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  • Un caballo de tiro volador

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  • Un caballo de tiro volador
  • ¡Despertad! 1993
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  • ¿Cuáles fueron sus comienzos?
  • ¿Cómo se logra que vuele?
  • Se ahorra tiempo y se salvan vidas
  • ¿Qué se siente al volar en helicóptero?
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¡Despertad! 1993
g93 8/3 págs. 12-14

Un caballo de tiro volador

Por el corresponsal de ¡Despertad! en África del Sur

“HABÍAMOS volado durante unas dos horas. De pronto las revoluciones del motor empezaron a bajar, lo que para mí fue la primera señal de que teníamos problemas con el motor. Inmediatamente empecé a ascender, utilizando las revoluciones que me quedaban para ganar tanta altura como pudiera antes de que el motor se detuviese. Cuando ya no pudimos subir más, la caja del embrague se desintegró, y vimos salir despedidos al aire un montón de fragmentos.

”Enseguida coloqué el helicóptero en posición de descenso y mantuve la velocidad a unos 90 kilómetros por hora. Ya había examinado el terreno, y nos dirigíamos a un pequeño claro al que podía llegar con facilidad planeando.

”Cuando estaba a unos quince metros del suelo, levanté el morro del helicóptero para frenar el golpe y aterrizamos, aunque fuimos derrapando hasta detenernos a más o menos un metro y medio de la orilla de un donga [el lecho seco de un río].”

Todo esto sucedió en apenas un minuto. Es cierto que algunos helicópteros se han estrellado en las últimas etapas de un aterrizaje forzoso, pero como puede verse por esta experiencia de la vida real, un fallo del motor no significa que se haya perdido todo. Este piloto realizó con éxito la autorrotación, maniobra que se practica muchas veces durante el aprendizaje solo para estas emergencias.

Sin embargo, a pesar de lo seguro y útil que es el helicóptero, muchas personas todavía no han viajado en uno. Puede que a usted tampoco le sea muy atractiva la idea de dar un paseo en helicóptero, pero quizás le gustaría saber algunos detalles de estas originales máquinas voladoras.

¿Cuáles fueron sus comienzos?

Leonardo da Vinci fue el primero en diseñar un aparato de vuelo vertical que utilizaría una hélice para elevarse (en 1483). Pero, lamentablemente, los ingenieros aeronáuticos dicen que el aparato que él proyectó no podría volar. De todas formas, el vuelo vertical siguió fascinando a los inventores hasta que, hace relativamente poco tiempo, este sueño se hizo realidad.

En 1923, el español Juan de la Cierva, que tenía a la sazón 27 años de edad, efectuó el primer vuelo con éxito de su autogiro en Getafe (España). El mecanismo que diseñó contribuyó mucho al avance de la teoría del helicóptero. Unos años después, Igor Sikorsky, ingeniero aeronáutico nacido en Rusia, dio importantes pasos entre 1939 y 1941 hacia la concepción del helicóptero tal y como lo conocemos hoy día. Pero ¿cuál era el secreto para que el aparato se levantara del suelo?

¿Cómo se logra que vuele?

Un avión ordinario de alas fijas emprende el vuelo después de un proceso de aceleración en una pista de despegue. Cuando alcanza la velocidad debida, el aire que pasa por encima de las alas produce una fuerza suficiente para superar el peso del aparato y lo hace ascender. Pero en el caso del helicóptero, la fuerza ascensional se genera mediante las palas del rotor, que son comparables a las alas de un avión. De modo que un helicóptero puede ascender sin producirse ningún movimiento hacia adelante. Para ello, las palas deben cortar el aire en un ángulo, llamado ángulo de ataque, a fin de producir una fuerza ascensional considerable. Y el piloto puede variar el ángulo de ataque, o paso, de las palas, mediante un mando llamado palanca de paso colectivo. Cuando la fuerza ascensional generada por las palas es mayor que el peso del helicóptero, es decir, supera la fuerza de gravedad, el helicóptero asciende. Cuando la fuerza ascensional disminuye, el aparato desciende.

Para que el helicóptero en posición de vuelo estacionario empiece a volar hacia delante, debe inclinarse el plano de rotación del rotor. Dicho plano es la superficie imaginaria recorrida por las palas durante su rotación. Cuando el plano de rotación está inclinado hacia delante, el aire que pasa entre las palas no solo se dirige hacia abajo para elevar el helicóptero, sino que se dirige un poco hacia atrás para hacerlo avanzar. (Véase el dibujo de abajo.) Por consiguiente, el helicóptero puede moverse en cualquier dirección, de lado y hacia atrás, con tan solo inclinar el plano de rotación del rotor en la dirección deseada. El piloto controla con la mano derecha el mando para todos estos movimientos, que se llama palanca de paso cíclico.

Sin embargo, antes de despegar hay que solucionar otro problema: el empuje de rotación, o par de reacción, provocado por el rotor principal. ¿Qué es el “par de reacción”? Imagínese que usted quiere apretar con una llave inglesa grande un perno situado por encima de su cabeza, pero lleva calzados unos patines de ruedas. Al girar la llave inglesa en una dirección, su cuerpo tenderá a girar en la dirección opuesta. Esto se debe a la existencia de una ley científica del movimiento que dice que para cada acción hay una reacción igual y opuesta. En el caso del helicóptero, cuando el motor impulsa el rotor en una dirección, el aparato tiende a rotar en la dirección opuesta. El método que más se utiliza para compensar este efecto es el rotor antipar, una pequeña hélice compensadora que se monta en la cola del helicóptero. Con la ayuda de dos pedales timoneros, el piloto puede aumentar o disminuir el empuje del rotor de cola, controlando así los movimientos del helicóptero.

El último mando que nos queda por comentar es el regulador de gas. El piloto tiene que regular constantemente las revoluciones del motor siempre que utiliza los mandos, lo que exige una serie de ajustes en el regulador de gas. Fue esta constante comprobación del tacómetro lo que alertó al piloto mencionado al principio del artículo de que el motor iba a pararse. En los helicópteros modernos de turbina de combustión, mucho de este trabajo se ha reducido gracias a la introducción de un dispositivo de regulación de la velocidad del motor.

Se ahorra tiempo y se salvan vidas

A los helicópteros se les ha llamado caballos de tiro voladores, una designación muy apropiada. Por ejemplo, en agosto de 1979, una violenta tormenta desbarató la regata inglesa Fastnet. Quince hombres perdieron la vida en lo que se llamó “el peor desastre de la historia de las regatas”. Pero esta cifra habría aumentado de no haber sido por el trabajo de los equipos de rescate que acudieron en helicóptero. Durante uno de los rescates, el piloto tenía que vigilar las olas y mantener el aparato subiendo y bajando para evitar que estas lo arrollaran. Un informe noticiero describió su acción diciendo que parecía el juego “de la pídola a vida o muerte entre las crestas de peligrosas olas de 13 metros de altura”.

Enormes petroleros que circunnavegan el cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur de África, pueden recibir por helicóptero suministros frescos, repuestos y hasta relevo de tripulaciones sin tener que entrar en ningún puerto. No obstante, para ello se requieren maniobras muy difíciles. El piloto mantiene el helicóptero en posición de vuelo estacionario por encima de la cubierta a la misma velocidad reducida del petrolero. Entonces tiene que imitar el balanceo del barco para poder posarse sobre él lo más suavemente posible.

¿Qué se siente al volar en helicóptero?

Para las personas a las que les gusta volar, la maniobrabilidad del helicóptero proporciona una emoción sin paralelo en ninguna otra forma de vuelo motorizado. Es una experiencia fascinante poder quedarse en posición estacionaria, moverse lentamente hacia atrás o de lado o dar una vuelta completa de 360 grados a unos 50 centímetros del suelo. Como el helicóptero no tiene que desplazarse hacia delante para despegar, volar en él parece más seguro y, una vez en el aire, la persona pronto se queda absorta contemplando el paisaje, especialmente en vuelos de poca altitud.

Sin embargo, al que está aprendiendo a pilotar un helicóptero al principio le parecerá difícil hacerlo, pues los mandos son muy sensibles y es un aparato menos estable que los aviones de alas fijas. No obstante, una vez que lo aprende bien, lo halla divertido y quizás hasta más fácil de pilotar que un avión, debido a que las técnicas de despegue y aterrizaje son más sencillas.

Hoy día el helicóptero es una máquina muy avanzada, un verdadero caballo de tiro volador. Es cierto que comparado con algunas de las creaciones voladoras de Jehová —como la libélula y el colibrí—, puede parecer un tanto torpe de movimientos. Pero así y todo puede decirse que es una verdadera maravilla. Pues bien, como ahora ya sabe un poco más acerca del helicóptero, ¿le gustaría subirse a uno?

[Fotografías/Ilustraciones en las páginas 12, 13]

Proyecto de Leonardo da Vinci de una máquina de vuelo vertical

Vuelo de cercanías al aeropuerto

Rescate en el mar desde el aire realizado por la RAF

La policía suele usar los helicópteros

Plano de rotación del rotor

Helicóptero en posición de vuelo estacionario

Vuelo de retroceso

La palanca de paso cíclico controla el ángulo del plano de rotación del rotor, el cual, a su vez, determina la dirección del vuelo

Vuelo de avance

Palanca de paso colectivo

Palanca de paso cíclico

Pedales timoneros

[Reconocimientos]

Bibliothèque de l’Institut de France (París)

Cortesía del Ministry of Defense (Londres)

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