Ingenieras con ingenio
Por el corresponsal de ¡Despertad! en África del Sur
¿HA VISTO alguna vez una de las estructuras naturales que aparecen en el grabado de esta página? Los termiteros son comunes en la sabana africana. Algunos tienen forma de chimeneas estiradas, y en ocasiones sobrepasan los 6 metros de altura. Otros son grandes montículos que ofrecen un magnífico puesto de observación para predadores como el león.
Dentro de cada montículo hay numerosos túneles y cámaras, que pueden llegar a estar ocupados por varios millones de pequeñas termitas. Hay termitas que cultivan sus propios jardines de hongos y se las arreglan para mantenerlos bien regados incluso durante años de sequía. ¿Cómo lo consiguen? En la década de los treinta, cuando una grave sequía devastó algunas regiones de África del Sur, el naturalista Dr. Eugene Marais descubrió dentro de un túnel dos hileras de termitas, una descendente y otra ascendente. Estas pequeñas criaturas se habían abierto camino hasta una profundidad de 30 metros para alcanzar un pozo natural. Así, Marais logró averiguar cómo se las ingeniaban para mantener húmedos sus jardines de hongos durante la sequía.
Un termitero normal, explica Michael Main en su libro Kalahari, “es, según se cree, el nido más avanzado construido por un animal. [...] Está hecho de tal modo que mantiene una humedad del 100% y una temperatura ambiental que oscila entre los 29 y los 31 °C, conveniente tanto para los hongos como para las termitas. [...] El nido es en la práctica una unidad dotada de aire acondicionado”.
Piense ahora en cómo se construyen. Las termitas pulen y unen pequeños granos de arena. ¡Imagínese cuántos millones de granos se necesitan para construir un termitero! “Comparar las estructuras más imponentes que el hombre ha erigido en la Tierra —las pirámides de Egipto, la red ferroviaria metropolitana de Londres, los rascacielos de Nueva York— [...] con la obra de las termitas, [...] sería como comparar madrigeras de topos con montañas”, escribió Marais en su libro The Soul of the White Ant (El alma de la hormiga blanca). “Tomando en cuenta el tamaño —añade—, el hombre tendría que construir un edificio tan alto como el monte Cervino [montaña Suiza de 4.478 metros de altitud] si quisiera igualar su obra con un termitero de unos 12 metros de altura.”
Ahora bien, ¿cómo benefician las termitas al hombre? Puesto que se alimentan de vegetación muerta, limpian una gran cantidad de desechos. En un cartel del Parque Nacional de Kruger se puede leer: “Al llevarse estos materiales secos debajo de la tierra, no solo reducen el riesgo de incendio, sino que también fertilizan las capas inferiores del terreno”.
Tal vez usted también esté de acuerdo en que las humildes termitas bien merecen ser llamadas ingenieras con ingenio.