BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g94 8/1 págs. 3-4
  • “Edifiquémonos una ciudad”

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • “Edifiquémonos una ciudad”
  • ¡Despertad! 1994
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • Una ciudad llamada Enoc
  • Diferentes y aun así parecidas
  • Ciudad
    Ayuda para entender la Biblia
  • Ciudad
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
  • ¿Por qué está en crisis la ciudad?
    ¡Despertad! 2001
  • “La ciudad está llena de injusticia”
    ¡Despertad! 1994
Ver más
¡Despertad! 1994
g94 8/1 págs. 3-4

“Edifiquémonos una ciudad”

Por el corresponsal de ¡Despertad! en Alemania

EXISTE un 50% de posibilidades de que usted viva en una ciudad. Según cálculos, casi la mitad de los habitantes del mundo viven en centros urbanos. Cierta fuente dice que “a ese ritmo, para el año 2000 las ciudades tendrán que acomodar a más del 75% de la población de América del Sur”. También indica que durante ese mismo período, el número de moradores de las ciudades africanas aumentará a más del doble.

Aunque usted no viva en una ciudad, es probable que trabaje en una, se desplace a ella para hacer sus compras o por lo menos se aproveche de vez en cuando de las comodidades y entretenimientos propios de una ciudad. Las ciudades afectan a todo el mundo de una u otra forma. ¡Qué diferente sería nuestra vida sin ellas!

Una ciudad llamada Enoc

La construcción de ciudades se remonta a tiempos muy antiguos. De Caín, el primer ser humano que nació, leemos que “se ocupó en edificar una ciudad, y llamó la ciudad por el nombre de su hijo Enoc”. (Génesis 4:17.) Con la fundación de esta ciudad, que debió ser relativamente pequeña en comparación con los cánones actuales, Caín sentó un precedente para las generaciones futuras.

La naturaleza sociable del hombre ha hecho que la gente quiera agruparse. La razón ha sido la necesidad de disfrutar no solo de compañerismo, sino también de seguridad y protección, especialmente en siglos pasados, cuando las comunidades estaban bajo ataque continuo. Sin embargo, estos no son los únicos motivos por los que el hombre inició la fundación de ciudades.

The World Book Encyclopedia dice que en la creación de las ciudades intervienen cuatro factores principales, a saber: “1) los adelantos tecnológicos [máquinas de vapor, energía eléctrica, comunicaciones], 2) un entorno físico favorable [ubicación, clima, ríos y, por consiguiente, abastecimiento de agua], 3) la organización social [autoridad, gobierno] y 4) el aumento de la población”.

Las ciudades han facilitado el comercio y la concentración de la mano de obra en una zona en particular. Por eso en muchas de ellas hay grandes urbanizaciones de viviendas a bajo costo para los obreros y sus familias. Hoy día, gracias a los sistemas de transporte público y privado, la distancia no impide la buena supervisión comercial y política. Por consiguiente, las ciudades pueden extender sus tentáculos hacia los distritos residenciales.

Algunas ciudades antiguas también estaban estrechamente vinculadas a prácticas religiosas. En Génesis 11:4 leemos: “Entonces dijeron [las personas que vivieron poco después del Diluvio de los días de Noé]: ‘¡Vamos! Edifiquémonos una ciudad y también una torre con su cúspide en los cielos [para utilizarla en la adoración], y hagámonos un nombre célebre, por temor de que seamos esparcidos por toda la superficie de la tierra’”.

En la construcción de ciudades han intervenido aspectos sociales, religiosos, comerciales, geográficos y políticos. Las ciudades, por su parte, han sido por siglos un factor determinante en la configuración de la sociedad moderna tal y como la conocemos hoy y nos han afectado a todos de una manera u otra.

Diferentes y aun así parecidas

The New Encyclopædia Britannica comenta que “los primeros asentamientos fijos del hombre se encuentran en los ricos valles subtropicales de los ríos Nilo, Tigris, Éufrates, Indo y Amarillo”. Por supuesto, las precursoras de las ciudades del siglo XX eran bastante diferentes de sus homólogas ribereñas modernas.

En siglos pasados la inmensa mayoría de las personas vivía en zonas rurales. Por ejemplo, en el año 1300, Londres era la única ciudad importante de Inglaterra, y su población, inferior a cuarenta mil personas, ni siquiera llegaba al 1% de la población total del país. Para 1650, alrededor del 7% de todos los ingleses vivía en ella. A principios del siglo XIX, la población de la ciudad se acercaba al millón de habitantes. Hoy día, menos del 9% de los británicos reside en zonas rurales. El resto vive agrupado en centros urbanos, como la metrópolis del Gran Londres, que cuenta con siete millones de habitantes.

Un indicativo de cómo han crecido y proliferado las ciudades es el hecho de que, en 1900, Londres era la única ciudad del mundo con un millón de habitantes, mientras que ahora hay más de doscientas ciudades que sobrepasan dicha cifra. Los geógrafos hablan de megalópolis, la unión de sucesivas zonas metropolitanas, como la que se da en la región alemana del Ruhr, donde la ribera del Ruhr, desde Duisburgo hasta Dortmund, forma una comunidad prácticamente continua.

A pesar de las diferencias que existen entre las ciudades antiguas y las modernas, tienen algo en común: los problemas. Y los problemas nunca han sido tantos ni tan grandes como ahora. Las ciudades atraviesan serias dificultades. Si algo ha aprendido la humanidad de las consecuencias de ‘edificarse una ciudad’ es que, bajo condiciones imperfectas y por obra de seres falibles, la construcción de ciudades no es necesariamente la manera ideal de satisfacer nuestras necesidades.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir