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  • El testimonio de la creación sobre el Dios de propósito

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  • El testimonio de la creación sobre el Dios de propósito
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
w77 15/3 págs. 163-166

El testimonio de la creación sobre el Dios de propósito

TODAS las criaturas humanas vemos razón para hacernos muchas preguntas —especialmente el cómo y el por qué de las cosas— en el universo que nos rodea, acerca de la vida en general y acerca de nuestra propia vida y porvenir. ¿Cómo? y ¿Por qué? son dos preguntas importantes.

Hombres inteligentes pueden contestar en parte el ¿Cómo? En los campos de la ciencia y la medicina se ha llegado a muchas conclusiones en cuanto a cómo funcionan las cosas. Por otra parte, esos hombres dan pocas respuestas, o ninguna, en cuanto a por qué.

Pero para nuestro bienestar mental y espiritual, más aún que las respuestas que dicen cómo necesitamos las respuestas que dicen por qué. ¿Por qué está la Tierra en condición tan propicia para sustentar la vida? ¿Por qué hay la interdependencia que existe entre el reino vegetal y el animal de modo que cada uno ocupa su lugar para el bienestar de lo demás? ¿Por qué, puesto que la ciencia ha reconocido estos hechos, no nos ha dado una respuesta a la pregunta: ¿Hay un propósito en todo ello, y Por qué estamos aquí?

Tiene que haber un propósito en el hecho de que estemos aquí. Solo una breve ojeada a algunas de las cosas que nos rodean debería convencer a la persona pensadora de que no estamos en una situación sin propósito, casual, gobernada por simples fuerzas ciegas.

EL CRECIMIENTO DE LOS ÁRBOLES REVELA PROPÓSITO

Por ejemplo, considere los árboles. Los árboles, lo mismo que todas las demás cosas vivientes, se componen de células. Para el crecimiento de un árbol las células se tienen que dividir, comenzando desde las primeras células en la semilla fertilizada. En el árbol que crece, un revestimiento consistente en una capa sencilla de células precisamente debajo de la corteza, llamada la capa “cambial,” se compone de células “madres.” Todas estas células son exactamente iguales e inician la división celular que da cuenta de la producción del grueso del árbol en su diámetro completo. Hay cierta proporción de células “hijas” producidas por la división de las células “madres” que tienen que formar la madera del árbol, y una proporción mucho más pequeña de células que forman la corteza. Obviamente hay una diferencia señalada en estas dos clases de células, las de madera y las de corteza. En el proceso de la división las células cambiales producen muchas más células para madera que células para corteza, porque, por supuesto, hay más madera que corteza. Así se mantiene la proporción apropiada y el árbol crece como debe. Cada una de las millones de células “madres” siempre produce células para corteza y para madera en exactamente la proporción que se necesita.

Ahora bien, sabemos que ni el árbol ni sus células tienen inteligencia. El árbol no sabe que necesita más madera que corteza, ni que hay otros árboles como él. No entiende que ocupa un lugar funcional con todos los demás árboles en la ecología forestal, y que por eso tiene que crecer de manera exactamente correcta. ¿Qué factores hacen que el árbol haga exactamente las células que necesita en las proporciones correctas?

En este caso, el cómo se desconoce. Pero se puede conocer el por qué, con tal que reconozcamos que hay un propósito para la vida en la Tierra y que hay una Inteligencia Magistral detrás de todo ello. Podemos ver la razón para que haya árboles que den sombra, árboles que den madera, árboles que lleven fruto, árboles que produzcan nueces, etcétera. También sabemos que los árboles tienen muchas funciones esenciales para la vida de los animales y del género humano. Pero si pensamos que todo vino por la acción de fuerzas ciegas, realmente no hay por qué.

Aun si pudiera admitirse que fuerzas casuales pudieran haber hecho que las células de los árboles produjeran las proporciones correctas de madera y corteza (aunque las probabilidades en contra de esto son tan astronómicas como para hacerlo virtualmente imposible), ¿cómo “saben” también hacer, entre las células de la madera, no solo una clase de éstas; sino las muchas células diferentes que se necesitan para hacer de lo que crece un árbol? Pues muchas de estas células de la madera, formadas por las células “madres,” son diseñadas de modo que sirvan para conducir agua, o reciben la forma de fibras largas para suministrar apoyo mecánico al árbol, o para almacenar alimento. Y todo esto continúa vez tras vez, exactamente en las proporciones correctas, no solo una o dos veces, como la casualidad haría que fuera. Este proceso continúa aconteciendo, sin falta, por centenares o hasta millares de años en el mismo árbol y también en todos los árboles vecinos.

Además, si no hay Creador y no hay propósito inteligente preciso tras el crecimiento del árbol, ¿por qué persiste en vivir y crecer en medio de una variedad de condiciones y hasta en condiciones desfavorables? Un animal puede mudarse a otra localidad o zona, pero el árbol tiene que quedarse donde brota. Tiene que ser diseñado con anticipación para que sobreviva en la situación que surja. Si la semilla de un árbol brota en una ladera o el viento empuja constantemente en una sola dirección al árbol creciente de modo que no crezca en dirección vertical, ¿se cae, simplemente, el árbol? Eso sucedería si no hubiese propósito o inteligencia en su diseño. Pero no se cae. Produce tejido anormal o “madera de reacción” que procura obligar al tronco del árbol a ajustarse a la dirección vertical de modo que no quede desequilibrado.

Unos árboles usan un método y otros árboles otro para efectuar esta estabilidad. Los árboles coníferos producen madera de reacción en el lado inferior del árbol inclinado. Esta madera, por su composición peculiar, tiene fuerza compresiva, que tiende a “empujar” en el lado inferior del árbol para enderezarlo. Pero en los árboles de hojas anchas, la madera de reacción se forma en el lado superior. Es de diferente composición, con fuerza de tensión, y tiende a “halar” al árbol y darle dirección vertical. En cualquiera de los dos casos, cuando el árbol alcanza la posición vertical, o casi vertical, las células “madres” nuevamente producen solo madera normal. ¿Cómo podría algo que no fuera un Diseñador inteligente saber que cualquiera de los dos métodos daría buenos resultados y entonces, por alguna razón, sin duda con un propósito válido y necesario, usar un método diferente para cada clase de árbol?

No pudiéramos alegar que somos personas racionales, de juicio, y al mismo tiempo considerar de poca importancia todo esto diciendo que es algún proceso que debe haberse realizado “naturalmente,” todo por su propia cuenta. Esto solo sería eludir el problema, no resolverlo. Más bien, sabemos que estos árboles cumplen regular y continuamente con un propósito verdadero y provechoso, y un propósito tiene que tener un proponedor. Tiene que tener detrás una mente que coordine las actividades de las cosas, en este caso el crecimiento de los árboles como parte integrante y esencial de la ecología.

EL HOMBRE, EL QUE MÁS SE BENEFICIA

Avanzando un poco más en esta investigación en cuanto a si hay un propósito para beneficio del hombre en la vegetación, considere al bambú, que está clasificado como hierba. Esta planta fuerte y flexible con su superficie dura y suavizada tiene literalmente centenares de usos. Los retoños del bambú son un alimento sabroso y una fuente de enzimas. Los troncos del bambú se usan para construir casas, andamios y barcos, así como para tender la ropa para que se seque. Muebles y muchos utensilios domésticos, incluso vasos para beber y hasta cuchillos, se hacen del bambú. La mayoría de nosotros conocemos las cañas de pescar de bambú. Y la pulpa y fibra del bambú son valiosas para la fabricación de papel, así como de ciertas medicinas y un catalizador químico.

O, considere los cocoteros. De la cáscara del coco se producen cosas como la soga, esteras, canastas, cepillos y escobas. La copra, la carne del coco, sirve de alimento para el hombre y los animales, para abono y aceite de coco... que se usa en la fabricación de jabones, champúes, detergentes, margarinas, manteca vegetal, hule sintético, glicerina, líquido para frenos hidráulicos y sustancias plásticas para el vidrio inastillable. ¿Por qué, a menos que hubiese un propósito, tendría tales propiedades una planta?

¿Le parece a usted que tan valiosas plantas se produjeron por accidente... de modo que todos estos rasgos estén puestos en la planta sin ningún propósito, salvo, quizás, para que la planta misma viviera? ¿O la produjo un Creador para que suministrara sus excelentes productos para la vida del hombre y para que él disfrutara de ellos?

TENEMOS QUE HACER MÁS QUE SOLO ESTUDIAR LA “NATURALEZA”

Por supuesto, un estudio de los árboles u otras cosas naturales no revela completamente por qué el Creador hizo estas cosas, pero sí nos alerta al hecho de que él tiene inteligencia superior y realmente es Dios sobre toda su creación. La Biblia lo expresa de esta manera: “Sus cualidades invisibles [las de Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por medio de las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad.”—Rom. 1:20.

De una muy breve consideración de solo unas formas de la vida vegetal la persona que raciocina puede reconocer que se ha ejercido tremendo poder y sabiduría única. Sobre todo, se hace sumamente evidente otra cualidad, a saber, el amor. Y ese amor está dirigido principalmente hacia el género humano. Los árboles sin inteligencia y los animales sin raciocinio también se benefician, aunque ellos no pueden apreciar el cuidado amoroso que se muestra en la manera en que las cosas creadas obran juntas para el bien de todos. Pero los seres humanos pueden ver y deben apreciar este hecho. Deben darse cuenta de que Dios creó las cosas para que funcionaran a fin de que el hombre viviera y disfrutara de la vida en la Tierra.

Como ejemplo de propósito Dios menciona el ciclo de la lluvia. Dice: “La lluvia fuerte desciende, y la nieve, desde los cielos y no vuelve a ese lugar, a menos que realmente sature la tierra y la haga producir y brotar, y realmente se dé semilla al sembrador y pan al que come.” (Isa. 55:10) Los científicos no pueden explicar cabalmente el Cómo de la lluvia, pero el Por qué ciertamente se manifiesta en el hecho de que efectúa un propósito sumamente vital para con la humanidad.

Aunque un estudio de cosas como éstas es excelente, y puede acercar a uno más a Dios, solo revela “los bordes de sus caminos” y un “susurro” de cómo es Dios. (Job 26:14) Una mirada a las cosas creadas debe incitarnos a ir más allá para conocerlo y establecer una relación con él. Hay información mucho más emocionante, mucho más satisfactoria y provechosa en la propia comunicación de Dios con nosotros... la Biblia. Gran parte de ella está escrita allí en declaraciones llanas y francas que cualquier persona puede entender.

Si reconocemos a Dios, él nos reconocerá a nosotros. Nos enseñará acerca de sus caminos y llevará a cabo para con nosotros lo que se propuso originalmente. ¿Qué propósito es ése? No solo que disfrutemos de la vida hoy, con un propósito al vivir, sino que los hombres y las mujeres vivan para siempre en una Tierra hermoseada en plena armonía con Él y con todas las cosas creadas.—Rev. 21:3, 4; Gén. 1:28.

Lo estimulamos a usted a considerar la Biblia con mente receptiva, escrutadora. Le sorprenderá y le suministrará mucho ánimo. Usted entenderá Por qué las condiciones son como son hoy día y Cómo Dios las remediará. A los testigos de Jehová les place ayudar a toda persona que busca la verdad a examinar la Biblia cuando a esa persona le sea conveniente, gratuitamente.

[Ilustración de la página 164]

SECCIÓN TRANSVERSAL DE UN TRONCO DE ÁRBOL

CORTEZA EXTERIOR protege al árbol

CORTEZA INTERIOR lleva alimento producido por las hojas

ALBURA lleva agua de las raíces a las hojas

DURAMEN ayuda a sostener el árbol

[Ilustración de la página 165]

El árbol que brota en una ladera se estabiliza produciendo madera de reacción, que hace que el árbol crezca verticalmente

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