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  • Los terremotos de California: ¿cuándo se producirá el Grande?

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  • Los terremotos de California: ¿cuándo se producirá el Grande?
  • ¡Despertad! 1994
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¡Despertad! 1994
g94 22/7 págs. 15-18

Los terremotos de California: ¿cuándo se producirá el Grande?

EL SUELO tembló. Se reventaron las tuberías; los edificios se desmoronaron; el fuego hizo estragos por todos lados. ¿Son estos los efectos del reciente terremoto de Los Ángeles? No. Así se describió el terremoto que asoló San Francisco el 18 de abril de 1906. El terremoto y el incendio de tres días que le siguió destruyeron 512 edificios del centro de la ciudad y dejaron un saldo de 700 muertos.

¿Cuál es la causa de semejantes catástrofes?

Los científicos intentan explicarlo con la teoría de la tectónica de placas. Dicen que la corteza terrestre se halla sobre unas veinte placas pétreas compactas que se mueven lentamente, rozándose o incluso superponiéndose en ciertos puntos. La placa del Pacífico se desliza lentamente hacia el norte, más allá de la placa de América del Norte. La zona de colisión de estas dos placas recibe el nombre de falla de San Andrés, que se extiende por unos 1.100 kilómetros en dirección norte, desde el extremo superior del golfo de California, hasta cerca de San Francisco, por donde desaparece en el océano Pacífico.

Las placas se mueven muy lentamente, a un ritmo semejante al del crecimiento de las uñas: alrededor de 2,5 centímetros anuales. Con el transcurso de muchos años, la acumulación de tensión en las placas a medida que estas interactúan unas con otras suele terminar liberándose con una fuerza explosiva.

La falla de San Andrés pasa a 53 kilómetros al noreste de Los Ángeles y se sumerge en el océano Pacífico cerca de San Francisco. ¿Sorprende el que los californianos estén preocupados por lo que ellos llaman el Big one, o el Grande?

San Francisco

Después del terremoto de 1906, el extremo norte de la falla de San Andrés se mantuvo relativamente en calma. Entonces, a las 5.04 de la tarde del 17 de octubre de 1989, unos cincuenta millones de norteamericanos estaban pegados a sus televisores para ver la final de béisbol retransmitida desde San Francisco. De repente, la imagen comenzó a temblar. A unos 100 kilómetros al sur de San Francisco, los dos bordes de la falla de San Andrés se habían movido, lo que provocó un terremoto que mató a 63 personas, desplomó autopistas, aplastó automóviles y dejó a miles de personas sin hogar. Pero la intensidad del temblor fue mucho menor que la predicha magnitud 8a del Grande.

Ya en la primavera de 1985, el U.S. Geological Survey predijo que un sismo de magnitud 6 ocurriría en los cinco años posteriores a 1988 cerca de la pequeña población de Parkfield, aproximadamente a medio camino de Los Ángeles y San Francisco. Confiaban en que el estudio de los movimientos del suelo antes de este esperado temblor, les permitiera aprender a predecir los terremotos y poder advertir a la población con horas o incluso días de antelación. El estudio costó 15.000.000 de dólares, pero el terremoto nunca llegó. Como dijo en cierta ocasión William Ellsworth, del U.S. Geological Survey, “la interpretación de los patrones sísmicos no es una ciencia exacta”.

El terremoto de Landers

Así las cosas, el 28 de junio de 1992 nadie esperaba el temblor de magnitud 7,5 que sacudió una región escasamente poblada cerca de Landers, en el desierto de Mojave, al sur de California. La revista Time dijo acerca de este terremoto: “En unos pocos y terribles segundos, alteró el recorrido de carreteras, recompuso zonas de estacionamiento y modificó caprichosamente el paisaje; fue un milagro que solo se cobrara una vida”. Tratándose de un terremoto de esta intensidad, los daños fueron poco importantes.

Por lo tanto, este tampoco fue el Grande. De hecho, ni siquiera se produjo en la falla de San Andrés, sino en una de las ramificaciones que la circundan.

Sin embargo, es posible que el temblor de Landers, junto con el más pequeño de la vecina Big Bear, haya despertado las cercanas ramificaciones de la falla de San Andrés. Los científicos dicen que hay un 40% de posibilidades de que las placas de la zona más meridional de esta falla produzcan una ruptura en los próximos treinta años, lo que pudiera desencadenar el tan temido Grande, de magnitud 8, unas cinco veces más fuerte que el sismo de Landers.

Los Ángeles

El 17 de enero de este año, la ciudad de Los Ángeles se despertó bruscamente a las 4.31 de la mañana. Se cree que a unos 18 kilómetros por debajo del populoso valle de San Fernando, de Los Ángeles, una masa rocosa se deslizó unos 5,5 metros por una falla profundamente enterrada. Este temblor, de magnitud 6,6 y de diez segundos de duración, acabó con la vida de cincuenta y siete personas. Es de lamentar que dieciséis de ellas murieran en un edificio de apartamentos que se derrumbó. Un superviviente quedó atrapado durante ocho horas en un estacionamiento bajo 20 toneladas de hormigón. El hundimiento de una autopista colapsó la principal ruta de la ciudad hacia el norte. Se cerraron las iglesias, las escuelas, los establecimientos comerciales y un gran hospital. Como suele ocurrir, las familias con pocos ingresos fueron las más perjudicadas, pues vivían en edificios antiguos, construidos antes de la moderna normativa contra terremotos.

Este sismo demostró los problemas que pueden llegar a ocasionar incluso las pequeñas fallas situadas bajo las grandes ciudades. Cualquier terremoto es el Grande para las personas que se encuentran en el epicentro.

La destrucción hubiera sido mucho mayor de no haberse contado con la estricta normativa de edificación local. Cada sismo enseña lecciones que ayudan a tomar medidas preventivas para el próximo. Algunos pasos elevados de las autopistas que habían sido reforzados después de terremotos previos resistieron en esta ocasión; otros, sin embargo, no. Pero la gran prueba vendrá si un terremoto mayor —el verdadero Grande— acaece cerca de una gran ciudad. ¿Será tal vez de nuevo en Los Ángeles?

¿Vendrá un segundo Grande?

‘¡No! ¡Otro no! Uno es más que suficiente.’ No obstante, algunos geólogos predicen un segundo Grande. La revista New Scientist del 22 de enero de 1994 dijo: “Los expertos advierten que las peligrosas fallas que hay bajo la ciudad de Los Ángeles podrían provocar un ‘Grande’ igual de devastador que el esperado en la falla de San Andrés. [...] La cuenca de Los Ángeles está repleta de fallas inversas porque la falla de San Andrés, que en su mayor parte va de norte a sur a lo largo de todo el estado, se desvía al oeste en Los Ángeles, lo que provoca una mayor tensión en ese punto. La tierra en movimiento de la placa del Pacífico debe sobrepasar de algún modo dicha desviación y proseguir su trayecto en dirección norte”.

En opinión de los geólogos, el desplazamiento de la placa del Pacífico dio lugar al entramado de fallas inversas de la cuenca de Los Ángeles, una de las cuales fue la responsable del terremoto de principios de este año. Con relación a este temblor, New Scientist continuó su primer informe con el que publicó una semana más tarde, y en el que dijo: “Los científicos todavía creen que la falla causante del sismo es una falla inversa, en la que un labio se ha movido por encima del labio hundido. Durante el terremoto de la pasada semana, las montañas de Santa Susana, al norte del epicentro, se elevaron por lo menos 40 centímetros, al mismo tiempo que se movieron 15 centímetros en dirección norte”.

Kerry Sieh, geólogo del Instituto Caltech, opina que las pequeñas fallas inversas que atraviesan la cuenca de Los Ángeles pueden ser tan peligrosas como el esperado sismo de magnitud 8 de la falla de San Andrés. Sieh se pregunta al pensar en Los Ángeles: “¿Es posible que suceda un temblor grande de verdad, uno de magnitud 8, bajo el centro de la ciudad?”. Una pregunta inquietante si se tiene en cuenta a los millones de personas que pueblan la metrópoli.

Los californianos parecen haberse acostumbrado a vivir con terremotos de la misma manera que otras personas conviven con huracanes, inundaciones o tornados.

[Nota a pie de página]

a “Magnitud” se refiere a la escala magnitud-momento, que se basa directamente en la medición del deslizamiento de la placa rocosa a lo largo de la línea de falla. La escala de Richter mide la amplitud de las ondas sísmicas y es, por lo tanto, una medición indirecta de la gravedad de un terremoto. Ambas escalas generalmente arrojan los mismos resultados, si bien la primera es más precisa.

[Fotografía en la página 15]

Daños causados en una autopista por el temblor de Los Ángeles de 1994

[Reconocimiento]

Hans Gutknecht/Los Angeles Daily News

[Fotografía en la página 17]

Llamaradas provenientes de un gaseoducto destrozado por el terremoto de 1994

[Reconocimiento]

Tina Gerson/Los Angeles Daily News

[Fotografía en la página 18]

Tramo de la autopista de Los Ángeles derrumbado a causa de un sismo de magnitud 6,6 de diez segundos de duración

[Reconocimiento]

Gene Blevins/Los Angeles Daily News

[Mapa en la página 16]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Fallas inversas, en la cuenca de Los Ángeles

Falla de San Andrés

Los Ángeles

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