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¡Despertad! 1997
g97 22/2 págs. 7-10

Cómo sobrellevar el problema

CON el paso de los años se han propuesto varios tratamientos para el THDA. Algunos se centran en la dieta. Sin embargo, ciertos estudios indican que los aditivos alimentarios no suelen provocar hiperactividad, y que las soluciones dietéticas muchas veces no surten efecto. Otros tratamientos para el THDA son la medicación, la modificación del comportamiento y la educación cognitiva.a

Medicación. Como parece ser que el THDA implica alguna disfunción cerebral, a muchos les han beneficiado los fármacos para restablecer el equilibrio químico.b Sin embargo, la medicación no sustituye al aprendizaje. Solo ayuda al niño a concentrarse, proporcionándole un fundamento para adquirir nuevas destrezas.

La medicación también ha ayudado a muchos adultos con THDA. Pero hay que tener cuidado —tanto en el caso de jóvenes como de adultos—, pues algunos estimulantes que se recetan para tratar el THDA pueden crear adicción.

Modificación del comportamiento. El THDA de un niño no exime a los padres de su obligación de disciplinarlo. Aunque el niño tenga necesidades especiales al respecto, la Biblia da este consejo a los padres: “Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él”. (Proverbios 22:6.) En el libro Your Hyperactive Child (Cuando su hijo es hiperactivo), Barbara Ingersoll comenta: “El padre que se limita a darse por vencido y deja a su hijo hiperactivo ‘a rienda suelta’, no le hace ningún favor. Como cualquier otro niño, el hiperactivo necesita disciplina firme y que se le muestre respeto como persona. Esto significa que hacen falta límites claros y recompensas y castigos apropiados”.

Por consiguiente, es importante que los padres aporten un sentido de estructura a la vida. Además debe establecerse un orden estricto para las actividades cotidianas. Al confeccionar dicho horario —que abarcaría un tiempo para hacer los deberes, estudiar, bañarse, etc.—, los padres tal vez quieran conceder al niño cierta libertad. Hecho esto, siga siempre la misma secuencia. Asegúrese de que las labores diarias se efectúen en el debido orden. La revista Phi Delta Kappan dice: “Los médicos, psicólogos, autoridades escolares y maestros tienen la obligación, ante el niño y los padres, de explicar que el diagnóstico de TDA o de THDA no da licencia al muchacho para salirse con la suya, sino que es un dato necesario para dar la ayuda debida al niño en cuestión”.

Educación cognitiva. Abarca ayudar al niño a cambiar su opinión de sí mismo y de su trastorno. “Las personas con trastorno por déficit de atención se ven ‘feas, tontas y malas’ aunque sean atractivas, inteligentes y buenas”, comenta el doctor Ronald Goldberg. Por consiguiente, el niño con TDA o THDA necesita tener un punto de vista apropiado de su valía, y saber que sus problemas de concentración son controlables. Esto reviste particular importancia durante la adolescencia. Para cuando un muchacho con THDA alcance esa etapa de la vida, posiblemente haya sufrido muchas críticas de parte de compañeros, maestros, hermanos y quizás hasta de sus padres. De modo que necesita ponerse metas realistas y juzgarse con justicia, no con dureza.

Los métodos terapéuticos mencionados también sirven para adultos con THDA. “Hay que hacer algunos cambios según la edad —escribe el doctor Goldberg—, pero los fundamentos de la terapia —medicación cuando es necesaria, modificación del comportamiento y [educación] cognitiva— siguen siendo válidos a lo largo de toda la vida.”

Cómo ayudar

John, padre de un adolescente con THDA, dice lo siguiente a los padres que se encuentran en circunstancias similares: “Infórmense cuanto puedan sobre este problema. Tomen decisiones bien fundadas. Sobre todo, amen a su hijo y fomenten su amor propio. La falta de autoestima es mortal”.

Para que el niño con THDA reciba la ayuda adecuada, el padre y la madre deben cooperar. El doctor Gordon Serfontein escribe que un niño con THDA necesita “saber que en el hogar se le ama y que ese amor viene del que existe entre los padres”. (Cursivas nuestras.) Lamentablemente, no siempre se demuestra ese amor. El doctor Serfontein continúa: “Está comprobado que en las familias donde hay [un niño con THDA], los casos de discordia y ruptura matrimoniales son casi un 33% más elevados que en la población normal”. Para evitar tal discordia, el padre debe desempeñar un papel importante en la crianza del niño con THDA. La responsabilidad no debería recaer únicamente en la madre. (Efesios 6:4; 1 Pedro 3:7.)

Los amigos íntimos, aunque no son parte de la familia, también pueden ayudar mucho. ¿Cómo? “Sea bondadoso —dice John, citado anteriormente—. Mire más allá de lo que ven los ojos. Llegue a conocer al niño. Hable también con los padres. ¿Cómo les va? ¿A qué tienen que enfrentarse día a día?” (Proverbios 17:17.)

Los miembros de la congregación cristiana pueden hacer mucho para ayudar tanto al niño con THDA como a los padres. ¿Cómo? Siendo razonables en sus expectativas. (Filipenses 4:5.) A veces, un niño con THDA es problemático. En lugar de hacer comentarios insensibles como “¿por qué no controlan a su hijo?”, o “¿por qué no lo disciplinan?”, el compañero de creencia perspicaz reconocerá que los padres tal vez ya estén agobiados con las exigencias cotidianas de criar a un niño con THDA. Aunque, por supuesto, los padres deben hacer todo lo posible por restringir el comportamiento problemático del niño, los demás miembros de la congregación, en lugar de mostrarse irritados, deberían esforzarse por manifestar “sentimientos como compañeros” y ‘conferir una bendición’. (1 Pedro 3:8, 9.) En efecto, muchas veces es por medio de los compañeros de creencia compasivos que Dios “consuela a los abatidos”. (2 Corintios 7:5-7.)

Los estudiantes de la Biblia reconocen que toda imperfección humana, incluidos los trastornos de aprendizaje y el THDA, son herencia del primer hombre, Adán. (Romanos 5:12.) También saben que el Creador, Jehová, cumplirá su promesa de instaurar un nuevo mundo justo en el que ya no existirán las penosas enfermedades. (Isaías 33:24; Revelación [Apocalipsis] 21:1-4.) Esta garantía es un ancla de apoyo para los que sufren trastornos como el THDA. “El paso de los años, la educación y la experiencia están ayudando a nuestro hijo a entender su trastorno y controlarlo —dice John—. Pero en este sistema de cosas nunca estará totalmente curado. Lo que nos consuela día a día es pensar que en el nuevo mundo Jehová corregirá el trastorno de nuestro hijo y le permitirá gozar de la vida a plenitud.”

[Notas]

a ¡Despertad! no favorece ningún tratamiento en particular. Los cristianos deben tener cuidado de que la terapia que elijan no contravenga los principios bíblicos.

b En algunas personas, los fármacos tienen efectos secundarios no deseados, como ansiedad y otros problemas emocionales. Además, los estimulantes pueden agravar los tics en el caso de los trastornos caracterizados por movimientos espasmódicos, como el síndrome de Tourette. De ahí que solo deban administrarse medicamentos por prescripción facultativa.

[Recuadro de la página 8]

Una advertencia para los padres

CASI todos los niños son a veces distraídos, impulsivos y demasiado activos. La presencia de estos rasgos de personalidad no siempre es indicio de THDA. En su libro Before It’s Too Late (Antes de que sea demasiado tarde), el doctor Stanton E. Samenow comenta: “He visto innumerables casos en los que se exime a un niño de algo que no quiere hacer porque se cree que padece algún impedimento o trastorno sobre el que no tiene control”.

El doctor Richard Bromfield también ve la necesidad de ejercer cautela. “Desde luego, algunas personas a las que se ha diagnosticado THDA tienen problemas neurológicos y necesitan medicación —escribe—. Pero también se achaca al trastorno todo tipo de abusos, hipocresías, negligencias y demás males sociales que en la mayoría de los casos no guardan relación alguna con el THDA. En realidad, la falta de valores que caracteriza a la vida moderna —la violencia gratuita, el consumo de drogas y, aunque no sea algo tan terrible, los hogares en los que reina el caos y la indisciplina— promueve más inquietud comparable al THDA que cualquier otra debilidad neurológica.”

Por eso, el doctor Ronald Goldberg aconseja prudentemente que no se utilice el THDA como “un concepto general”. Dice que “antes de emitir un diagnóstico, hay que asegurarse de que no quede ninguna piedra importante por mover”. Los síntomas que parecen ser de THDA tal vez indiquen la presencia de alguno de los muchos problemas físicos o emocionales que existen. De modo que, para obtener un diagnóstico acertado, se necesita el asesoramiento de un médico con experiencia.

Aun en los casos en que se diagnostique THDA, los padres deben analizar los pros y los contras de administrar medicación al niño. El Ritalin puede eliminar los síntomas no deseados, pero también puede provocar efectos secundarios desagradables, como insomnio, ansiedad acrecentada y nerviosismo. De ahí que el doctor Richard Bromfield aconseje que nadie se apresure a medicar a un niño tan solo para eliminar los síntomas. “A demasiados niños, y cada vez a más adultos, se les receta Ritalin indebidamente —dice—. De lo que he podido comprobar, parece que el uso de Ritalin depende mucho de la capacidad que tengan los padres y maestros de tolerar el comportamiento del niño. Sé de niños a quienes se les da el fármaco para calmarlos, no porque lo necesiten.”

De modo que los padres no deberían pensar enseguida que un hijo suyo tiene THDA o un trastorno de aprendizaje. Es mejor que sopesen con cuidado todos los síntomas, con la ayuda de un profesional competente. Si finalmente se establece que el niño tiene un trastorno de aprendizaje, o tal vez THDA, es aconsejable que los padres dediquen tiempo a informarse bien del problema para poder decidir lo que sea mejor para su hijo.

[Ilustración de la página 9]

El niño con THDA necesita que lo disciplinen con bondad y firmeza

[Ilustración de la página 10]

El encomio de los padres ayuda mucho

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