De nuestros lectores
Injusticia penal Me gustaría explicarles el uso que di a un número de ¡Despertad! publicado hace años. Un ladrón retuvo a mi hija a punta de pistola en el interior del automóvil mientras se lo robaba. Fue declarado culpable de robo, pero en cuanto a la acusación de haberlo hecho a mano armada, el testimonio fue desestimado. Aunque me sentí descorazonada, se me permitió hablar en nombre de mi hija cuando lo sentenciaron. Poco antes había encontrado el artículo “¿Vale la pena hacerse criminal?” (8 de agosto de 1985), así que, basándome en la información del recuadro titulado “El sistema de injusticia penal”, dije al tribunal que “el criminal puede elegir... cometer un delito grave, o no cometerlo. La víctima no puede elegir”. El ladrón fue sentenciado a la pena máxima de prisión por su delito.
D. M., Estados Unidos
Padres negligentes Muchísimas gracias por el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Por qué mis padres no se interesan más en mí?” (8 de noviembre de 1992). Se me saltaron las lágrimas al leerlo. Hace un par de meses me sentía abandonada y me rebelé. Estaba muy airada y dolida en mi interior. El artículo me hizo pensar en lo sucedido. Gracias por interesarse lo suficiente en nosotros los jóvenes como para proporcionarnos esta información tan valiosa.
N. C., Estados Unidos
A mi hija, que tiene 10 años, le llegó al corazón este artículo. Tengo que criarla sola, y aunque me esfuerzo mucho, no siempre tengo la energía y la paciencia para hacer frente a la tensión que debo soportar todos los días. Cuando repasé con ella la información, comprendió mejor lo que a veces siento. Lloramos juntas, y mi hija vio que de veras la quiero.
C. L., Estados Unidos
La cima de Europa Quiero darles las gracias por el artículo “Hasta la cima de Europa en tren” (8 de diciembre de 1992). Su lectura me animó a visitar el Jungfraujoch, cerca de Interlaken (Suiza). A 3.454 metros por encima del nivel del mar, pude apreciar mejor la belleza de las obras de Dios y la inmensidad de las montañas coronadas de nieve.
P. L., Italia
Música Tengo 12 años. El artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Qué tiene de malo mi música?” me ha ayudado mucho (8 de febrero de 1993). Yo tampoco puedo dejar de escuchar mi música, ni siquiera mientras estudio. Tengo varios discos compactos que no son demasiado buenos, y he chocado con mis padres muchas veces a causa de ellos. Cuando leí cómo me influye la música, sentí como una puñalada en el pecho. A partir de ahora pienso deshacerme de todos aquellos discos que contengan cosas malas. Muchísimas gracias.
M. H., Japón
El artículo me pareció muy actual. Es increíble ver la gran cantidad de jóvenes que se sienten atraídos por las canciones y los estilos de vestir que manifiestan un espíritu de rebeldía. Estos artículos son una verdadera salvaguarda para los que somos jóvenes cristianos.
M. M., Italia
El artículo presentó la música rap de una manera muy desfavorable. De vez en cuando me reúno con otros jóvenes y tocamos música rap. Es cierto que la letra de algunas canciones es mala, pero no está bien generalizar.
B. R., Alemania
El artículo no condenó la música “rap” en general. Lo que hizo fue advertir que no es bueno apasionarse por ningún tipo de música cuyo mensaje y espíritu globales no satisfagan las normas bíblicas. Los hechos indican claramente que la música “rap” tiene deficiencias deplorables en este respecto.—La dirección.