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  • ¿Es preciso llevar ropa de marca?
  • ¡Despertad! 1992
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¡Despertad! 1992
g92 8/9 págs. 23-25

Los jóvenes preguntan...

¿Es preciso llevar ropa de marca?

LA ROPA representa a la persona. [...] Constituye siempre un símbolo de lo que uno es —dijo Barbara Dickstein, especialista en indumentaria de un importante museo⁠—. Revela su situación, su papel en la vida, su posición social.” Por eso no es de extrañar que para la mayoría de las personas la ropa tenga mucha importancia y que para algunos jóvenes sea una verdadera obsesión.

La preocupación que un gran porcentaje de la juventud siente por la ropa va más allá de un simple interés por ir a la moda. Muchos están obsesionados con las marcas. Prácticamente todo artículo que compran —desde calzado deportivo hasta unos lentes⁠— tiene que llevar ese importantísimo logotipo. Por ejemplo, una encuesta realizada por la revista Seventeen reveló que el 90% de las adolescentes considera importante que las prendas deportivas que compren sean de marca.

Esto no debería sorprendernos si tenemos en cuenta el tremendo impulso que los medios de comunicación han dado a la ropa de marca en los últimos años. Mediante los anuncios que aparecen en televisión, revistas, periódicos, carteleras y películas, los consumidores han sido bombardeados literalmente con marcas. El objetivo de esta propaganda es lavar el cerebro del público para que crea que un logotipo transforma casi por arte de magia una prenda... y a la persona que la lleva. Unos pantalones vaqueros sin marca son unos simples pantalones. Si son de marca, se convierten de pronto en la clave de la popularidad, de una vida llena de emociones y ¡hasta de aventuras amorosas!

El señuelo de la etiqueta

“¿Tiene acaso importancia el nombre?”, preguntó uno de los personajes de cierta obra de Shakespeare. En lo relacionado con la ropa, el nombre puede ser muy importante. Un libro de texto publicado para preparar a minoristas profesionales dice: “Muchos clientes están dispuestos a pagar un poco más de dinero por nombres de marca [...] y de diseñadores. Muchas marcas tienen la reputación de cumplir altas normas de diseño, apariencia, calidad y confección. Las prendas de marca suelen distinguirse por la singularidad de su diseño”. (Know Your Merchandise [Conozca su mercancía], de Wingate, Gillespie y Barry.) Un artículo que apareció en The New York Times Magazine también destaca que “la confección y el tejido de las prendas más caras suele ser muy diferente” de los de las prendas más baratas, lo cual hace que las prendas de una buena marca duren más y luzcan mejor que las de marcas más baratas.

De todas formas, para muchos jóvenes la etiqueta de una marca conocida no es tanto un símbolo de calidad como de posición social: una señal de distinción. Sam, un joven de diecisiete años, dice que “si no la llevas, no vas a la moda”.

La presión de los compañeros

No es de extrañar que un joven llamado Casey diga: “Se nos presiona mucho para que llevemos ropa de marca”. Tennile, una muchacha de catorce años, añade: “Todos te preguntan siempre: ‘¿De qué marca es tu suéter, tu chaqueta o tus pantalones vaqueros?’”. Según cierto joven, la presión puede ser tan fuerte que si uno no se amolda, “la gente se burlará de uno y hablará de uno, o dirá que lleva zapatos sin marca o que compra en [tiendas de saldos]”.

Por supuesto, es humano querer llevarse bien con otros y ser aceptado. Andy, un muchacho de quince años, dice: “Nadie quiere destacarse ni que lo consideren raro”. Pero ¿hasta dónde hay que llegar para ser aceptado? Joe, de catorce años, admite: “A veces uno compra ropa que no le gusta solo para ser aceptado”.

Pero ¿tiene sentido que permitas que otros decidan por ti, que no te dejen manifestar tu propia personalidad o que te intimiden para que vayas en contra de tus propios gustos, normas o sentido común? Romanos 6:16 dice: “¿No saben que si siguen presentándose a alguien como esclavos para obedecerle son esclavos de él porque le obedecen?”. ¿Quién quiere ser esclavo de los demás? Sin embargo, en eso precisamente te conviertes cuando permites que tus compañeros digan la última palabra en cuanto a tu forma de vestir, o cuando te dejas influir por las tendencias de la moda. (Compárese con Efesios 4:⁠14.)

El punto de vista bíblico

¿Cómo puedes aprender a pensar por ti mismo? Familiarízate con los principios de la Palabra de Dios. Cuando tu forma de pensar esté orientada hacia la Biblia, habrá muchas menos probabilidades de que otras personas te controlen o manipulen. (Proverbios 1:⁠4.) Es cierto que la Biblia no es un manual especializado en modas. Pero contiene principios que pueden ayudarte a decidir qué vas a ponerte. Fíjate, por ejemplo, en las palabras de 1 Timoteo 2:⁠9, donde el apóstol Pablo aconseja a los cristianos que “se adornen en vestido bien arreglado, con modestia y buen juicio, no con [...] traje muy costoso”.

Obviamente Pablo no estaba diciendo que tienes que vestirte como un pobre ni que debes llevar prendas tan anticuadas que te hagan sentir incómodo. Parece ser que el propio Jesucristo poseía por lo menos una prenda de buena calidad. (Juan 19:23, 24.) Más bien, el consejo de Pablo a los cristianos era que su modo de vestir no atrajera indebida atención a sí mismos. Comprar una prenda porque es de calidad, es bonita o es práctica tiene sentido. Pero lucir la etiqueta de una prenda con el único propósito de hacer “exhibición ostentosa” o ‘promover competencias’ es una manifestación de egotismo. (1 Juan 2:16; Gálatas 5:26.) Puede que impresiones a unas cuantas personas volubles, pero también puedes despertar en otros envidia, celos y resentimiento.

Pablo dijo a los cristianos que manifestaran buen juicio en su forma de vestir. En algunas partes el llevar ropa de marca resulta peligroso. Michael Thomas, por ejemplo, era un muchacho de quince años al que otro adolescente mató para quitarle sus zapatos deportivos de marca que costaban 100 dólares (E.U.A.). El periódico The New York Times informó que en muchas escuelas urbanas de Estados Unidos, llevar costosos artículos de marca “puede ser suficiente como para que se forme una pelea que resulte incluso en la muerte de alguien”. Por eso una joven llamada Katherine dice: “Me ha servido de protección no permitir que mis compañeros influyan indebidamente en mi forma de vestir. De otro modo pudiera atraer una atención no deseable de otras personas”.

Para empezar, está claro que no todos los jóvenes tienen los medios económicos para comprarse ropa de marca. Si tú te encuentras en esa situación, posiblemente no tengas más remedio que aprender a ‘contentarte con tener sustento y con qué cubrirte’, aunque esa ropa no sea la mejor ni la de última moda. (1 Timoteo 6:⁠8.) En lugar de caer víctima de la envidia, que es destructiva, trata de sacar el mayor provecho de tu situación. (Tito 3:⁠3.) Quizás tus prendas no lleven una etiqueta selecta, pero pueden estar pulcras, limpias y presentables.

La importancia de saber comprar

La ropa que lleves de ninguna manera es tan importante como la clase de persona que eres en tu interior. (1 Pedro 3:3, 4.) De todas formas, prescindiendo de cuáles sean tus circunstancias, lo razonable es que vistas apropiadamente para cada ocasión. Como cristiano, también tienes la obligación de vestir de una manera digna de un joven ministro. (2 Corintios 6:⁠3.)

Por otra parte, el vestir con modestia cristiana no significa necesariamente que tienes que llevar ropa pasada de moda. Una joven llamada Tamaria lo expresa muy bien cuando dice: “No hay nada malo en ir a la moda, siempre y cuando no te excedas”. Tampoco hay nada malo en llevar ropa de calidad. De hecho, según el libro Dressing Smart (Saber vestir), de Pamela Redmond Satran, los expertos “aconsejan que uno se compre la mejor ropa que pueda pagar y que se dé más importancia a la calidad que a la cantidad”. El libro Know Your Merchandise da un consejo parecido: “Un guardarropa que contiene pocas prendas, pero de buena calidad y bien escogidas, es mejor que uno con muchas prendas que se estropean en seguida y que pronto se pasan de moda”.

Esto quizás requiera que te conviertas en un comprador hábil, como la “esposa capaz” descrita en la Biblia en Proverbios 31:10, 14, 18. Ella caminaba “lejos” para que ‘su comercio fuera bueno’. Tu también puedes aprender para que tu ‘comercio sea bueno’. La revista Ladies’ Home Journal sugirió en uno de sus números: “Pregunta si el artículo está rebajado, incluso en los establecimientos grandes. [...] Pregunta en diferentes tiendas y compara los precios”. Hasta podrías aprender a regatear, particularmente en las tiendas pequeñas.

No obstante, la revista Consumer Reports nos recuerda que “el precio y el prestigio no son indicios infalibles de calidad”. De hecho, las investigaciones efectuadas por dicha revista descubrieron que la calidad de algunas prendas que costaban un precio moderado era casi igual a la de las costosas prendas de marca. El libro Dressing Smart dice: “A veces se ponen precios exorbitantes a algunas prendas simplemente porque están de moda, porque son de marca o por puro descaro”. Hay casos en que se pone la etiqueta de una marca cara a artículos de imitación cuya calidad es inferior. Y aun cuando la etiqueta es legítima, pueden encontrarse errores en la confección.

Así que no te dejes engañar ni por las etiquetas ni por los precios. Sé observador. (Proverbios 14:15.) Examina bien la prenda: el tejido, la confección, etcétera. ¿Tiene buena caída? ¿Hay suficiente tela en las costuras o los bajos para posibles composturas? ¿Lleva forro y entretelas? ¿Observas otros detalles en la prenda, como pudieran ser una buena simetría y que los cuadros, rayas o estampados casen bien en las costuras?

Si eres observador y discernidor, no te dejarás llevar por las etiquetas de marca a la hora de escoger tu ropa. Puedes vestir bien sin llevar ropa extravagante.

[Comentario en la página 24]

Si son de marca, unos pantalones vaqueros se convierten de pronto en la clave de la popularidad, de una vida llena de emociones y ¡hasta de aventuras amorosas!

[Fotografía en la página 25]

No te dejes engañar por una etiqueta. Antes de comprar una prenda, examínala bien

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