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  • ¿Es malo pasar el rato con otros jóvenes?
  • ¡Despertad! 1993
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¡Despertad! 1993
g93 22/6 págs. 12-14

Los jóvenes preguntan...

¿Es malo pasar el rato con otros jóvenes?

LAS GALERÍAS de videojuegos, los restaurantes de comida rápida, las esquinas de las calles y las tiendas que abren hasta tarde se han convertido en los lugares donde los jóvenes se reúnen para pasar el rato, tanto en los barrios ricos como en los pobres.

En Estados Unidos son sobre todo los centros comerciales los lugares preferidos para pasar un rato sin hacer nada. A menudo se ve allí a grupos de jóvenes que pasean durante horas. “Los centros comerciales siempre serán un sitio adonde ir —afirma una adolescente—, porque tienen mucho ambiente y siempre hay algo que capta tu atención, por ejemplo, los muchachos.”

¿No hay cerca ningún centro comercial? Entonces bastará con un solar abandonado o la esquina de una calle. Tari, de 15 años dice: “Mis amigos y yo vamos hasta los amplios estacionamientos de un parque cercano, nos sentamos en los capós de nuestros autos y hablamos durante horas”. (Revista ’Teen, septiembre de 1990.)

Desde luego, pasar el rato por ahí no es nada nuevo. La Biblia nos cuenta de personas de tiempos antiguos que se reunían en lugares públicos y no pasaban su tiempo libre “en ninguna otra cosa sino en decir algo o escuchar algo nuevo”. (Hechos 17:21.) Pero ¿por qué es un pasatiempo tan popular para los jóvenes de hoy?

Según el libro The Adolescent, de F. Philip Rice, los adolescentes “cada vez se vuelven más conscientes de su necesidad de pertenecer a un grupo. Quieren que sus compañeros los acepten”. En consecuencia, pasar el tiempo con los amigos parece satisfacer una necesidad de compañerismo y apoyo.

Otros jóvenes lo consideran simplemente como una forma de combatir el aburrimiento. Una joven llamada Michelle explica: “Es aburrido quedarse en casa por las tardes. Uno quiere salir y divertirse, de lo contrario se pasa una tarde muy aburrida”. Ed, de 16 años, afirma que pasar el rato con los amigos “te mantiene ocupado y en cierto modo impide que te metas en problemas”. Pues bien, ¿es esto verdad?

Cuando la gente anda fuera para distraerse

La Biblia no condena pasar un buen rato con los amigos. Sin embargo, nos advierte: “El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal”. (Proverbios 13:20.) Ahora bien, ¿de cuántos de los jóvenes que se pasean ociosos por las esquinas de las calles se puede decir que son sabios, que respetan de verdad los principios bíblicos? Puede que no sean necesariamente alborotadores, pero es fácil que un grupo grande de jóvenes aburridos y sin supervisión, con mucho tiempo en sus manos y sin nada que hacer se meta en dificultades.

Por este motivo la Biblia no habla de modo favorable de la costumbre de andar rondando ociosamente. Fíjate en la ocasión en que el apóstol Pablo y Silas visitaron la ciudad de Tesalónica. Los opositores al mensaje cristiano “tomaron como compañeros a ciertos varones inicuos de los haraganes de la plaza de mercado [“algunos hombres malos que andaban ociosos por la calle”, Versión Popular], y formaron una chusma y procedieron a alborotar la ciudad”. (Hechos 17:5.) Según el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, de W. E. Vine, estos hombres eran “frecuentadores de mercados, y, por ello, paseantes ociosos”. ¿Te suena familiar? En cualquier caso, estos paseantes ociosos tenían poco o ningún interés en el mensaje de Pablo, pero, como no tenían nada mejor que hacer, se les podía convencer con facilidad para que participaran en alborotos.

Maldad y violencia

Piensa ahora en la cantidad de problemas que pueden surgir cuando un grupo de jóvenes ociosos se reúnen. Ninguno trama hacer algo malo. “No hacemos nada especial —dice un joven de 16 años llamado Ken, que acostumbra andar por los estacionamientos de la escuela—. Nos sentamos sobre los automóviles y nos contamos chistes tontos o simplemente hablamos de novias.” Puede que durante un rato la charla sobre deportes, música y el sexo opuesto los tenga a todos entretenidos. Pero con mucha frecuencia los jóvenes se cansan de solo hablar.

Los investigadores Mihaly Csikszentmihalyi y Reed Larson informan: “Una y otra vez, los jóvenes dijeron que estas ocasiones [cuando se reúnen para pasar el rato] eran para armar escándalo, alborotar y actuar desordenadamente, a lo loco. Hay algo en esa interacción de grupo entre compañeros que hace que surja la violencia, incluso aunque el adolescente no sea propenso a ella personalmente. [...] Los alborotos incluyeron conducir gritando, arrojar latas a los patios de los vecinos y pelearse”. (Cursivas nuestras.) (Being Adolescent [Ser adolescente].)

Es cierto que quizás no tengas la intención de hacer locuras solo porque tus amigos las hacen. No obstante, podrías sentirte muy presionado a obrar mal si estuvieras con malhechores. (1 Corintios 15:33.) Y aunque te abstengas de actuar como ellos, tu presencia podría dar a otros una impresión equivocada respecto a ti. Eso fue lo que le ocurrió a una joven llamada Dina, hija del patriarca hebreo Jacob.

Dina fue criada como adoradora de Jehová Dios, aunque su familia vivía en la tierra de Canaán, un país infestado de perversión sexual e idolatría. Su padre, Jacob, intentó impedir por todos los medios el contacto con los cananeos inmorales, al erigir su campamento fuera de la ciudad de Siquem y conseguir un abastecimiento de agua propio. (Génesis 33:18; Juan 4:12.) Sin embargo, Dina “solía salir para ver a las hijas del país”, quizás de forma regular. (Génesis 34:1.) Puede que haya pensado que andar con las cananeas era una diversión inofensiva. Pero las cananeas tenían la reputación de ser inmorales. Por eso, cuando un cananeo llamado Siquem vio a Dina en compañía de esas mujeres, “la tomó y se acostó con ella y la violó”. (Génesis 34:2.)

Del mismo modo, andar fuera con malas compañías puede causarte verdaderos problemas. Un joven llamado Leonard recuerda que, a pesar de que se crió como cristiano, comenzó a ‘salir con un grupo de jóvenes rebeldes. Andaban por ahí y bebían cerveza juntos, aunque él ni siquiera tenía la edad legal para hacerlo. A los 18 años ya fumaba marihuana’.

La mejor forma de emplear el tiempo

Un estudio reveló que el 44% de los jóvenes encuestados pasaba de tres a cinco horas o más paseando cada vez que iban a un centro comercial; el 14% pasaba seis horas. Pero en vez de perder el tiempo ociosamente, un joven sabio ‘se compra el tiempo oportuno, porque los días son inicuos’. (Efesios 5:15, 16.)

¿Sacrificas tus tareas escolares y domésticas a causa del tiempo que dedicas a andar por ahí con otros jóvenes? ¿Y qué ocurre con las actividades espirituales, como el estudio personal de la Biblia, las reuniones cristianas y la testificación? ¿Estás descuidando esas responsabilidades? Si tienes “mucho que hacer en la obra del Señor”, es poco probable que te quede mucho tiempo para estar ocioso. (1 Corintios 15:58.)

Alternativas saludables

El esparcimiento es una parte importante de la vida. (Eclesiastés 3:4.) Pero pasar el rato fuera de casa no es la única forma de divertirse. “Disfruto de la soledad —dice una joven llamada Lucy—. Me gusta leer, una afición que me ha ayudado a cultivar interés en la historia, la cultura y los idiomas. Visito museos y galerías, cocino y coso. También me lo paso bien dibujando y escribiendo cartas, e incluso escribo poemas alguna que otra vez.” Desde luego, estar solo no tiene por qué ser aburrido.

Tu familia puede ser otra fuente de diversión saludable. Antes de rechazar esta idea, escucha lo que dice un joven llamado Jack. Él recuerda: “Mis padres siempre tenían planeado algo que hacer. Íbamos a patinar sobre ruedas y sobre hielo, así como a parques, zoológicos y museos. Incluso limpiar el patio o la casa resultaba divertido cuando lo hacíamos juntos”. Quizás tu familia haya perdido la costumbre de hacer cosas juntos. Si es así, ¿por qué no piensas en algunas ideas para salir con la familia? Quizás te diviertas más de lo que esperabas.

Esto no significa que no puedas disfrutar de estar con tus compañeros, simplemente manteniendo conversaciones intrascendentes o pasando un rato de esparcimiento juntos. Pero escoge con cuidado a tus amigos. Un joven llamado Enrique dice: “Antes salía con jóvenes mundanos, pero cuando dediqué mi vida a servir a Jehová, me relacioné con los jóvenes de la congregación. Salíamos a predicar, jugábamos a la pelota e intentaba hacer todo lo que podía junto con ellos”.

Shelleace también tenía malas compañías. Ella dice respecto a sus anteriores amistades: “Sus vidas carecían de dirección y propósito. Me tomó tiempo separarme de ellos, pero cuando lo conseguí, me rodeé de buenas compañías. Solo entonces conseguí progresar espiritualmente”.

Por eso, aunque pasar el rato con otros jóvenes puede resultar divertido y a veces hasta excitante, no te ayudará desde el punto de vista espiritual, y es mucho más probable que te perjudique. Emplea la inteligencia para encontrar formas mejores de usar el tiempo.

[Fotografía en la página 13]

¿Es pasar el rato con otros jóvenes la mejor forma de emplear el tiempo?

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