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  • El dolor que dejará de existir
  • ¡Despertad! 1994
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¡Despertad! 1994
g94 22/6 págs. 5-7

El dolor que dejará de existir

EL DOLOR que será eliminado en cumplimiento de la promesa bíblica es el que se experimenta a consecuencia de la imperfección del primer hombre, y abarca lo que puede calificarse de dolor crónico.

Más bien que ser un sistema de alarma que avisa de una posible enfermedad o del peligro de sufrir daño, el dolor crónico ha sido asemejado a una “falsa alarma” que simplemente no se puede desconectar. Este dolor es el que hace que los que lo padecen gasten miles de millones de dólares al año tratando de encontrar alivio y que arruina la vida de millones de personas.

El Dr. Richard A. Sternbach, especialista en este campo, escribió: “A diferencia del dolor agudo, el dolor crónico no es un síntoma ni una señal de advertencia”. La revista Emergency Medicine recalcó: “El dolor crónico no cumple absolutamente ningún propósito”.

Por consiguiente, en los últimos años muchos médicos han llegado a ver tal dolor como una verdadera enfermedad. “En los casos de dolor agudo, este es un síntoma de enfermedad o daño —explica el Dr. John J. Bonica en The Management of Pain, la obra que actualmente sirve de libro de texto sobre el dolor—. Cuando el dolor es crónico, el propio dolor constituye la enfermedad.”

Esfuerzos por entender el dolor

Todavía no se entiende cabalmente qué es el dolor. “El eterno aliciente de esclarecer lo que es el dolor —dijo la revista American Health— mantiene intensamente ocupados a los científicos.” Hace unas pocas décadas se creía que el dolor era un tipo de sensación —como la vista, el oído y el tacto— que se percibía mediante las terminaciones nerviosas especiales existentes en la piel y se transmitía al cerebro a través de determinadas fibras nerviosas. Pero se descubrió que este concepto simplista era erróneo. ¿Por qué?

Un factor que condujo a una mejor comprensión del tema fue el estudio que se efectuó de una joven que no tenía ninguna sensación de dolor. Tras su muerte, en 1955, el examen de su cerebro y su sistema nervioso dio origen a un concepto enteramente nuevo de lo que produce la sensación de dolor. Los médicos “buscaron las terminaciones nerviosas —explicó The Star Weekly Magazine del 30 de julio de 1960—. Si no hallaban ninguna, podría explicarse la insensibilidad de la joven. Pero las hallaron, y, al parecer, en perfecto estado.

”A continuación los médicos examinaron las fibras nerviosas que supuestamente conectan las terminaciones nerviosas con el cerebro. Estaban seguros de que encontrarían algún defecto. Pero no fue así. Hasta donde se pudo comprobar, todas las fibras nerviosas se encontraban en perfecto estado, aparte de las que habían degenerado por haber sufrido daño.

”Finalmente examinaron el cerebro de la joven, y tampoco allí pudieron detectar ningún tipo de defecto. Según todo el conocimiento y las teorías existentes, aquella joven tendría que haber sentido dolor con normalidad; sin embargo, no era capaz ni siquiera de sentir cosquillas.” En cambio, era sensible a la presión ejercida sobre su piel y podía distinguir por el tacto la cabeza y la punta de un alfiler, aunque no le dolía el pinchazo.

Ronald Melzack, que en la década de los sesenta fue coautor de una nueva y popular teoría para explicar el dolor, da otro ejemplo de su complejidad. Explicó: “La señora Hull seguía señalándose el pie que no tenía [le había sido amputado], y describía un dolor abrasador como si le estuvieran atravesando los dedos con un atizador al rojo vivo”. En 1989 el Dr. Melzack dijo a la revista Maclean’s que “todavía está buscando alguna explicación para lo que él llama dolor ‘fantasma’”. Además, también existe lo que se denomina dolor referido, es decir, el que la persona siente en una parte del cuerpo que no es la que tiene el problema físico.

Intervienen tanto la mente como el cuerpo

Hoy día se define el dolor como “una interacción sumamente compleja entre la mente y el cuerpo”. En 1992, Mary S. Sheridan dijo en su libro Pain in America (El dolor en Estados Unidos) que “la sensación del dolor es tan profundamente psicológica que la mente a veces puede negar su existencia y otras veces provocarla y mantenerla mucho después de pasar la fase aguda de una lesión”.

El estado de ánimo, la concentración, la personalidad, la propensión a la sugestión y otros factores influyen mucho en la respuesta al dolor. “El temor y la ansiedad provocan una respuesta exagerada”, comentó el Dr. Bonica, autoridad en este campo. De modo que se puede aprender a sentir dolor. El Dr. Wilbert Fordyce, profesor de Psicología especializado en síndromes dolorosos, explica:

“La cuestión no es si el dolor es real o no. Claro que lo es. La cuestión radica en cuáles son los factores decisivos que influyen en él. Si justo antes de la comida le hablo de un emparedado de jamón, su secreción salival aumenta. Es muy real. Pero se trata de un reflejo condicionado, pues no tiene delante ningún emparedado de jamón. Los seres humanos somos sumamente sensibles al condicionamiento. Este influye en el comportamiento social, la salivación, la presión sanguínea, la rapidez con que se digiere el alimento, el dolor y todo tipo de cosas.”

Tal como las emociones y el estado de ánimo pueden intensificar el dolor, también pueden reprimirlo o aliviarlo. Veamos un ejemplo: un neurocirujano dijo que en cierta ocasión, siendo joven, se encontraba sentado en un muro helado con una muchacha de la que estaba tan enamorado, que no percibió ninguna sensación de frío ni de dolor en el trasero. “Estaba casi congelado —explicó—. Debimos permanecer allí sentados unos cuarenta y cinco minutos, y, sin embargo, no sentí nada.”

Hay muchos ejemplos como ese. Los futbolistas que están absortos en el partido o los soldados que se encuentran en el ardor de la batalla pueden sufrir lesiones serias y no sentir en ese momento ningún dolor o, en todo caso, sentir muy poco. El famoso explorador inglés David Livingstone explicó que una vez, estando en África, lo atacó un león que lo sacudió como “un terrier a una rata. La sacudida [...] provocó en mí la sensación de estar soñando, sin sentir ningún dolor”.

Es digno de mención que los siervos de Jehová Dios que recurren calmadamente a él con toda confianza y dependencia, en ocasiones también han tenido la experiencia de no sentir ningún dolor. “Por extraño que parezca —dijo un cristiano respecto a una paliza que recibió—, después de los primeros golpes, dejé de sentirlos. Era como si solo pudiera oírlos, igual que el sonido de un tambor lejano.” (¡Despertad! del 22 de febrero de 1994, página 21.)

Cómo se modifican las sensaciones de dolor

Tratando de explicar algunos de los aspectos misteriosos del dolor, el profesor de Psicología Ronald Melzack y Patrick Wall, profesor de Anatomía, concibieron en 1965 la aclamadísima teoría del gate-control, conocida también como “teoría de las puertas”. La edición de 1990 del libro del Dr. Bonica sobre el dolor decía que esta teoría estaba “entre los descubrimientos más importantes que se han hecho en el campo de la investigación y la terapéutica del dolor”.

Según dicha teoría, la apertura o el cierre de una puerta teórica en la médula espinal permite el paso de las señales de dolor al cerebro o lo bloquea. Si en esa puerta se acumulan otras sensaciones ajenas a la del dolor, puede disminuir la cantidad de señales de dolor que llegan al cerebro. De ahí que el dolor disminuya cuando, por ejemplo, se frota o sacude un dedo tras una ligera quemadura, pues se envían a la médula espinal otras señales que obstaculizan el paso de las señales de dolor.

El descubrimiento en 1975 de que nuestro cuerpo produce unas sustancias llamadas endorfinas, que tienen un efecto analgésico similar al de la morfina, también ayudó en las investigaciones que se hacían para entender los aspectos misteriosos del dolor. Por ejemplo, algunas personas producen un exceso de endorfinas y, como consecuencia, no tienen ninguna sensación de dolor o tienen muy poca. Las endorfinas también pueden explicar el misterio de por qué la acupuntura —procedimiento médico que consiste en insertar agujas muy finas en el cuerpo— alivia o hasta elimina el dolor. Según comentarios de testigos oculares, se ha practicado una operación a corazón abierto estando el paciente despierto, alerta y relajado utilizando la acupuntura como único analgésico. ¿Cómo se explica que no sintiera ningún dolor?

Hay quienes creen que las agujas pueden activar la producción de endorfinas, que eliminan temporalmente el dolor. Otra hipótesis es que las agujas estimulan las fibras nerviosas que envían señales ajenas al dolor. Dichas señales se acumulan en las puertas de la médula espinal e impiden que las señales de dolor las crucen y lleguen al cerebro, donde se percibe la sensación de dolor.

La teoría del gate-control y el hecho de que el cuerpo produzca sus propios analgésicos pueden explicar también por qué el estado de ánimo, los pensamientos y las emociones afectan el grado de dolor que se percibe. En el caso antes mencionado del Sr. Livingstone, la sacudida del ataque repentino de un león pudo haber activado su producción de endorfinas y haber desbordado su médula espinal con otras señales, lo que hizo disminuir su sensación de dolor.

Sin embargo, como ya se indicó, el estado de ánimo y las emociones de la persona pueden producir el efecto contrario. El estrés excesivo ocasionado por la típica vida cotidiana moderna puede producir ansiedad, tensión y contracciones musculares y, por lo tanto, incrementar la sensación de dolor de una persona.

Pero, afortunadamente, los que sufren dolor tienen motivos para ser optimistas, pues hoy día muchos pacientes se están beneficiando de tratamientos perfeccionados. Tales progresos obedecen a un mejor entendimiento de este terrible síndrome. El Dr. Sridhar Vasudevan, presidente de la Academia Estadounidense de Medicina Paliativa del Dolor, explicó: “La idea de que a veces el dolor puede ser de por sí una enfermedad revolucionó la terapéutica del dolor en la década de los ochenta”.

¿En qué aspectos se ha revolucionado la terapéutica del dolor? ¿Qué tratamientos están resultando eficaces?

[Fotografía en la página 7]

¿Cómo logra la acupuntura aliviar o eliminar el dolor?

[Reconocimiento]

H. Armstrong Roberts

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