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  • Cómo criar a un niño difícil
  • ¡Despertad! 1994
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  • Niños estresados
  • Cómo reducir los factores desestabilizadores
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  • Procure encomiar, no condenar
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¡Despertad! 1994
g94 22/11 págs. 6-11

Cómo criar a un niño difícil

¿TUVISTE un buen día? —le pregunta Susan a su hijo Jimmy tan pronto como sube al auto al recogerlo en la escuela. Él frunce el ceño sin hacerle el menor caso. —Vaya, parece que has tenido un mal día —dice ella en tono compasivo—. ¿Quieres contarme lo que te pasó?

—Déjame en paz —refunfuña el niño.

—Me tienes preocupada..., te ves tan triste..., quiero ayudarte.

—¡No quiero tu ayuda! —le grita—. ¡Déjame en paz! Te odio. ¡Quisiera estar muerto!

—¡Jimmy! —dice Susan con voz entrecortada—. No me hables así si no quieres que... que te de un azote. Solo trataba de ser amable. No entiendo lo que te pasa. Nada de lo que digo ni de lo que hago te cae bien.

Nerviosa y rendida tras su jornada de trabajo, Susan conduce en medio del tráfico preguntándose cómo pudo tocarle un hijo así. Se siente confundida, impotente y enojada, así como resentida con su propio hijo, y la afligen sentimientos de culpa. Teme llevar a su propio hijo a casa. Casi prefiere no saber lo que sucedió ese día en la escuela. Probablemente el profesor la volverá a telefonear. A veces Susan siente que ya no puede aguantar más.

Incidentes aparentemente sin importancia se convierten en terribles suplicios emocionales cargados de ansiedad. Los niños que padecen TDA o THDA, o que reciben el calificativo de “difíciles” por otras razones, suelen ser bastante impulsivos ante los problemas. Tienen arrebatos de ira por cualquier cosa, dejando a los padres enojados, desconcertados y totalmente exhaustos.

Cómo evaluar la situación e intervenir

Por regla general estos niños son inteligentes, creativos y sumamente sensibles. Es importante reconocer que son niños sanos, pero con necesidades especiales, por lo que requieren mayor comprensión. A continuación se aportan ciertos principios e ideas que les han resultado útiles a algunos padres de niños difíciles.

En primer lugar, es preciso aprender a reconocer las situaciones y los estímulos que perturban al niño. (Compárese con Proverbios 20:5.) Los padres deben percatarse de cuál es el comportamiento de este poco antes de sus arrebatos emocionales e intervenir con rapidez. Una señal muy fácil de apreciar es cuando su expresión facial refleja gran frustración e incapacidad para manejar una situación dada. En estos casos puede ser útil recordar con bondad al niño que necesita controlarse o, si es necesario, sacarlo del entorno que le perturba. También resulta eficaz dejar el asunto por el momento, no como una forma de castigo, sino como una manera de dar al niño y al padre (o la madre) la oportunidad de recuperar la calma y luego proceder de manera razonable.

En la ilustración del principio, Jimmy reaccionó con violencia ante unas simples preguntas. Eso es común en él. Aunque los padres fácilmente podrían interpretar tal cólera y resentimiento como algo personal, deben recordar que cuando estos niños ya no pueden tolerar más estrés, su facultad de comprensión (raciocinio) suele disminuir; de ahí lo importante de obrar con perspicacia. (Proverbios 19:11.) En el caso de Jimmy, Susan podía haber suavizado la situación no insistiendo, dejando a su hijo tiempo para controlarse y buscando un mejor momento para hablar de lo que le había sucedido durante el día.

Niños estresados

La familia humana jamás se había tenido que encarar a presiones, ansiedades y problemas tan grandes como los que afligen a este mundo moderno. Los tiempos han cambiado, las necesidades son más apremiantes y se exige más de los niños. El libro Buenos chicos que se portan mal dice a este respecto: “Muchos de los problemas que parecen estar experimentando los niños pueden ser producidos o influenciados por las cambiantes expectativas sociales”. Para los niños con TDA o THDA, la escuela puede ser una pesadilla. Al tiempo que tratan de hacer frente a sus propias incapacidades, se ven obligados a adaptarse a una explosión de adelantos tecnológicos que siguen cambiando rápidamente en un entorno de aspecto hostil y peligroso, lo que incrementa su ansiedad. Los niños son demasiado inmaduros emocionalmente para manejar esta clase de problemas. Necesitan la ayuda de sus padres.

Cómo reducir los factores desestabilizadores

Para que los hijos sean más felices y saludables, hay que proporcionarles un ambiente de orden y estabilidad. Una manera eficaz de reducir los factores desestabilizadores en el hogar puede ser simplificando el estilo de vida. Como estos niños son impulsivos, extremadamente activos y se distraen con facilidad, es necesario reducir los efectos negativos de la sobreexcitación. Restrinja la cantidad de juguetes con los que pueden jugar al mismo tiempo. Asígneles una sola tarea o actividad a la vez hasta que la terminen. Además, como también suelen ser desorganizados, cuando se les ayuda a organizarse un poco, su frustración disminuye. Cuantos menos sean los detalles de los que se tengan que ocupar y mejor los entiendan, más fácil les resultará encargarse de las cosas realmente importantes.

Otra buena manera de reducir el estrés en el hogar consiste en llevar a cabo las actividades diarias de una manera estructurada, aunque sin rigidez, proporcionando así a los niños un sentido de estabilidad. Lo esencial no es el horario exacto de hacer cada cosa, sino la secuencia, el orden en que estas se realizan. Dicha secuencia se puede conseguir siguiendo ciertas sugerencias prácticas como las que se dan a continuación: alimente al niño adecuadamente mediante comidas sencillas y equilibradas a horas regulares —lo mismo puede decirse de los tentempiés o refrigerios—; procure que las actividades habituales a la hora de acostarse se efectúen de una manera agradable, afectuosa y relajante; planee de antemano las compras que vaya a hacer y procure no ir a demasiadas tiendas, pues ir de compras puede sobreexcitar a los niños muy activos; explique al niño cómo desea que se comporte cuando vayan a algún lugar. Las pautas definidas ayudan al niño con necesidades especiales a dominar su comportamiento impulsivo y a saber de antemano lo que los padres esperan de él.

Además de aportar un sentido de estructura a la vida, resulta beneficioso formular un conjunto de reglas y especificar las consecuencias de quebrantar aquellas que no sean negociables. Imponga reglas lógicas con las que ambos cónyuges estén de acuerdo, fije los límites de lo que se considera comportamiento aceptable para los niños y enséñeles a ser responsables de sus actos. Si le parece necesario, coloque una lista de dichas reglas en un lugar visible (como recordatorio tanto para los padres como para el niño). Recuerde que la firmeza es la clave de la seguridad emocional.

Algo que puede contribuir mucho a aliviar la presión innecesaria en el hogar es comprender las preferencias, los gustos y las aversiones del niño, y adaptarse a ello. En vista de que la naturaleza especial de estos niños suele ser errática e impulsiva, les puede resultar muy difícil la interacción con otros niños. Compartir, en especial los juguetes, pudiera ser un campo conflictivo; por eso, los padres harían bien en dejar que el niño decida cuáles de sus objetos preferidos quiere compartir. Además, si se controla su nivel de excitación permitiéndole únicamente un grupo reducido de compañeros de juego y creando actividades que no lo sobreexciten, se le puede ayudar a controlar su bajo umbral de sensibilidad.

Es importante que los padres permitan que cada hijo se desarrolle a su manera, sin reprimirlo ni amoldarlo innecesariamente. Si un niño detesta cierta comida o prenda de vestir, no se la dé. No merece la pena irritarlo por algo tan poco relevante. No intente controlar todo lo que hace. Sea equilibrado; pero cuando tome decisiones respecto a lo que es aceptable para una familia cristiana, apéguese a ellas.

Cómo manejar el comportamiento de su hijo

Como los niños volubles exigen más dirección, muchos padres se sienten culpables si tienen que disciplinar a sus hijos con frecuencia. Sin embargo, conviene discernir la diferencia entre disciplina y maltrato. Según el libro A Fine Line—When Discipline Becomes Child Abuse (¿Dónde acaba la disciplina y empieza el maltrato de menores?), el 21% de todos los casos denunciados de maltrato físico se producen cuando los niños manifiestan un comportamiento agresivo. Y de las investigaciones efectuadas se infiere que los niños con TDA o THDA corren “más riesgo de ser maltratados y desatendidos”. Es innegable que criar hijos con necesidades especiales puede ser estresante, pero hay que manejarlos de manera sana y equilibrada. Como estos niños generalmente son muy inteligentes y creativos, ponen a prueba a los padres que tratan de razonar con ellos. Suelen encontrar defectos a todo razonamiento de sus padres, por brillante que este sea. ¡No se lo permita! Los padres no deben perder su autoridad.

De manera amigable, pero firme, explique las cosas con brevedad; en otras palabras, no añada demasiados detalles, y no negocie las reglas que sean innegociables. Que su “sí” signifique sí, y su “no”, no. (Compárese con Mateo 5:37.) Los niños no son diplomáticos; por consiguiente, negociar con ellos termina en discusiones, enojo y frustración, y hasta puede que en gritos y violencia. (Efesios 4:31.) Evite igualmente dar demasiadas advertencias. Si hace falta disciplinar, hágalo con prontitud. El libro Cómo criar hijos con actitudes positivas en un mundo negativo recomienda: “Tranquila, confiada y firme [:] así es como debe ser la autoridad”. Fíjese también en las estupendas sugerencias que aparecieron en el periódico The German Tribune: “Hable siempre al niño de manera que capte su atención: utilice su nombre a menudo, mantenga el contacto visual y use un lenguaje sencillo”.

Cuando los padres pierden el control, pueden llegar a maltratar a su hijo. Y con solo ponerse a gritar, ya han perdido el control. El capítulo 15 de Proverbios aborda el tema de la crianza de los hijos y la disciplina, y dice lo siguiente: “La calma de la lengua es árbol de vida, pero el torcimiento en ella significa un quebrantamiento del espíritu” (versículo 4 de Pr 15). “Un hombre enfurecido suscita contienda, pero el que es tardo para la cólera apacigua la riña” (versículo 18 de Pr 15). “El corazón del justo medita para responder” (versículo 28 de Pr 15). Por consiguiente, debemos reconocer que no solo es importante lo que decimos, sino también cómo lo decimos.

Procure encomiar, no condenar

Como los niños difíciles de criar hacen cosas originales, raras y hasta extravagantes, es fácil que los padres se enojen y terminen criticando a su hijo, ridiculizándolo, regañándolo o incluso golpeándolo. Sin embargo, según se lee en el Nuevo Testamento y Salmos (Edición de estudio de la Versión Popular), en Efesios 6:4 la Biblia manda a los padres que eduquen a sus hijos “con la disciplina y la instrucción que quiere el Señor”. ¿Cómo disciplinaba Jesús a los que erraban? Él educaba a las personas dándoles instrucción y disciplina con imparcialidad y firmeza. La disciplina es un proceso, un método de instrucción que generalmente tiene que repetirse una y otra vez al tratar con niños. (Véase el artículo “El punto de vista bíblico: ‘La vara de la disciplina’. ¿Un recurso anticuado?”, publicado en la revista ¡Despertad! del 8 de septiembre de 1992.)

La disciplina adecuada crea un ambiente de confianza, afecto y estabilidad; por consiguiente, cuando haga falta, debe administrarse con las debidas explicaciones. No existen soluciones instantáneas en la crianza de los hijos, porque estos aprenden gradualmente, con el transcurso del tiempo. Criar adecuadamente a un niño, en especial a un niño difícil, requiere mucho interés y amor, mucho tiempo y trabajo. Quizás le resulte útil recordar la siguiente máxima: “Diga lo que pretende decir, diga las cosas en serio y haga siempre lo que dice que va hacer”.

Uno de los aspectos más frustrantes de tratar con niños difíciles es su desmedido afán de que se les preste atención. Lamentablemente, la atención que muchas veces reciben es negativa en lugar de positiva. Por eso, sea presto en advertir, encomiar y premiar todo buen comportamiento o trabajo bien hecho. Esto estimula mucho al niño. Aunque al principio le parezca exagerado, merece la pena. Los niños necesitan recibir premios de inmediato, aunque sean pequeños.

Experiencia personal del padre de Greg

“A nuestro hijo Greg se le diagnosticó THDA cuando tenía 5 años e iba al jardín de infancia. Enseguida acudimos a un pediatra especializado en desarrollo infantil, quien nos confirmó el diagnóstico y nos dijo: ‘No es culpa del niño ni tampoco de ustedes. Él no puede hacer nada al respecto, pero ustedes sí’.

”Pensamos muchas veces en esas palabras, pues hacen que nos demos perfecta cuenta de la gran responsabilidad que tenemos como padres de ayudar a nuestro hijo a afrontar su trastorno. Aquel día el médico nos dio información para leer en casa, y estamos convencidos de que el conocimiento que hemos adquirido en los pasados tres años nos ha valido mucho para cumplir con las responsabilidades que tenemos para con Greg.

”Cuando se cría a un niño con THDA, es sumamente importante reforzar el comportamiento adecuado, dar las debidas advertencias y, de ser preciso, castigar el mal comportamiento. Cuanto más estructuradas y lógicas sean sus pautas, mejores resultados observará. Estos sencillos detalles probablemente constituyen un factor clave en la crianza de un niño con THDA. Sin embargo, como tienen que repetirse muchas veces en un mismo día, hay que reconocer que es más fácil decirlo que hacerlo.

”Una técnica que a nosotros nos ha ido bien es dejar el asunto por el momento. Cuando recurrimos a ella para cambiar un mal comportamiento, también comenzamos un programa de refuerzo que fomente un comportamiento más positivo. Puede tratarse de una expresión de aprobación, un abrazo o hasta algo de valor nominal o un privilegio. Fuimos a una tienda y compramos un tablero para pegar calcomanías, o adhesivos. En la parte de arriba escribimos el comportamiento apropiado. Cada vez que vemos a Greg comportarse bien, le damos un adhesivo para que lo pegue en el tablero. Cuando este está lleno, digamos con veinte adhesivos, recibe un premio, que suele consistir en algo que le guste mucho, como por ejemplo, ir al parque. Esta técnica nos resulta útil porque lo motiva a portarse bien. Cuando coloca los adhesivos, puede ver cómo le va y cuánto le falta para recibir el premio.

”Otra técnica que hemos encontrado eficaz es darle opciones. En lugar de ordenarle algo directamente, lo dejamos escoger. Puede comportarse como es debido o bien aceptar las consecuencias lógicas. Así aprende a ser responsable de sus actos y a tomar buenas decisiones. Si se trata de un problema continuo, como portarse mal en las tiendas o restaurantes, utilizamos la técnica del tablero de adhesivos y el premio. Así ve el beneficio de comportarse debidamente y nosotros le demostramos lo contentos que estamos de sus progresos.

”La mayoría de las personas no saben que el THDA afecta la capacidad del niño para controlar su comportamiento y sus reacciones. Muchos creen que si estos niños se esforzaran más, podrían mejorar su capacidad de concentración y su comportamiento; no obstante, cuando no lo consiguen, echan la culpa a los padres.

”A un niño con THDA le resulta totalmente imposible sentarse quieto durante dos horas en una reunión de congregación en el Salón del Reino. Nunca olvidaremos que cuando Greg tenía tan solo 5 años, lloraba antes de cada reunión y nos preguntaba: ‘¿Hoy toca una reunión larga, o corta?’. Cuando se trataba de una reunión de dos horas, lloraba muchísimo, pues sabía que no iba a poder estarse quieto tanto tiempo. Tenemos que tomar en consideración el trastorno que padece y las limitaciones que este le impone. Sabemos que Jehová comprende mejor que nadie lo que le pasa, y eso nos consuela. Actualmente Greg no está bajo medicación y estudia el curso que le corresponde por su edad.

”Cifrar nuestra confianza en Jehová y mantener los ojos fijos en el nuevo mundo nos fortalece. Greg ya comparte nuestra esperanza. Se emociona mucho y hasta se le saltan las lágrimas cuando piensa en que Jehová eliminará el THDA de la Tierra convertida en un paraíso.”

[Fotografía en la página 7]

A veces las conversaciones pueden degenerar en riñas acaloradas

[Fotografía en la página 8]

Cuando tome alguna decisión, explíquela y manténgala

[Fotografía en la página 10]

Se siente orgulloso de añadir un nuevo adhesivo a su tablero

[Recuadro en la página 9]

Algunos premios por buen comportamiento podrían ser:

1. ALABANZA, encomio verbal por un trabajo bien hecho; palabras de agradecimiento por un buen comportamiento, acompañadas de amor, abrazos y expresiones faciales cariñosas.

2. LA TÉCNICA DEL TABLERO; colocado en un lugar visible y con bonitos adhesivos en forma de estrella, o de otra cosa, para fomentar el buen comportamiento.

3. UNA LISTA DE COSAS BUENAS, adecuadas y dignas de encomio. Cada vez que el niño haga algo bien, sin importar lo insignificante que sea al principio, escríbalo en la lista y léaselo a algún familiar.

4. UN BARÓMETRO PARA MEDIR EL COMPORTAMIENTO. Introduzca en un tarro canicas o caramelos —dependiendo de la edad del niño— cada vez que haga algo bien (refuerzo tangible). El objetivo es que vaya ganando puntos para recibir un premio, que podría consistir en algo que la familia iba a hacer de todas formas, como ir al cine, a patinar o a comer en un restaurante. En lugar de recalcar al niño: “Si no te portas bien, no iremos”, procure decir: “Si te portas bien, iremos”. La clave está en cambiar el enfoque negativo por uno positivo, aunque para ello debe permitirse un tiempo razonable.

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