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¡Despertad! 1993
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Los jóvenes preguntan...

¿Cómo puedo dejar de fantasear tanto?

“TENGO un grave problema —reconoció un joven llamado Jonathan—. Sueño despierto en el trabajo, cuando ando, antes de irme a la cama y hasta en el Salón del Reino. Generalmente pienso en chicas o en el sexo, o en que soy una estrella o un héroe popular.”

Soñar despierto es corriente entre jóvenes y mayores. Si se hace con moderación, puede ser una actividad normal y saludable.a Sin embargo, abusar de algo, aunque sea bueno, puede resultar perjudicial. (Compara con Proverbios 25:16.) Y así sucede sobre todo si las fantasías no son del tipo correcto.

Supón, por ejemplo, que a veces te imaginas que eres tu cantante preferido. En un principio quizás solo pases un rato al día imaginando que estás en el escenario y que la multitud te aclama. Pero a medida que pasan las semanas, vas dedicando cada vez más tiempo a tu fantasioso mundo de conciertos, entrevistas y sesiones de grabación. Las fantasías te procuran tanto placer que no puedes dejar de soñar despierto.

“¿Y qué tiene de malo?”, tal vez preguntes. Los expertos dicen que el soñador compulsivo a menudo “no puede [...] funcionar bien en el mundo real”. (The Parents’ Guide to Teenagers [Manual para los padres sobre el adolescente].) Vivir en un mundo irreal dificulta el crecimiento, puesto que retienes características infantiles en vez de deshacerte de ellas. (1 Corintios 13:11.) Llegas a tener una visión de la vida más romántica que realista, y en vez de cultivar tus “facultades perceptivas” al solucionar un problema, lo eludes recluyéndote en un mundo de fantasías. (Hebreos 5:14.) Así pues, las fantasías se apoderan de tu vida en detrimento de las cosas que tienen prioridad y el comportamiento social de la vida real.

El libro Daydreaming (Soñar despierto), del Dr. Eric Klinger, señala lo que pudiera ser el mayor peligro; explica que “seguir pensando en algo que quieres, pero que no deberías tener, podría hacerte más difícil resistir la tentación de ir tras ello”. La Biblia expresa esta idea del siguiente modo: “Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo”. (Santiago 1:14.) El pensamiento precede a la acción. Claro, no es probable que llegues a ser una estrella de rock adicta a las drogas solo porque algunas veces sueñes con ser un músico famoso, pero podrías cultivar una apetencia malsana por “el deseo de la carne y el deseo de los ojos”. (1 Juan 2:16.)

Cómo bajar de las nubes

Así pues, ¿cómo puedes librarte de esa fantasía? En primer lugar, podría servirte de alguna ayuda preguntarte por qué te atrae tanto.b ¿Es porque buscas que los demás te quieran? ¿Derivas algún placer en imaginar que tienes la belleza o el talento que hicieron popular a esa persona famosa? O quizás sencillamente envidies su estilo de vida aparentemente despreocupado. Un especialista en enfermedades mentales observó con relación a la popular cantante Madonna, que “para sus admiradores está libre de preocupaciones por el dinero, las tareas escolares y la soledad”. En consecuencia, algunos sueñan con ser como ella.

Pero una dosis de realidad puede hacer mucho para bajarte de las nubes. Aplica el principio de Filipenses 4:8, donde se nos recomienda que consideremos las cosas que son verdaderas y dignas de alabanza. ¿Es realmente cierto que las personas famosas disfrutan de vidas despreocupadas? ¿Suelen ser dignos de alabanza sus principios morales? En realidad, vivir la vida sin restricciones ha arruinado a muchos en sentido físico y emocional. Además, muchos famosos sufren dificultades económicas a pesar de su riqueza. Pocos disfrutan de matrimonios estables. ¿Quieres de verdad vivir una vida así?

Por supuesto, no hay nada más normal que desear ser amado y admirado. Olivia, de 16 años, sueña repetidamente con ser “alguien especial a quien todos quieren”. Pero una fantasía —sin importar lo vívida o real que parezca— no puede satisfacer de verdad esos deseos, como tampoco llena tu estómago soñar que estás comiendo. (Isaías 29:8.) Además, la Biblia advierte: “El que está vigilando el viento no sembrará”. (Eclesiastés 11:4.) Así pues, en vez de soñar con que los demás te quieran, trabaja por hacerte querer. (Consulta el artículo “Los jóvenes preguntan: ¿Qué puedo hacer para que la gente me quiera?”, del número del 22 de noviembre de 1988.)

Fantasías sexuales

Durante su adolescencia, Alan (no es su nombre real) tenía fantasías de otro tipo. ‘Se acostumbró a tener pensamientos eróticos’, y eso era en lo que fantaseaba gran parte del tiempo. Más tarde, dedicó su vida a Dios como cristiano. Pero “aquello no cambió nada —reconoce Alan—; las fantasías sexuales seguían siendo parte de mi vida”.

¿Te invaden a ti también fantasías que te excitan sexualmente?c No sería anormal si estás en “la flor de la juventud”, cuando el deseo sexual es fuerte. (1 Corintios 7:36.) Sin embargo, te haces daño si alimentas deliberadamente pensamientos sexuales. La Biblia dice en Colosenses 3:5: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual”. Recrearse en las fantasías sexuales aumenta los deseos impropios y puede llevar a la masturbación o a verdadera inmoralidad sexual.

¿Cómo pudieras cortar con las fantasías inmorales? Alan recuerda lo siguiente: “Decidí enfocarlo como una cuestión de esto o aquello. Mientras estuviera concentrado en otras cosas, no pensaría en el sexo”. De esta manera, Alan aprendió a autodisciplinarse. (1 Corintios 9:27.) Meditaba en cosas sanas y se acostumbró a desechar inmediatamente cualquier pensamiento inmoral. (Salmo 77:12.) Y “funcionó”, recuerda Alan.

Cabe destacar que los investigadores han descubierto que los momentos en que más soñamos despiertos se producen cuando estamos desocupados. Por consiguiente, tener mucho que hacer, especialmente “en la obra del Señor”, es otra manera de impedir que se enraícen malos pensamientos. (1 Corintios 15:58.)

Evita que la mente divague

En el caso de muchos jóvenes, el problema no es tanto el contenido de sus fantasías como lo que estas interfieren en sus tareas escolares y en sus estudios. “No soy capaz de concentrarme —se queja Karine, de 16 años—. Nunca mantengo la concentración en una sola cosa.” ¿Cómo puedes prestar atención a lo que estás oyendo? (Compara con Marcos 4:24.) Algunos investigadores creen que podría ayudarte simplemente ser consciente de cuánto fantaseas. Tal vez puedas poner una señal en una hoja de papel cada vez que te des cuenta de que tu mente divaga en clase. Un estudio reveló que cuando unos estudiantes hicieron esto, su tendencia a soñar despiertos disminuyó de manera significativa.

Intenta también cultivar interés por lo que estás aprendiendo. Si ya has decidido que las matemáticas son aburridas o que la historia es pesada, te costará mucho concentrarte. Por otra parte, los estudios te resultarán mucho más interesantes si te recuerdas a ti mismo el beneficio que puedes obtener de la información. Por lo menos, el estudio pudiera ayudarte a cultivar la “capacidad de pensar”. (Proverbios 1:4.) También te permitirá adquirir aptitudes importantes. Las matemáticas, por ejemplo, te serán muy útiles en el trabajo seglar, en la administración de la casa y en ciertas responsabilidades cristianas. Un conocimiento de la historia puede ayudarte a comprender mejor a la gente y los acontecimientos actuales. Un testigo de Jehová de 14 años que se llama Daniel dice: “Siempre intento ver la relación que hay entre la Biblia y mis deberes escolares, así como la utilidad que puedo darle en la predicación. Esto me impide pensar en jugar a la pelota, y ya no tengo tanta prisa en terminar la tarea”. Cierto, cuanto más valor le otorgues a lo que estudies, más motivado te sentirás a buscar con diligencia el conocimiento. (Compara con Proverbios 2:4.)

Concentrarse cuando se está haciendo algo rutinario, como cocinar, limpiar o archivar, es especialmente difícil. ¡Qué sencillo es desconectarse de la realidad! Sin embargo, la Biblia muestra que un trabajo bien hecho produce gran satisfacción. (Eclesiastés 2:24.) Además, nos anima a ‘hacer todas las cosas como para Jehová’. (Colosenses 3:23.) Una actitud tan positiva puede ayudarte a concentrarte. “Cuando me centro en lo que estoy haciendo —dice Samuel, de 12 años—, hago el trabajo más deprisa.”

Las fantasías pueden ser agradables, pero no sustituyen a la realidad. No permitas que se apoderen de tu vida. Disciplina tu mente, manténla centrada en las cosas que valen la pena. De esta manera, no solo dejarás de fantasear demasiado, sino que ‘te asirás de la vida que realmente lo es’. (1 Timoteo 6:19.)

[Notas a pie de página]

a Consulta el artículo “Los jóvenes preguntan: ¿Es malo soñar despierto?”, del número del 8 de julio de 1993.

b Recluirse en la fantasía algunas veces indica la existencia de un grave trastorno. Los estudios de adultos propensos a la fantasía revelan que un gran número de ellos fue objeto de abusos sexuales o físicos en la niñez. La fantasía les permitió aguantar. Un joven en la situación mencionada necesita abrirse a un adulto en quien confíe y que pueda ayudarle.

c Los estudios indican que las fantasías sexuales por lo general solo representan un pequeño porcentaje de los pensamientos de la persona media. Pero el libro Daydreaming, del Dr. Eric Klinger, aclara: “Tendemos a recordar más vívidamente las cosas que afectan nuestras emociones. Debido a la excitación que las fantasías sexuales suelen producir, es probable que las recordemos más a menudo que otras fantasías”.

[Fotografía en la página 21]

En vez de soñar con que los demás te quieran, trabaja por hacerte querer

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