BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g93 8/10 págs. 26-27
  • ¿Necesitamos realmente sacerdotes?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿Necesitamos realmente sacerdotes?
  • ¡Despertad! 1993
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • ¿Quiénes fueron los primeros sacerdotes?
  • ¿Por qué nombró Dios sacerdotes?
  • ¿Qué tipo de sacerdocio necesitan los cristianos?
  • Sacerdote
    Ayuda para entender la Biblia
  • Sacerdote
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
  • ¿Necesitamos un sacerdocio?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1974
  • Reyes y sacerdotes que ayudan a toda la humanidad
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2012
Ver más
¡Despertad! 1993
g93 8/10 págs. 26-27

El punto de vista bíblico

¿Necesitamos realmente sacerdotes?

“DAD gracias por el don del sacerdocio”, dijo Juan Pablo II en la carta que, como todos los años, dirigió a los sacerdotes el “Jueves Santo” de 1992. No solo los católicos, sino también los miembros de otras confesiones, reconocen con gran pesar que cometen errores. Sienten la necesidad de que alguien a quien Dios acepte les diga cuál es Su voluntad, ofrezca un sacrificio e interceda por ellos ante Dios. Dicho intercesor recibe el nombre de sacerdote. ¿Necesitamos realmente un sacerdote que nos ayude a obtener el perdón divino?

El sacerdocio y la ofrenda de sacrificios no fue idea del hombre, sino de Dios. Si no pecáramos contra Dios, no habría necesidad de sacerdotes. En Edén, el hombre perfecto, Adán, no necesitaba de la intercesión de sacerdotes, pues fue creado sin pecado. (Génesis 2:7, 8; Eclesiastés 7:29.)

¿Quiénes fueron los primeros sacerdotes?

Puesto que Adán pecó de forma deliberada y nosotros somos prole suya, todos hemos heredado la inclinación al pecado. (Romanos 3:23.) Así lo reconoció Abel, hijo del primer hombre, Adán. La Biblia dice de él: “Por fe Abel ofreció a Dios un sacrificio”. (Hebreos 11:4.) Aunque Abel y otros hombres de fe de la antigüedad, como Noé, Abrahán y Job, no recibieron el nombre de sacerdotes, ofrecieron sacrificios a Dios a favor de sí mismos y de sus familias. Por ejemplo, la Biblia dice de Job y sus hijos: “[Job] ofrecía sacrificios quemados conforme al número de todos ellos; porque, decía Job, ‘quizás mis hijos hayan pecado’”. (Job 1:5.) Ahora bien, ¿por qué son comunes en tantas culturas los sacerdotes y los sacrificios?

Analice lo que ocurrió en torno al antiguo patriarca Noé. Él y su familia fueron los únicos humanos que sobrevivieron al Diluvio. Cuando pisaron de nuevo tierra firme, una tierra que acababa de ser limpiada, Noé construyó un altar y ofreció sacrificios en agradecimiento por la misericordia de Jehová y su cuidado protector. Como todas las naciones descienden de Noé, es muy probable que siguieran su modelo y que con el tiempo se originaran múltiples tradiciones relativas a la intercesión y los sacrificios por los pecados. (Génesis 10:32.)

Más de un siglo después estalló una rebelión contra Dios en la ciudad de Babilonia. Dios confundió el lenguaje de los humanos y los dispersó. (Génesis 11:1-9.) Algunos sacerdotes, que favorecían creencias tergiversadas y degradantes, dieron origen a ritos horribles en los lugares adonde fueron dispersados. Sin embargo, Dios vio la conveniencia de enseñar a sus adoradores la necesidad de un verdadero sacerdocio con un sumo sacerdote, subsacerdotes y sacrificios gratos a él.

¿Por qué nombró Dios sacerdotes?

Con el tiempo, Jehová dio a la nación de Israel sacerdotes que desempeñaron dos tareas fundamentales. En primer lugar, representaban a Dios ante el pueblo como jueces e instructores de la Ley divina. (Deuteronomio 17:8, 9; Malaquías 2:7.) En segundo lugar, representaban al pueblo ante Dios, al ofrecerle sacrificios a favor de ellos. La carta de Pablo a los cristianos hebreos explica: “Todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es nombrado a favor de los hombres sobre las cosas que tienen que ver con Dios, para que ofrezca dádivas y sacrificios por los pecados. [...] También, el hombre no toma esta honra por su propia cuenta, sino únicamente cuando es llamado por Dios”. (Hebreos 5:1, 4.)

Pablo pasa a explicar que el sacerdocio de Israel no fue el modo definitivo que Dios tenía de reconciliar a su pueblo consigo mismo. Las responsabilidades de los sacerdotes eran símbolos que apuntaban a cosas mejores, “cosas celestiales”. (Hebreos 8:5.) Cuando aquellas llegaron, ya no se necesitaron los símbolos. Pongamos un ejemplo: usted quizás guarde el anuncio de un producto que necesita urgentemente, pero ¿no lo tirará una vez que consiga el producto?

Mucho antes de que llegara a existir la nación de Israel, Dios se propuso que hubiera un sacerdocio que sirviera, no solo para la bendición de Israel, sino también de toda la humanidad. Al principio recayó sobre este pueblo el maravilloso privilegio de aportar los miembros de dicho sacerdocio. Cuando se formó la nación israelita, Jehová le dijo: “Si ustedes obedecen estrictamente mi voz [...], ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa”. (Éxodo 19:5, 6; compárese con Génesis 22:18.) Tristemente, esta nación obedeció la voz de Dios en muy contadas ocasiones. Por esa causa, Jesús dijo a los sacerdotes y fariseos: “El reino de Dios les será quitado a ustedes y será dado a una nación que produzca sus frutos”. ¿Quiénes han de servir ahora de sacerdotes para la bendición de la humanidad? (Mateo 21:43.)

¿Qué tipo de sacerdocio necesitan los cristianos?

Por haber heredado el pecado de Adán, la salvación para obtener la vida eterna solo es posible gracias al sacrificio perfecto de Jesús. (1 Juan 2:2.) El propio Jesús intercede por nosotros como sumo sacerdote, tal como se prefiguró en el sacerdocio de Israel. Hebreos 9:24 dice: “Cristo entró, no en un lugar santo hecho de manos, el cual es copia de la realidad, sino en el cielo mismo, para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor de nosotros”. Por lo tanto, la excelencia superlativa del sumo sacerdocio de Cristo elimina la necesidad tanto de sacerdotes como de intercesores humanos. Con todo, siguen siendo necesarios los servicios de los subsacerdotes. ¿De qué forma?

Los sacerdotes deben “ofrecer sacrificios espirituales aceptos a Dios mediante Jesucristo”. (1 Pedro 2:5.) Con relación al tipo de sacrificios, Pablo escribió: “Ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios”. (Hebreos 13:15.) Por lo tanto, mientras están en la tierra, los que constituirán el sacerdocio real representan a Dios ante los hombres como sus Testigos, no como intercesores. Después, cuando estén en el cielo con Jesucristo, representarán a los hombres ante Dios, administrando los beneficios del sacrificio de Cristo y sanando todas las enfermedades. (Compárese con Marcos 2:9-12.)

Mientras que todos los creyentes deben dar testimonio, solo relativamente pocos ministrarán en el “reino de sacerdotes” celestial. Jesús dijo: “No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino”. (Lucas 12:32; Revelación 14:1.) Estos serán resucitados y llevados al cielo, donde “serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y reinarán con él por los mil años”. (Revelación 20:6.)

Dios ha dispuesto que estos sacerdotes celestiales realicen obras, tanto en sentido físico como espiritual, que ningún otro sacerdocio ha podido hacer. Pronto, a medida que vayan aplicando el beneficio del sacrificio de rescate de Jesucristo, colaborarán en la devolución de la perfección humana a toda la humanidad creyente. Así se cumplirá de forma maravillosa Isaías 33:24, que dice: “Y ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’. La gente que more en la tierra constará de los que habrán sido perdonados por su error”.

[Reconocimiento en la página 26]

“La bendición de la cosecha”, 1857, por Julio Bretón: Francia / Giraudon/Art Resource, N.Y.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir