De nuestros lectores
Padres que envejecen Mi suegro está confinado en cama y necesita ayuda para todo. Estoy tan agotada mental y físicamente, que a veces pierdo la paciencia y digo cosas de las que más tarde me arrepiento. Por eso, cuando leí los artículos bajo el tema “El reto de cuidar a los padres cuando envejecen” (8 de febrero de 1994), sentí que se me rompía el corazón. Mi más profundo agradecimiento por preparar esta información. Los artículos me infundirán ánimo mientras sigo cumpliendo con mi deber.
T. H., Japón
Tengo 16 años, y mi abuela necesita cuidados las veinticuatro horas del día. Vive a 160 kilómetros de distancia, por lo que mi familia está sometida a mucha tensión. Por eso quiero agradecerles los artículos. Fueron muy edificantes.
M. R., Estados Unidos
Trabajo para una agencia de servicios sociales que asiste a los que cuidan de padres ancianos. Mis compañeros de trabajo rechazan casi siempre las publicaciones bíblicas que les ofrezco. Sin embargo, en una reciente reunión del personal entregué un ejemplar de este número a cada uno. Todos lo aceptaron. Encontré a una compañera leyendo la revista en su despacho.
B. H., Estados Unidos
En su artículo sugirieron que se pidiera ayuda a los propios hermanos y hermanas carnales para cuidar a los padres. Creí que si lo hacía, nadie podría negarse. Pues bien, lo cierto es que he estado cuidando a mis padres durante diez años, y mis hermanos se negaron a darme ayuda cuando se la pedí. Vivimos en un mundo frío en el que nada importa. Quisiera que la gente despertara y se diera cuenta de que cuidar de los padres no es una carga; es un privilegio.
M. D., Estados Unidos
Las Escrituras dicen que para los cristianos es una obligación cuidar a los miembros de su familia. “Si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe.” (1 Timoteo 5:8.)—La dirección.
Agradecí mucho el consejo de sacar tiempo para el cónyuge y para uno mismo. En el pasado fallé al respecto, pues pensaba que cuidar de los padres estaba antes que sacar tiempo para mi marido o incluso para mí misma. Veo la sabiduría de su consejo y voy a intentar ser más equilibrada en esto.
M. O., Estados Unidos
Mudarse Tengo 14 años, y me gustaría darles las gracias por el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Por qué tenemos que ir a vivir a otro lugar?” (22 de febrero de 1994). Cuando yo tenía 9 años, le pidieron a papá, que es anciano de congregación, que se mudara a una congregación cercana. Llevamos en ella más de cuatro años y hemos llegado a quererla muchísimo. Ahora le han pedido a papá que se mude a otra congregación. El día que nos lo pidieron recibimos esta revista. Nos ayudó a mi hermano y a mí a afrontarlo mejor. Es un privilegio que te pidan ir a algún sitio, pero es muy difícil decir adiós a todos aquellos a quienes hemos llegado a amar.
L. B., Inglaterra
Racismo Acabo de tener la oportunidad de leer los artículos sobre el tema “¿Se unirán algún día todas las razas?”, del número del 22 de agosto de 1993. Me sorprendió e impresionó su objetividad y la comprensión que tienen de este complicado problema. Terminé hace poco un curso de historia en la universidad, pero en solo nueve páginas su revista ofreció un resumen histórico, una explicación y un remedio. Superó a todo un semestre de libros de texto y clases universitarias.
R. J., Estados Unidos