¡No es basura corriente!
EL VIERNES 24 de marzo de 1989, el superpetrolero Exxon Valdez chocó con un arrecife en el golfo del Príncipe Guillermo (Alaska) y 42 millones de litros de crudo se vertieron en el agua. El accidente amenazó los medios de subsistencia de los pescadores locales, contaminó centenares de kilómetros de costa y causó la muerte de miles de aves y mamíferos marinos.
El incidente del Exxon Valdez continúa exaltando los ánimos de los que se preocupan por los problemas del medio ambiente. Sin embargo, todos los días se produce una “marea negra” mucho más insidiosa que probablemente afecte también a su propio vecindario.
Según la revista Consumer Reports, las personas que cambian personalmente el aceite del motor de su automóvil desechan anualmente entre 750 millones y 1.500 millones de litros de aceite. Al parecer, “solo entre el 10 y el 14% de dicho aceite se elimina de la forma apropiada”. Este pequeño porcentaje de aceite de desecho se recicla y se utiliza para la fabricación de otros productos útiles. Pero ¿qué sucede con el resto? Es muy probable que los dueños de los automóviles se limiten a desecharlo como si fuera basura corriente.
Todos los años terminan en el suelo, en las corrientes de agua o en las alcantarillas millones de litros de aceite usado. Para generar semejante cantidad de contaminación, se necesitarían por lo menos veinticinco vertidos de crudo como el del Exxon Valdez. Pero el aceite usado, así como otros productos de desecho de los automóviles —anticongelante, líquido de frenos y aceite para la caja de cambios—, no son basura corriente. Son mucho peor que eso.
La revista Consumer Reports dice que si el aceite de desecho entra en contacto con “el agua potable, puede producir graves consecuencias: Un litro de aceite usado puede hacer que un millón de litros de agua dejen de ser potables, y solo medio litro de aceite puede producir en el agua una mancha aceitosa de casi media hectárea de extensión”.