíblicos contribuirás a que tu familia no se divida, sino que coopere.
El poder del amor
Una manera de minimizar las tensiones familiares es aplicando el principio registrado en 1 Corintios 16:14: “Efectúense todos sus asuntos con amor”. El amor cristiano “cubre una multitud de pecados”. (1 Pedro 4:8.) Y, como indicó un estudio publicado en la revista Family Relations, es conveniente cultivar verdadero amor y cariño para con los parientes mayores, pues así se minimizan las tensiones que surgen al atenderlos.
Lamentablemente, no todos los jóvenes sienten tal cariño por sus abuelos. Algunos los desprecian porque los ven viejos e inútiles. Pero los jóvenes cristianos no opinan así de las personas mayores. Ellos recuerdan las palabras de Proverbios 20:29: “El esplendor de los viejos es su canicie”. Sí, tus abuelos son personas maduras y de experiencia que pueden llegar a ser una excelente fuente de consejo y guía, sobre todo si son cristianos. Y como casi todos los abuelos, ellos probablemente se preocupan por ti mucho más de lo que te imaginas. (Proverbios 17:6.)
Si hasta ahora no has tenido una relación muy estrecha con ellos, ¿por qué no procuras que las cosas cambien? Una adolescente decidió dar a su abuela una muestra de amistad. “Le compré un par de calcetines de unos colores que sabía que le gustarían —recuerda—. ¡Le enseñó los calcetines a todo el que vino a casa!” Tú también podrías dar a tus abuelos una muestra de amistad similar, quizás tratando de dedicar unos minutos cada día a conversar con ellos, u ofreciéndote para hacerles algún recado. Esto quizás te acercase más a ellos.
Hay que reconocer que las circunstancias pueden poner a prueba el amor de todos. A los mayores tal vez les resulte difícil adaptarse a un nuevo entorno. O quizás estén enfermos y no siempre se encuentren de buen humor. Y aunque a lo mejor tú tengas que hacer algunos ajustes en tu estilo de vida —o hasta sacrificios— debes reconocer que para tus abuelos la vida tampoco es un lecho de rosas. Posiblemente estos sean para ellos “días calamitosos”. (Eclesiastés 12:1.) Ten presente que ellos cuidaron de tus padres cuando eran pequeños. Para Dios, los cuidados que des a tus abuelos son la “debida compensación” por lo que han hecho, además de una expresión de tu devoción a Él. (1 Timoteo 5:4; Santiago 1:27.)
El arte de saber avenirse
Si se muestra consideración altruista a los abuelos, muchos de los problemas se pueden evitar. (Filipenses 2:4.) Por ejemplo, recuerda que las personas de edad acostumbran a ser muy sensibles al ruido, así que la música a volumen alto quizás les moleste. (Eclesiastés 12:4.) Y lo mismo podría suceder si haces ruido cuando tienes amigos en casa. El ruido podría convertirse fácilmente en motivo de riñas. Pero la Biblia nos recuerda que “la sabiduría de arriba es [...] pacífica, razonable”. (Santiago 3:17.)
Una persona pacífica promueve la paz. Está dispuesta a desvivirse —aun a costa de su propia conveniencia— por mantener buenas relaciones con otros. Por otra parte, la persona razonable no insiste en hacer siempre las cosas a su manera, sino que está dispuesta a ceder ante la opinión de otros. Teniendo presentes estos detalles, trata de abordar a tus abuelos con calma. En lugar de exigir tus “derechos”, procura encontrar puntos de avenencia.
Quizás podrías recibir a tus amigos los días que tus abuelos se van de compras. O a lo mejor ellos tolerarían más el ruido si tus amigos te visitasen un poco más pronto. Por supuesto, no siempre es posible ponerse de acuerdo, pero siempre es mejor que seas tú quien ceda. Tal vez podrías ver a tus amigos en otro lugar o ponerte unos auriculares cuando quieras escuchar música. Es cierto que te puede resultar incómodo, pero de esa forma contribuyes a mantener la paz.
Saber avenirse también es muy importante si tus abuelos tienen costumbres que te molestan. Por ejemplo, tal vez te parezca que no respetan tu intimidad. Quizás quieran conversar cuando estás ocupado con tus tareas escolares. No permitas que eso te moleste; piensa que lo más seguro es que se sientan un poco solos y simplemente deseen tu compañía. El que te aísles o los desaires solo agravaría la situación y manifestaría falta de respeto por tu parte. (Proverbios 18:1.) Chris, un joven de diecinueve años, se esforzó por avenirse con su abuela. Él dice: “Tomo la iniciativa de hablar con mi abuela en momentos que son convenientes para los dos”.
Sé equilibrado
¿Y si tus abuelos necesitan muchos cuidados y atenciones? Amar a tus abuelos no implica llevar esa responsabilidad tú solo. La Biblia dice que los ‘hijos y nietos’ cristianos deberían compartir tales responsabilidades. (1 Timoteo 5:4.) El deber recae principalmente en tus padres y ellos pueden repartir equitativamente el trabajo. Además, 1 Pedro 1:13 insta a los cristianos a “[mantener] completamente su juicio”, o, según la lectura alternativa que se da de este versículo en la nota al pie de la página, “[mantenerse] equilibrados”. Asumir una cantidad excesiva de trabajo podría agotarte y, a la larga, crear resentimiento.
El equilibrio cristiano también te ayudará a enfrentarte a tus limitaciones, así como a las de tu familia. Es cierto que todos deberían hacer un esfuerzo especial por manifestar el ‘fruto del espíritu de Dios’. (Gálatas 5:22, 23.) Pero, a pesar de sus mejores intenciones, los familiares pueden perder la paciencia. En lugar de exasperarte, acepta el hecho de que “todos tropezamos muchas veces. Si alguno no tropieza en palabra, este es varón perfecto, capaz de refrenar también su cuerpo entero”. (Santiago 3:2.) El que se produzca cierta fricción de vez en cuando no es una verdadera razón para alarmarse.
Habla confidencial
Se puede conseguir mucho si tan solo te comunicas con tus padres. “Resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial.” (Proverbios 15:22.) Por ejemplo: ¿Te sientes tenso e irritable porque ya no tienes tu propio cuarto? ¿Estás preocupado porque piensas que estás llevando más carga de la que te corresponde en lo referente al cuidado de tus abuelos? En lugar de enfurruñarte o deprimirte, explica a tus padres cómo te sientes.
Puede que tus padres también estén bajo tensión y no puedan hacer mucho para cambiar las cosas. Así que busca el momento apropiado para hablar con ellos en tono calmado, sin exigencias, y plantea la cuestión como un problema de toda la familia. (Proverbios 15:23.) Explica con franqueza y claridad lo que te preocupa. (Efesios 4:25.) Una vez expuesto el problema, lo mínimo que puedes conseguir es un oído comprensivo. Y hasta es posible que se encuentren soluciones factibles.
Tal vez puedas utilizar algún rincón de la casa cuando necesites un lugar privado para leer o estudiar. O, si tienes más hermanos, quizás podrían repartirse las tareas de otra forma. En una familia se decidió que el hijo adolescente le leería a su abuela —algo que a los dos les gustaba y esperaban con anhelo—, y sus dos hermanas recibieron la asignación de ayudar a bañarla y vestirla.
Una experiencia remuneradora
Sin duda, tener a los abuelos en casa puede ser una nueva experiencia en la vida, para ellos y para ti. Pero si todos los miembros de la familia muestran paciencia y amor, y están dispuestos a ceder, puede ser una experiencia muy remuneradora. Te da la oportunidad de cultivar un vínculo de amor y cariño con dos personas sabias y experimentadas que verdaderamente se preocupan por ti. Es muy probable que esa amistad te resulte mucho más satisfaciente que una relación efímera con alguien de tu edad. Y no solo eso, sino que puede contribuir a tu desarrollo como persona. Una joven llamada Beverly dice: “La ayuda que doy a mi abuela la considero como una oportunidad de aprender cualidades abnegadas que necesitaré más adelante en la vida”.
Un joven llamado Aarón descubrió algo parecido. Él dice: “Pasar tiempo con mi abuela me enseñó a hablar con los mayores de mi congregación. Antes solo les decía ‘hola’; ahora dedico unos minutos a hablar con cada uno de ellos. ¡Me gusta! He llegado a considerarlos mis amigos”.
En vista de lo susodicho, haz más que solo tolerar la situación: saca el mayor partido de ella. Con el tiempo puede que llegues a bendecir el día en que tus abuelos se fueron a vivir a tu casa.
[Nota a pie de página]
a Véase el artículo “¿Por qué vinieron a vivir con nosotros los abuelos?”, publicado en nuestro número del 8 de julio de 1992.
[Fotografía en la página 19]
La amistad con tus abuelos puede resultar muy satisfaciente