¿Por qué sufre tanto África?
JACOB es un hombre de cuarenta y dos años que tiene sida. Su esposa también está infectada. “Ella sabe que se lo he contagiado yo”, admite Jacob.
Pero ¿cómo contrajo Jacob el mortífero virus? Él explica: “Vivía solo en Harare y conducía un camión desde Zambia, pasando por Zimbabue, hasta Botsuana y Suazilandia. Mi esposa vivía con nuestros cuatro hijos en Manicaland [Zimbabue]. Y los camioneros hacíamos algunas cosas con las que teníamos que haber ejercido más cuidado”.
La plaga de la promiscuidad
Actualmente, la conducta sexual promiscua constituye la principal vía de propagación del sida en África. En pocas palabras, “las reglas de conducta sexual han decaído mucho”, explica Dawn Mokhobo, investigadora del sida. La revista African Affairs dice que “el África subsahariana da mucha importancia a los hijos, pero casi ninguna al matrimonio. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio, aunque [...] resulten en un embarazo, no se desaprueban terminantemente”. Según la revista Nature, la típica vía de propagación de esta infección comienza con la prostituta. El informe dice: “Las prostitutas son las que propagan la epidemia en la mayoría de las mujeres monógamas mediante el contacto con maridos promiscuos”.
No obstante, pocos están dispuestos a cambiar su conducta. El Panos Document sobre el sida en África narra la siguiente experiencia de un investigador médico en Zaire: “Una noche, después de hacer unos análisis de sangre en una zona rural con algunos colegas médicos zaireños, ellos salieron con algunas muchachas de la localidad. Se acostaron con ellas, y solo uno utilizó preservativo”. Cuando les preguntó si no se daban cuenta del riesgo que corrían, “se rieron, diciendo que no se puede dejar de vivir sólo porque se pueda contraer una enfermedad”. Muchos, efectivamente, opinan que tener relaciones sexuales con cualquiera es “vivir”; para ellos es una forma de diversión, de distracción.
Como en muchas otras partes del mundo, los jóvenes tienen una marcada tendencia a la promiscuidad. Una encuesta reciente llevada a cabo en África del Sur entre 377 jóvenes reveló que más del 75% habían tenido relaciones sexuales. Respecto a esto, un misionero que sirve en la región central de África meridional comentó que “la mayoría de las muchachas ya se han quedado embarazadas a los quince años”. Y añade: “Cuando ves a una muchacha joven y soltera, piensas: ‘El año que viene por estas fechas estará embarazada’”.
Sin embargo, en el caso de África, hay otros factores que han acelerado la propagación del sida.
Familias desbaratadas
“Mientras haya una gran cantidad de hombres con edades comprendidas entre los veinte y los cuarenta años que se vean obligados a trabajar lejos de sus esposas y familias —sea en fábricas urbanas, minas, plantaciones o en las rutas de transporte por carretera—, no disminuirá la propagación del sida”, explica la revista Africa South. Los emigrantes africanos tienen que aguantar unas condiciones de vida muy difíciles. Separados de sus esposas y familias, muchos luchan por encontrar alojamiento y empleo en las ciudades. Según la revista African Affairs, el estrés de tratar de mantenerse a sí mismos y a sus familias que han dejado atrás hace que los emigrantes experimenten “frustración y un sentido de ineptitud”. La revista añade que esto muchas veces anima al emigrante a “renunciar por completo a sus responsabilidades”.
Las rutas de transporte por carretera se distinguen en particular como conductos letales de propagación del sida. Un camionero dijo: “Tengo que asegurarme de que a dondequiera que vaya tenga una amiga que cuide de mí”. En un barrio bajo de cierta población del este de África hay un grupo de viviendas que podrían calificarse de criadero de sida, pues en ellas ejercen su oficio 600 prostitutas. Muchos de sus clientes son camioneros que se dejan caer por allí para lo que ellos llaman una “pausa para el té”. Se ha calculado que los índices de infección por el VIH entre estas prostitutas es de más del 80%. Pero, a pesar de ello, los camioneros infectados siguen su camino hasta la siguiente “pausa para el té” y con el tiempo regresan a su casa, propagando a su paso la letal enfermedad de la que son portadores.
Otros factores son la guerra civil y los conflictos políticos, situaciones que generan millones de refugiados. “Donde hay guerra política y civil —comenta Alan Whiteside, especialista en sida— la conducta social normal va en declive. [...] Los refugiados que se trasladan de un lugar a otro pueden constituir un foco de infección y, además, suelen tener más parejas sexuales.”
Una catástrofe médica
África cuenta con tan pocos fondos que no puede hacer frente a sus problemas médicos. “En muchos países africanos el presupuesto económico para atención sanitaria por persona y por año es inferior al coste de un solo análisis de sangre para detectar el virus del sida”, explica el folleto Understanding & Preventing AIDS (Cómo entender y prevenir el sida). Keith Edelston, autor del libro AIDS—Countdown to Doomsday (El sida: La cuenta atrás del juicio final) explica igualmente: “Con frecuencia, ni hay disponible jabón para esterilizar el equipo ni lejía doméstica corriente para limpiar los líquidos [orgánicos] que se derraman”.
La práctica que existe en algunos países africanos de utilizar las mismas jeringas para muchos pacientes motivó a Keith Edelston a advertir: “Vaya con cuidado si necesita inyecciones [...] en África [...]. Exija una nueva jeringa y una nueva aguja sacadas de un envoltorio esterilizado delante de usted”.
Por otra parte, el riesgo de infección accidental está provocando una seria disminución en los profesionales médicos. Dos doctores vinculados a un hospital sudafricano sufrieron arañazos de aguja mientras trataban a pacientes de sida. Se infectaron y murieron. Como resultado, seis médicos extranjeros dimitieron de aquel hospital.
Bajo estas condiciones, no es de extrañar que muchos estén reconsiderando la práctica de transfundir sangre, uno de los propagadores más virulentos del sida. “La sangre contaminada sigue siendo una importante vía de propagación”, dice la publicación South African Medical Journal, y añade que “en África central todavía no existe prácticamente ningún tipo de análisis sistemático de sangre, y por lo menos el 60% de la sangre donada está infectada”.
Por consiguiente, África, ya asediada por muchas tragedias, está sufriendo de nuevo. Y una de las consecuencias más trágicas de la plaga del sida en África es el sufrimiento que ocasiona a las mujeres y a los niños.
Los inocentes que sufren
Lucy es una víctima inocente del sida, víctima de la promiscuidad de su marido. Ahora, a los veintitrés años de edad, es viuda y experimenta una lucha interna con sus sentimientos. “Todavía estoy tratando de decidir si debo recordarle con cariño u odiarle por haberme infectado”, dice ella. Los sentimientos de Lucy son característicos del intenso dolor y sufrimiento que el sida inflige a las víctimas inocentes.
“Aunque en los países en vías de desarrollo el VIH afectará a mujeres y hombres aproximadamente por igual —dice el mensuario The World Today—, el impacto que tiene en las mujeres es probable que sea [...] desproporcionadamente duro.” Esto es cierto sobre todo en África, donde las mujeres —en marcada desventaja por el analfabetismo, la pobreza y los maridos emigrantes— sufren en silencio.
Pero las víctimas más trágicas del sida son los niños. El UNICEF (Fondo Internacional de las Naciones Unidas para el Socorro a la Infancia) calcula que en esta década morirán de sida en África 2,9 millones de mujeres, dejando 5,5 millones de niños huérfanos. Un funcionario de cierto país que tiene al menos 40.000 huérfanos por causa del sida, informó que ya “hay pueblos [...] donde solo quedan niños”.
Una situación característica es la de las madres infectadas que tienen hijos infectados también. La publicación South African Medical Journal explica que “una pregunta que comúnmente plantea la madre de un bebé seropositivo es: ‘¿quién morirá antes?’”.
No es de extrañar que muchas mujeres se sientan vulnerables al sida. El doctor zambiano M. Phiri dice: “Las mujeres vienen preguntando qué pueden tomar para no contraer la enfermedad. [...] Temen que, aunque ellas se cuiden personalmente, su pareja, su marido, quizás no sea tan fiel. Esto las preocupa”.
Por lo tanto, ¿qué puede hacer una persona casada si descubre que su cónyuge ha sido promiscuo? Si se opta por el perdón y la reconciliación matrimonial, el cónyuge culpable debería concordar en hacerse pruebas médicas para ver si es portador del VIH. (Compárese con Mateo 19:9; 1 Corintios 7:1-5.) Hasta que se conozcan los resultados, los cónyuges que se ven en esta situación quizás decidan abstenerse de relaciones sexuales o por lo menos tomar medidas preventivas contra una posible infección.
En vista del largo período de incubación del sida, los jóvenes que piensan casarse deberían ejercer cuidado antes de comprometerse con alguien cuyo pasado sea dudoso en el aspecto moral, aunque ahora rija su vida según las normas cristianas. Respecto a este grupo de riesgo, el doctor S. M. Tibangayuka, especialista tanzano en sida, sugiere que los jóvenes tengan la precaución de hacerse “las pruebas del sida antes de casarse”.
En realidad, mientras haya sida en África y en el resto del mundo, habrá víctimas inocentes, entre ellas esposas e hijos, que sufran.
[Fotografía en la página 7]
El elevado número de víctimas del sida en África obedece a muchas razones
[Reconocimiento]
OMS/E. Hooper