El sida. ¿En qué acabará?
ESTOY totalmente convencido de que durante esta década tendremos definitivamente una vacuna.” (Jorg Eichberg, jefe del servicio de investigación de vacunas en el Centro de Investigación Wyeth-Ayerst de Filadelfia [E.U.A.].)
Imagínese lo maravilloso que sería que se descubriera una curación para el sida, o siquiera una vacuna preventiva. Para los 9.000 especialistas en sida que celebraron el año pasado en Florencia (Italia) una conferencia con el tema “La ciencia contra el sida”, no hay duda de que la búsqueda de tal curación ocupaba el primer lugar en su mente.
Hoy día, nueve de cada diez nuevas infecciones de sida se producen en el mundo en vías de desarrollo, por lo que se ve la necesidad de encontrar una solución eficaz. Sin embargo, según la revista New Scientist, muchos de los asistentes a la conferencia de Florencia parecían haber “perdido el sentido de urgencia”. La revista sugiere que, como la situación es tan trágica, “quizás [muchos] simplemente habían dejado el problema a un lado”.
La dura realidad es que los científicos están tropezándose con más preguntas que respuestas. New Scientist explica que “después de diez años de epidemia, los problemas a los que se encaran los virólogos e inmunólogos parecen igual de grandes que al principio”. Ian Weller, médico clínico británico especializado en sida, advirtió: “La batalla decisiva en la lucha antiviral no está a la vuelta de la esquina”.
Pero si por fin se hallara una vacuna antisida, ¿sería fácil de obtener? El doctor Dennis Sifris, facultativo que sabe por experiencia propia cuáles son las condiciones de trabajo en África, explica: “Tenemos una vacuna muy eficaz para la tuberculosis, de modo que, en teoría, la tuberculosis debería haber sido erradicada [al igual que] el sarampión y la hepatitis B. Sin embargo, hoy día, esas tres enfermedades todavía están [...] entre las principales causas de muerte en África. De modo que, aunque se descubra una vacuna, el problema será ponerla al alcance de todos”.
En vista de las pocas esperanzas de curación que existen, la única opción de África es persuadir a la gente para que cambie su conducta sexual. Pero la pregunta que sigue en pie es: ¿cómo?
La reacción estándar
La reacción estándar para solucionar el sida en África es distribuir preservativos y más preservativos. Los camioneros los reciben gratuitamente en los puestos fronterizos. Los periódicos los reparten en sobres. Clínicas y sanitarios los almacenan por millones.
Aunque tales medidas puedan ejercer algún impacto en la propagación del sida, no están exentas de problemas, especialmente en África. Stefan van der Borght, sanitario de Médicos sin Fronteras en Angola, explicó que, aunque distribuir tres millones de preservativos parezca una buena medida, significa que un millón y medio de hombres solo pueden hacer el amor dos veces antes de que el suministro se agote.
Aparte del problema del abastecimiento, ¿qué efecto tiene la distribución indiscriminada de preservativos en la promiscuidad sexual, la principal causa del sida en África? Todo indica que tales medidas fomentan la actividad sexual en lugar de disminuirla. Hasta las autoridades gubernamentales están empezando a reconocer este hecho. Un país africano ya ha mandado a los medios informativos estatales retirar la publicidad de preservativos, puesto que dichos anuncios fomentan la conducta sexual promiscua. El autor Keith Edelston va un poco más allá en su libro Aids—Countdown to Doomsday: “En vista de los peligros [...] inherentes al uso de preservativos, está bastante claro que el único método completamente seguro es la monogamia rigurosa”.
No obstante, ¿es una opción realista el retorno a la moralidad monógama dentro de la estructura matrimonial?
El fin del sida
“Si mañana la gente dejase de acostarse con cualquiera —dice el profesor Reuben Sher, especialista en la temática del sida en África—, el virus desaparecería. Morirían los portadores del virus y el virus con ellos.” En un artículo de fondo del periódico The Star, publicado en Johannesburgo (África del Sur), se decía algo similar: “Es muy difícil que alguien que no se acueste con todos ni comparta agujas ni acepte transfusiones de sangre, contraiga el virus [VIH]”.
Ahora mismo, más de 450.000 testigos de Jehová africanos están evitando tales prácticas. Ellos creen firmemente que merece la pena acatar las normas morales basadas en la Biblia. Su razonamiento es el siguiente: En vista de que el Creador, Jehová Dios, hizo al ser humano, es lógico que merezca la pena prestar atención al código de conducta que Él ha establecido para el hombre. El principio registrado en Hebreos 13:4 es un buen ejemplo de dicho código: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación”. Los que han aplicado tales textos bíblicos no piensan que no se les deja disfrutar de la vida, pues se han librado de mucho trauma físico y emocional. (Compárese con Hechos 15:29; 2 Corintios 7:1; Efesios 5:3-5.)
Es digno de mención que los medios informativos muchas veces han hecho comentarios favorables sobre la moralidad de los testigos de Jehová en África: “Han demostrado [...] ser ciudadanos decentes, ordenados, que cumplen con un alto código moral”, dijo el Daily Telegraph de Londres (Inglaterra). Y añadió: “La promiscuidad sexual y la poligamia que caracterizan a la sociedad africana son inconcebibles entre los Testigos”. En esta misma línea, Bryan Wilson, autor del libro Contemporary Transformations of Religion (Transformaciones contemporáneas de la religión), comenta que “en la sociedad africana, los Testigos [...] se convierten en personas excepcionales” y que “entre ellos se evidencia el efecto de [su] [...] código de moralidad”.
Con esto no queremos decir que los testigos de Jehová estén totalmente al margen de los efectos del sida. Algunos han sido infectados por cónyuges que no se adhieren a los mismos principios cristianos que ellos, y otros contrajeron la enfermedad antes de hacerse Testigos. También, unos pocos han preferido incurrir de nuevo en el comportamiento de moralidad relajada del mundo de hoy, y una pequeña cantidad de este grupo ha contraído sida como fruto de sus obras. (Gálatas 6:7.) No obstante, los que voluntariamente siguen un estilo de vida inmoral pierden su privilegio de permanecer en la congregación cristiana. (1 Corintios 5:13; 6:9, 10.) Pero la inmensa mayoría de los más de cuatro millones de testigos de Jehová que hay en todo el globo terráqueo disfrutan del bienestar físico, emocional y espiritual que resulta de adherirse a los principios morales del Creador.
Felizmente, la Biblia indica que se avecina una solución duradera para azotes como el sida. (Revelación 21:1-4.) Jehová Dios promete un nuevo mundo donde todas las causas inmorales de enfermedades como el sida serán totalmente erradicadas. Ningún inocente sufrirá, pues todos llevarán vidas rectas y sanas que promuevan la felicidad verdadera. (Isaías 11:9; 2 Pedro 3:13.)
[Comentario en la página 9]
“No necesitamos gastar miles de millones en investigación y desarrollo [...]. Necesitamos recobrar la moralidad.” —Doctor Mark Hendricks, inmunólogo sudafricano.
[Fotografía en la página 9]
La monogamia rigurosa es una manera importante de evitar la plaga del sida
[Ilustración en la página 10]
Dios promete un nuevo mundo enteramente libre de enfermedades como el sida