BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g92 22/10 págs. 25-27
  • El cultivo de los gigantescos costeros

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • El cultivo de los gigantescos costeros
  • ¡Despertad! 1992
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • ¿Para qué sirve la arboricultura?
  • Técnicas empleadas
  • Los peligros
  • El futuro de la arboricultura
  • Gigantes del Noroeste
    ¡Despertad! 1971
  • ¿Serán sus días “como los días de un árbol”?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1973
  • Árboles
    Ayuda para entender la Biblia
  • Árbol
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
Ver más
¡Despertad! 1992
g92 22/10 págs. 25-27

El cultivo de los gigantescos costeros

Por el corresponsal de ¡Despertad! en Canadá

PASEAR por un bosque es sin duda una de las experiencias más impresionantes, incluso sobrecogedoras, que puedan vivirse. Ver los rayos de luz y los colores, respirar el aire fresco y puro y percibir la quietud y paz que reinan en el ambiente constituyen un verdadero regalo para los sentidos.

El litoral pacífico del noroeste norteamericano es muy conocido por sus vastas regiones arboladas. Las montañas, los valles y los fiordos de esa zona están cubiertos de prolíficas plantaciones de unos famosos y gigantescos árboles costeros. Se trata de abetos, pinos, tuyas y piceas —coníferas de madera blanda⁠— que en dicho entorno alcanzan una gran altura. El famoso abeto de Douglas puede crecer ¡hasta los 90 metros de altura!

Pero estos árboles no solo se destacan por su magnificencia. Desempeñan un papel importante en la subsistencia de madereros, camioneros, constructores de carreteras, personal de aserraderos, conductores de remolcadores y demás. Y de dichos árboles sale la materia prima con la que se fabrican miles de productos para satisfacer a los consumidores. Los árboles son tan importantes que científicos y técnicos forestales están tratando de encontrar maneras de acelerar su crecimiento y mejorar la producción forestal. Para conseguirlo, han recurrido a la ciencia de la arboricultura, a la que también puede considerarse un arte.

¿Para qué sirve la arboricultura?

Del mismo modo que cada persona tiene su propio rostro, los árboles de un bosque también tienen sus características distintivas. Cada uno difiere un poco del otro en altura, follaje y cantidad de ramas. Y puede diferir asimismo en aspectos que no nos es posible ver.

Algunos árboles crecen más deprisa que otros. Algunos producen una madera más fuerte, más densa y más limpia (de nudos). Y otros tienen una mayor resistencia a las plagas y las enfermedades. Todos estos detalles son de gran importancia en la explotación forestal.

Los técnicos forestales quieren, naturalmente, árboles que crezcan deprisa, sean resistentes a las enfermedades y produzcan madera de gran calidad. Además, a fin de facilitar la tala, el transporte y el aserrado, lo mejor es que sean de un tamaño prácticamente uniforme. No obstante, los árboles que reúnen todos esos requisitos —los que crecían en esta zona cuando llegaron los primeros taladores a mediados del siglo XIX⁠— ya han sido cosechados. Los que se talan hoy día pertenecen a bosques de crecimiento secundario, son más pequeños, crecen más despacio, tienen menos madera y su calidad no es uniforme. El trabajo del arboricultor consiste en conseguir árboles que posean las características deseables. Y ese es precisamente el objetivo de los programas de mejoramiento arbóreo que actualmente se están llevando a cabo en el litoral pacífico del noroeste norteamericano.

Técnicas empleadas

La arboricultura comienza con una labor de selección. Un equipo de técnicos inspecciona los árboles de la zona que se quiere reforestar en busca de variedades superiores o árboles padres, árboles que parezcan disponer de un mayor potencial genético para el cultivo.

Quien piense que dicha labor no es más que un agradable paseo en automóvil por el bosque está bastante equivocado. Se trata de una búsqueda muy laboriosa. Cada posible árbol padre tiene que reunir una serie de características: buena producción de piñas, crecimiento rápido, tronco recto, ausencia de enfermedades, etcétera. No obstante, en este trabajo no hay que fiarse de las apariencias. Puede que un abeto magnífico, sano y de 40 metros de altura sea, efectivamente, más alto que los demás, pero ¿se debe a que creció más deprisa, o sencillamente a que tiene más años? ¿Será que tiene una mejor ubicación o un mejor drenaje, o a una dotación hereditaria superior?

Una vez encontrado un espécimen satisfactorio, se le pone una etiqueta y un número. Pero ¿qué se hace ahora para que produzca otros árboles de variedad superior? No se conseguiría nada desarraigándolo y replantándolo en otro lugar. Tampoco sería de ningún beneficio limitarse a tomar sus semillas y plantarlas. La razón es que no hay manera de saber cuál de los árboles circundantes ha polinizado las semillas y contagiado impurezas a su dotación genética. Lo que se necesita es un esqueje de ese árbol. Pero ¿cómo extraerlo?

La rama más baja suele estar a mucha altura. De modo que un tirador certero la secciona mediante un disparo de rifle, consiguiendo así que el ápice de la rama sana caiga suavemente al suelo. El esqueje se lleva a un semillero (vivero especializado en la producción de semillas) y se injerta en un plantón. El plantón injertado crecerá hasta convertirse en una copia genética exacta del árbol padre: un clon.

La ubicación del semillero se escoge con mucho cuidado para que árboles silvestres no polinicen. Cuando los clones maduran, las flores reproductivas femeninas, protegidas con una bolsa de papel para evitar la polinización por el viento, son polinizadas artificialmente con una aguja hipodérmica. De las semillas resultantes saldrá una nueva generación de plantones o plántulas. Debe llevarse un registro de todos los pasos de este proceso y todos los detalles sobre cada plantón a fin de saber el origen del árbol padre, la fuente de la que se ha tomado el polen y otra mucha información.

La nueva generación de plantones se lleva a un lugar cercano al árbol padre y se plantan para ver cómo se desarrollan. Como sucede en el caso de las personas, estos plantones pueden acabar siendo una honra para sus padres o una deshonra. Si crecen bien, sus esquejes pueden constituir la base de un semillero de segunda generación. Las semillas así producidas pueden venderse comercialmente hasta a 58 dólares (E.U.A.) los 100 gramos. Si, por el contrario, no crecen bien, sus padres, los clones, pueden ser desarraigados del semillero original y los árboles padre de los que proceden serán eliminados del programa. Han de encontrarse nuevas variedades superiores (nuevos árboles padre), y todo el laborioso proceso debe comenzar de nuevo.

Toda esta labor toma mucho tiempo. Puede que un arboricultor nunca vea ni siquiera una sola generación adulta de árboles que haya sido fruto de su trabajo. Se necesitan hasta diez años para que un semillero produzca semillas en cantidades utilizables. Luego han de pasar otros diez años para saber de qué calidad son los árboles procedentes de tales semillas. Finalmente, han de transcurrir de cincuenta a sesenta años más para que estos alcancen un tamaño cosechable.

Los peligros

Como se indicó antes, si los plantones injertados no crecen bien, se pueden perder años enteros de trabajo. Por eso existe la gran tentación de limitarse a tan solo un pequeño número de árboles padre de calidad excepcional y demostrada. Sin embargo, eso tiene sus peligros. ¿Cuáles?

Todo árbol, al igual que toda persona (con la excepción de los mellizos o trillizos idénticos), tiene una constitución genética propia y diferente de los demás, un genotipo. Cuantos menos genotipos haya en el patrimonio genético de un arboricultor, menos genes diferentes contendrá su patrimonio, y mayor será el peligro de que alguna enfermedad o plaga acabe con toda una generación de árboles, incluso con un bosque entero.

Por consiguiente, lo más sensato es disponer de un patrimonio genético más amplio, aunque algunos de los árboles padre utilizados no crezcan tan deprisa ni tan rectos. Al utilizar varios árboles padre, se reduce el riesgo de que se arruine toda la cosecha.

El futuro de la arboricultura

Aunque es posible que transcurran otros cincuenta años antes de que se vean los resultados de las labores arboricultoras realizadas hoy, los beneficios son que los bosques plantados con semillas mejoradas podrán comercializarse en un tiempo entre un 10 y un 20% inferior al de los plantados con semillas corrientes. Y algunos expertos en la materia predicen que la arboricultura podría incrementar en hasta un 25% el volumen de la madera cosechada en un terreno. Este beneficio, junto con el de conseguir una mayor resistencia a las enfermedades y las plagas, una madera más fuerte y más limpia y una mejor producción de semillas, convierte a la arboricultura en una parte fundamental de la explotación forestal en el litoral pacífico del noroeste norteamericano.

El factor tiempo sigue siendo el enemigo del arboricultor. Se tarda demasiado en ver los resultados, en tomar decisiones, en seguir adelante con el siguiente paso. La vida de los árboles, en especial la de los pertenecientes al grupo de las coníferas, siempre ha sido más larga que la de los humanos. No obstante, la Biblia indica que llegará el tiempo en que ya no será así: “Como los días de un árbol serán los días de mi pueblo”. De hecho, la promesa de Dios es que su pueblo vivirá para siempre. (Isaías 65:22; Revelación 21:3, 4.) Entonces sí se dispondrá de tiempo para explorar el fascinante potencial genético que todavía permanece oculto en las plantas y los animales.

[Fotografías en la página 26]

Extracción de un esqueje de árbol mediante un disparo

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir