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  • Músicos saltarines del mundo de los insectos
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¡Despertad! 1993
g93 8/4 pág. 26

Músicos saltarines del mundo de los insectos

ADMITIMOS que tenemos un apetito voraz, lo que, desde luego, puede provocar la ira de los granjeros, que nos consideran plagas que acaban con sus cosechas. Sin embargo, nosotros, los saltamontes, poseemos algunas características interesantes: nuestra forma de saltar, volar, escalar y hacer “música”.

Por ejemplo, ¿sabía que tenemos cinco ojos? En vez de tener que utilizar lentes bifocales, como hacen muchos humanos, poseemos tres ojos pequeños en la parte frontal de la cabeza para ver de cerca. Los otros dos ojos son grandes y se sitúan más atrás, lo que nos permite ver todo lo que sucede a nuestro alrededor. Por eso, siempre podemos saltar antes de que usted nos alcance. ¿No le gustaría tener ojos semejantes a los nuestros?

¿Cuál es nuestra potencia de salto? Podemos saltar hasta diez veces nuestra estatura y aterrizar a una distancia de casi un metro. Para que un hombre consiguiera hacer algo similar, tendría que saltar una altura semejante a la de un edificio de seis plantas. Nuestro secreto son los potentísimos músculos de las patas traseras, que nos dan la fuerza de salto necesaria para lograr tales proezas.

Incluso después de nuestro salto inicial para escapar, podemos hacer que le resulte realmente difícil atraparnos gracias a los dos pares de alas que todos nosotros poseemos. Las rígidas alas superiores realizan la misma función que las de un aeroplano, mientras que las posteriores, que son mucho más delicadas, se utilizan como medios de propulsión adicionales. Así, combinando la capacidad de salto y de vuelo, por lo general podemos volar lo suficiente como para hacer que cualquiera desista de perseguirnos.

¿Le resulta difícil trepar por un poste resbaladizo? A nosotros no. De hecho, podemos subir corriendo por una brizna de hierba deslizante sin dar ni un solo patinazo gracias a cómo diseñó el Creador nuestros seis pies. En cada pata hay almohadillas diminutas con pelillos delicados que segregan un fluido pegajoso, el cual nos ayuda a adherirnos firmemente a las cosas. Además, cada pata va equipada con dos garfios fuertes y puntiagudos que evitan que resbalemos hacia atrás en las pendientes. Sí, mucho antes de que los humanos siquiera pensaran en escalar montañas, nosotros ya estábamos bien equipados para la escalada.

Los machos de nuestra especie son los músicos. Como es de esperar, las hembras quedan impresionadas y opinan que tienen mucho talento. Sí, somos capaces de escuchar y responder a sonidos diferentes. Nuestros oídos se localizan a cada lado del tórax. De modo que, cuando estamos inspirados, el macho pasa suavemente una de sus ásperas patas traseras sobre las venas hinchadas de un ala, tal como un violinista pasa el arco sobre las cuerdas de su violín. Qué relajante resulta acostarse sobre un prado herboso un cálido día de verano y embelesarse con la sinfonía de un millar de saltamontes y grillos. ¡Ah!, la bella melodía del verano.

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