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  • Gigantes del Noroeste
  • ¡Despertad! 1971
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¡Despertad! 1971
g71 8/8 págs. 24-26

Gigantes del Noroeste

PIGMEOS en una tierra de gigantes es lo que parecen los cortadores de árboles que trabajan entre los altos árboles de los bosques, mientras los primeros albores de la aurora que asoma se extienden sobre el noroeste del Pacífico. Los rayos del Sol van lentamente disipando la neblina que pende sobre los voluminosos peñascos y los árboles gigantescos de las montañas Cascade. En esta región maderera que se extiende desde el sudeste de Alaska hasta el norte de California hay millares de hombres empleados en el corte y transporte de trozas.

El ruido de motores parecidos a los de motocicletas rompe el silencio del gran bosque a medida que las sierras de cadena motorizadas asierran los gigantescos árboles, haciendo que caigan estrepitosamente al suelo del bosque, terminando así quizás hasta mil años de la vida de un árbol. Los trabajadores parecen hormigas junto a estos gigantescos árboles al cortarlos en trozas. Ceñidas por cables de acero, a veces estas trozas miden de tres a cuatro metros de diámetro al ser haladas al lugar de carga.

Los árboles son las plantas más grandes que existen. Pero diferentes de la mayoría de las plantas, nunca dejan de crecer mientras viven. Hay más de mil géneros de árboles tan solo en los Estados Unidos. Los madereros por lo general clasifican a los árboles como maderas duras o maderas blandas.

Por lo general las maderas blandas son coníferas, que son siempreverdes y tienen la hoja semejante a aguja del pino. Su madera es de peso ligero cuando está seca y se corta fácilmente. Los abetos, los pinos y los cedros son ejemplos de las coníferas o grupo de madera blanda.

A los árboles de madera dura, que a menudo tienen hojas anchas, se les reconoce por la textura compacta de su madera, que por lo general es dura y pesada. Muchos de estos árboles son deciduos; dejan caer sus hojas en el otoño, y nuevas hojas brotan en la primavera. Entre ellos hay muchas variedades, como el arce, el nogal, el abedul, el manzano y el durazno.

¿Qué es lo que hace que el árbol crezca y le da a la madera sus propiedades singulares? Justamente debajo de la corteza del árbol hay una capa que se llama cambium; ésta le queda al árbol como una piel ajustada. Se compone de células nuevas, vivas. Aquí es donde crece el árbol, mientras se añade al tronco un nuevo anillo de madera cada año.

La porción nueva llega a formar parte de la albura, que lleva la savia de las raíces a las hojas. Con el tiempo la albura llega a constituir el duramen central, que le da su fuerza al árbol.

En el duramen la composición química de la célula cambia y llega a ser, en su mayor parte, celulosa. Los árboles se componen principalmente de celulosa y lignina, un plástico natural. La lignina une las células de celulosa con tal fuerza que puede sostener a un abeto Douglas o un redwood, pino gigantesco de California, que puede llegar de 60 a 90 metros de altura, aun ante ventarrones feroces.

¡Y pensar que estos gigantes empezaron siendo semillitas! Tratándose de la gigantesca secoya, la semilla es de aproximadamente seis milímetros de largo. Y en cada semillita están las partes vitales que se necesitan para un nuevo árbol. Por ejemplo, hay un hilito blanco que algún día se convertirá en tronco de árbol. Además de dos hojitas, la semilla también tiene una punta de raíz en un extremo y un brote en el otro. Asombrosamente, señala la World Book Encyclopedia, “Aunque uno voltee una semilla que esté germinando de modo que su extremo de la raíz quede hacia arriba, se voltea hacia abajo en unas cuantas horas, como si fuera halada por la gravedad. Al mismo tiempo, la punta con el brote y las hojas se vuelve hacia arriba, como si fuera halada por la luz del Sol.”

¡Y qué asombrosa variedad de semillas hay! Las coníferas dan semillas en conos, conos que varían en tamaño desde el abeto del tamaño de una piedrecita hasta casi treinta centímetros para algunas especies de pino. Cuando las semillas están maduras, los conos se abren y las semillas se derraman, esparciéndose en el viento.

Algunas semillas tienen alas, de modo que vuelan largas distancias antes de aterrizar. Otras saltan o ruedan como las bellotas, y algunas que tienen pelusa son llevadas por el viento. Y, por supuesto, las semillas de muchos árboles están embutidas en su fruto.

Abeto Douglas

El árbol grande abeto Douglas, que alcanza más de 60 metros de altura, es el árbol que le da el perfil de dientes de sierra a las faldas de las montañas. Bien puede ser el abeto Douglas el rey de los gigantes por su valor, pues este árbol de madera blanda produce más madera de alta calidad que cualquier otro árbol de la América del Norte. Su peculiar composición de fibras entretejidas hace que sea una madera extraordinariamente fuerte en relación con su peso. Retiene los clavos excelentemente. Se pinta con facilidad, se trabaja fácilmente y resiste bien la podredumbre por humedad o sequedad.

Los capitanes de buques de vela estimaban el abeto Douglas para mástiles debido a su gran altura y fuerza. Hoy el abeto Douglas está en demanda para la construcción de casas y se usa tanto para madera como para tablas multilaminares. Las trozas más pequeñas y el desperdicio del abeto Douglas se convierten en pulpa para papel, alcohol industrial, productos químicos, vainilla artificial y combustible.

El cedro rojo y la picea

El cedro rojo o cedro para canoas es otro gigante del Noroeste, que puede alcanzar de 45 a 60 metros de altura con un tocón de cuatro metros y medio de diámetro. Siendo de veta recta y fácil de partir, este árbol hasta cedía ante herramientas primitivas. Los indios usaban el gigantesco cedro rojo para tallar postes históricos llamados tótemes. También podían ahuecar las enormes trozas de este árbol para sus canoas, tallando detalles artísticos con cinceles y hachas de piedra, dientes de castor y conchas de almeja, alisando la madera con arena y piel de lija.

Hoy el cedro rojo es favorecido en particular como madera para armarios y zonas de almacenamiento, ya que ahuyenta a los insectos por su olor acre. Los arquitectos también están experimentando con el cedro rojo para usarlo como paramento de acabado natural en los hogares.

Las piceas son un deleite para el fabricante de pulpa. Una empresa tal vez posea millares de acres de estos árboles. La entera industria de comunicaciones del mundo se hallaría en circunstancias difíciles sin el papel barato que suministra la picea para libros, periódicos y uso cotidiano. Una edición de un periódico puede utilizar hasta seis acres de piceas. La pulpa también se utiliza para fabricar rayón para ropa.

La gigantesca picea Sitka, de 30 a 60 metros de altura, es una de las más bellas coníferas de Occidente. Algunos gigantescos Sitkas miden más de 90 metros de altura. Puesto que la madera de este árbol tiene una composición fibrosa interna muy fuerte en relación con su peso, la madera se utilizó para aviones durante la I Guerra Mundial. Ahora esta madera se utiliza para fabricar instrumentos musicales de alta calidad con excelente reproducción de sonido, como la guitarra y el piano.

Los “redwoods” y las gigantescas secoyas

Viajando hacia el sur junto al océano en Oregón meridional, se empiezan a ver los redwoods. Reyes entre los gigantes por su altura, los redwoods son los árboles vivos de mayor altura, que crecen a la altura de un edificio de treinta pisos. De hecho, el árbol más alto que se conoce en los Estados Unidos es un redwood que mide 112,4 metros de altura. Muchos troncos de los redwoods miden más de tres metros de diámetro. La madera de este árbol es de color rojo claro. Aunque blanda y débil, es excepcionalmente resistente al deterioro y los insectos. Por eso se utiliza con frecuencia para el acabado interior en los edificios y con otros propósitos cuando lo que se quiere es durabilidad.

Los redwoods crecen entre el nivel del mar y una elevación de 760 metros, mientras que las gigantescas secoyas se encuentran en las secciones más extremadas de la región de los gigantes de los bosques, pues pueden aguantar más frío y sequía y sobrevivir a alturas mayores. Aunque no son tan altas como los redwoods, las gigantescas secoyas alcanzan mayor volumen. Puesto que ningún otro árbol combina una voluminosidad de tronco como ésa con tal altura, muchas personas consideran a la gigantesca secoya como el árbol más majestuoso del mundo. Se cree que algunos tienen más de 3.000 años de edad, y no se sabe de ninguno de ellos que haya muerto de vejez.

La General Sherman, una secoya de la Sierra Nevada de California, es un ejemplo excelente del gigantesco tamaño de estos árboles. Aquí está un árbol que mide 83,3 metros de altura. La circunferencia, en su base, es de 31 metros. A treinta metros de altura este gigante de la familia arbórea todavía mide 5,7 metros de diámetro. Se calcula que el peso total del árbol es de más de 6.000 toneladas. Sin embargo este tremendo árbol se originó de una semilla tan diminuta que se necesitarían 50.000 de ellas para que pesaran poco menos de medio kilo.

Debido a que estos árboles son de veta recta y quebradizos, frecuentemente los leñadores descubren que cuando se cortan su misma voluminosidad puede hacer que se conviertan en muchos fragmentos de madera no utilizables. Esto produce la pérdida completa de un árbol que quizás estuvo creciendo por mil años o más hasta ser cortado.

Muchos beneficios para el hombre

Alimento, abrigo, ropa, combustible... todo esto se puede suministrar de los árboles. Podemos estar agradecidos, también, de que los árboles limpien el aire, de que recojan el anhídrido carbónico a través de hoyitos en las hojas. Con la ayuda de la luz del Sol, el agua, los minerales, por procesos que todavía no se conocen a grado cabal, el árbol fabrica alimento en las hojas de un modo que se llama fotosíntesis. Así se alimentan las células.

Si súbitamente llegaran a extinguirse los árboles por contaminación del ambiente, es concebible que el hombre y otras criaturas vivas con el tiempo se asfixiarían y morirían por falta de aire.

De modo que los árboles desempeñan un papel importante, no solo en la vida de los leñadores de la Costa Occidental de la América del Norte, sino en la de la mayor parte de la gente. Todos tenemos razón para apreciar los escritorios, armarios, sillas, mesas y muchos otros hermosos muebles que se hacen de madera. Nos alegramos de tener papel, de manera que podamos leer la página impresa que lleva palabras de esclarecimiento, esperanza o consuelo. ¿No deberíamos apreciar también las otras cosas que puede hacer un árbol: purificar el aire, suministrar sombra y belleza al paisaje? Podemos estar agradecidos de que nuestro amoroso Creador haya adornado la Tierra con una variedad tan grandiosa de las plantas más grandes, incluso esos gigantes del Noroeste.

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