¿Debería vacunarse mi familia?
“HA LLEGADO la hora de vacunar al niño”, dice el médico. Es probable que a un niño pequeño le asusten esas palabras, pero suelen provocar en los padres una sonrisa tranquilizadora y un gesto de consentimiento.
Sin embargo, últimamente se han cuestionado algunas costumbres de inmunización de niños y adultos que gozan de aceptación general. ¿Qué vacunas son realmente necesarias? ¿Tienen efectos secundarios? ¿Se emplea de alguna manera la sangre en la elaboración de las vacunas?
Son preguntas de interés que debe hacerse toda familia cristiana responsable. Las respuestas pueden influir directamente en la salud y el futuro de sus hijos, así como en el suyo propio.
Antecedentes
En la década de los cincuenta, apareció una vacuna eficaz que prácticamente acabó con el temor a la polio en la mayoría de los países. En 1980 se anunció la erradicación de la plaga de la viruela como resultado de programas de vacunación eficaces. Parecía que se confirmaban las palabras de Benjamín Franklin: “Más vale un cuarto de prevención que un kilo de cura”.
En la actualidad, los programas de vacunación suelen resultar eficaces en el control de muchas enfermedades, como el tétanos, la polio, la difteria y la pertussis (tos ferina). Además, se ha demostrado que cuando por alguna razón desciende el ritmo de vacunación, la enfermedad reaparece, como ocurrió con la tos ferina en cierto país.
¿Cómo actúan las vacunas? Básicamente, refuerzan de una de dos maneras las defensas del cuerpo contra la invasión de agentes infecciosos llamados patógenos, que incluyen gérmenes y virus. La primera manera de reforzarlas se denomina inmunización activa. En este caso, la vacuna contiene un agente patógeno atenuado o inactivado (o sus toxinas), modificado de tal forma que no resulte peligroso para el cuerpo. Los propios mecanismos de defensa del cuerpo empiezan a formar moléculas asesinas, llamadas anticuerpos, que pueden luchar contra el verdadero agente de la enfermedad si se presenta. Si la inoculación inmunizadora contiene un extracto de la toxina del agente patógeno, se denomina toxoide. Si se elabora con patógenos vivos debilitados (atenuados) o con organismos inactivados, se denomina vacuna.
Como puede suponer, estas inoculaciones no crean una inmunidad inmediata. El cuerpo tarda cierto tiempo en elaborar los anticuerpos protectores. Estas inmunizaciones activas incluyen todas las inoculaciones infantiles y las inyecciones que comúnmente se consideran vacunas. Con una excepción, que se mencionará más adelante, no se utiliza sangre en ninguna etapa de su elaboración.
El otro procedimiento de reforzar las defensas recibe el nombre de inmunización pasiva. Por lo general se reserva para situaciones en las que una persona se ha visto expuesta a una enfermedad grave, como puede ser la rabia. En ese caso, no hay apenas tiempo para que el cuerpo produzca su propia inmunidad. Se pueden inyectar anticuerpos ya preparados de otra persona, para luchar contra los patógenos de la persona expuesta a la enfermedad. Gamma globulina, antitoxina y suero hiperinmune son otros nombres para las vacunas elaboradas a base de extractos de la sangre de animales o humanos inmunes. Estas inmunizaciones prestadas, o pasivas, se utilizan a fin de dar al cuerpo ayuda inmediata, aunque solo de forma temporal, para combatir al invasor. El cuerpo elimina enseguida los anticuerpos prestados como si fueran proteína extraña.
¿Debería vacunar a mi hijo?
Teniendo en cuenta estos datos, quizás haya quien se pregunte: ‘¿Qué vacunas debería poner a mi hijo?’. En muchos lugares donde se consiguen con facilidad vacunas infantiles, las vacunaciones rutinarias han resultado en un notable descenso en la incidencia de enfermedades infantiles que quieren atajarse con las vacunas.
La Academia Norteamericana de Pediatría, por acuerdo general con organismos similares de todo el mundo, lleva recomendando durante varios años la vacunación rutinaria contra las siguientes enfermedades: difteria, pertussis y tétanos. Por lo general se combinan las tres en una sola vacuna —DTP—, con tres vacunas de recuerdo que se ponen a intervalos de por lo menos dos meses. Aparte de esta, la vacunación contra el sarampión, la parotiditis y la rubéola se administra en una sola vacuna, llamada triple vírica, después que el niño ha cumplido un año de edad. Además, se administran cuatro dosis de la vacuna oral de la polio siguiendo un programa similar al de la DTP.a
En muchos lugares estas vacunas rutinarias son obligatorias, aunque el número de dosis de recuerdo que se requieren puede variar. Recientemente se ha recomendado la administración de varias dosis de recuerdo de la vacuna de la viruela en algunas circunstancias, como resultado de diversos rebrotes de esta enfermedad. Quizás tenga que hablar con un médico de su localidad sobre los detalles.
Además de estas vacunas, existe una contra la neumonía (Pneumovax en Estados Unidos y Canadá). Parece ser que inmuniza de por vida a niños y adultos que por alguna razón son propensos a ciertos tipos de neumonía.
Otra vacuna infantil es la llamada Hib, que se administra para proteger de un patógeno común en la infancia, el Haemophilus influenzae, tipo b. Este germen causa varias enfermedades infantiles, la más notable de las cuales es un tipo grave de meningitis. Por lo general, la vacuna ha resultado segura, y cada vez se recomienda más como parte de la serie de inoculaciones infantiles.
Se da la circunstancia de que todavía no hay vacunación rutinaria para la escarlatina y de que ya no existe vacuna contra la viruela, porque, como se mencionó antes, un programa mundial de vacunación erradicó esta enfermedad mortal.
¿Tiene efectos secundarios?
¿Tiene la vacunación efectos secundarios? En el caso de la mayoría de las vacunas, aparte del grito repentino y las lágrimas momentáneas del niño, los efectos secundarios suelen ser limitados y temporales, como mucho uno o dos días de fiebre. De todas formas, a muchos padres les preocupan los posibles riesgos de las vacunas. Un estudio médico investigó cuáles eran las preocupaciones de los padres respecto a la salud de sus hijos, y descubrió que al 57% de los padres entrevistados les inquietaba la posible reacción a las vacunas.
Recientemente se ha dado publicidad a la profunda inquietud que despierta un componente de la vacuna contra el DTP, a saber, el de la pertussis, o tos ferina. El éxito de esta vacuna ha resultado en un descenso notable de una enfermedad que antes era muy temida: se ha pasado de 200.000 casos al año en un solo país antes de la vacuna, a 2.000 casos anuales tras el uso extenso de la misma. A pesar de todo, ha habido efectos secundarios graves —ataques e incluso daño cerebral— en aproximadamente una de cada cien mil dosis administradas.
Aunque esta reacción es muy poco frecuente, produce cierta ansiedad a muchos padres que descubren que no tienen más opción que permitir que sus hijos sean vacunados si quieren que se les admita en la escuela. Aunque la pertussis no es frecuente, resulta devastadora cuando ataca a una comunidad, por lo que los expertos han llegado a la conclusión de que para un niño normal “la vacuna resulta mucho más segura que contraer la enfermedad”. Aconsejan la vacunación excepto en los casos “en que una dosis previa haya provocado convulsiones, encefalitis, signos neurológicos locales o colapso. Tampoco se deben administrar más dosis de la vacuna a niños con somnolencia excesiva, que griten demasiado (llorar o gritar durante más de tres horas) o que tengan fiebre superior a los 40,5 °C”.b
En muchos países, la solución real al problema es una vacuna acelular, como la que se administra actualmente en Japón con perspectivas muy prometedoras. Esta vacuna nueva, y al parecer más segura, está disponible también en otros países.
Otras vacunas infantiles habituales han demostrado su eficacia y relativa seguridad en repetidas ocasiones.
La vacunación de adultos
Cuando una persona llega a la edad adulta, solo debe tener en cuenta algunas inmunizaciones activas. Lo ideal es que todos los adultos sean inmunes al sarampión, la parotiditis y la rubéola bien sea como resultado de la exposición o de la vacunación durante la infancia. Si surge alguna duda en cuanto a tal inmunidad, es posible que un médico recomiende una dosis de la vacuna triple vírica a un adulto.
Se considera que una dosis de recuerdo del toxoide del tétanos más o menos cada diez años es una buena medida preventiva contra el trismo. Las personas mayores y los que padecen una enfermedad crónica deben consultar a su médico sobre la conveniencia de las vacunaciones anuales contra la gripe. Los que van a viajar a determinados lugares del mundo deberían pensar en vacunarse contra la fiebre amarilla, el cólera, el ántrax, la tifoidea o la peste si tales enfermedades son endémicas en los lugares a los que van.
Hay una inmunización activa que merece atención por ser la única que se elabora a base de sangre. Es una vacuna contra la hepatitis B llamada Heptavax-B. Está pensada para algunas personas, como por ejemplo, profesionales sanitarios, que podrían verse expuestos de forma accidental a productos sanguíneos procedentes de pacientes afectados de hepatitis B. Aunque se la considera un avance importante, la vacuna ha causado preocupación a muchos debido a cómo se produce.
Básicamente lo que se hace es recoger la sangre de portadores seleccionados del virus de la hepatitis B, tratarla para eliminar los virus y luego segar cierto antígeno de la hepatitis B. Este antígeno, refinado e inactivado, puede inyectarse en forma de vacuna. Sin embargo, muchas personas rechazan ponerse la vacuna por temor al riesgo de recibir productos sanguíneos procedentes de personas infectadas, como las que son inmorales. Además, algunos cristianos concienzudos rechazan la vacuna porque se obtiene de la sangre de otra persona.c
Tales objeciones a la vacuna de la hepatitis se han eliminado de forma satisfactoria gracias a la aparición de una vacuna de la hepatitis B diferente, pero de igual eficacia. Se elabora mediante ingeniería genética: la vacuna se cultiva en células de levadura, sin utilizar para nada sangre humana. Si usted trabaja en la sanidad o se considera que es conveniente que se vacune contra la hepatitis B, quizás debiera hablar sobre este asunto con su médico.
Sangre en la elaboración de vacunas
Esto hace surgir una pregunta importante para los cristianos que se preocupan por obedecer la prohibición bíblica sobre el uso de sangre. (Hechos 15:28, 29.) ¿Se elaboran otras vacunas con sangre?
Por regla general, las vacunas de inmunización activa no se elaboran con sangre, salvo la Heptavax-B. Esto incluye, por ejemplo, todas las vacunas infantiles.
No es así en el caso de la inmunización pasiva. Podemos dar por sentado que cuando se nos aconseja vacunarnos después de un probable contagio —por haber pisado un clavo mohoso o ser mordido por un perro, por ejemplo—, las vacunas (a menos que sean dosis de recuerdo rutinarias) son de suero hiperinmune y se ha empleado sangre en su elaboración. Lo mismo ocurre con la globulina inmune Rh (Rhogam), que se recomienda a menudo a madres Rh-negativas que por alguna razón corren el riesgo de verse afectadas por sangre Rh-positiva, como sucede en el caso del nacimiento de un niño Rh-positivo.
Como estas inmunizaciones pasivas son las que interesan en lo que tiene que ver con la cuestión de la sangre, ¿qué postura debe adoptar el cristiano sensato? En artículos previos de esta revista y de su compañera, La Atalaya, se ha presentado una posición consecuente: cada cristiano debe decidir si aceptará o no este tratamiento para sí o para su familia de acuerdo con su conciencia educada por la Biblia.d
¿Debería vacunarse mi familia?
Los cristianos respetan mucho la vida y desean sinceramente hacer todo lo posible por que la salud de su familia sea buena. La decisión ponderada de vacunar a su familia o no le corresponde a usted tomarla personalmente. (Gálatas 6:5.)
Un especialista resumió bien la situación: “Los padres deberían estar informados de toda intervención médica que se realice a sus hijos. Son más que simples custodios legales de ellos. Son responsables del bienestar y la protección de su prole durante todo el tiempo en que esta dependa de ellos”. En este asunto de la vacunación, así como en todos los demás temas médicos, los testigos de Jehová se toman muy en serio su responsabilidad.—Contribuido por un médico.
[Notas a pie de página]
a La Organización Mundial de la Salud recomienda ahora la vacunación infantil rutinaria contra la hepatitis B en muchos lugares del mundo.
b Parece ser que un historial familiar de ataques no guarda relación con las posibles reacciones del niño. Y aunque las infecciones respiratorias al parecer no predisponen a la reacción, quizás resulte prudente retrasar la vacunación incluso en el caso de que el niño solo esté ligeramente enfermo.
c Véase “Preguntas de los lectores” de La Atalaya del 1 de junio de 1990.
[Recuadro en la página 24]
Vacunas no derivadas de sangre
Vacunas infantiles (DTP, oral de la polio, triple vírica)
Vacuna Hib
Pneumovax
Toxoides
Vacunas contra la gripe
Recombivax-HB
Vacunas derivadas de sangre
Heptavax-B
Rhogam
Antitoxinas
Antivenenos (para venenos de araña y serpiente)
Inmunoglobulinas (para diversas enfermedades)
Gamma globulina
Preparados de suero hiperinmune (por ejemplo, suero antirrábico)