BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g96 8/1 págs. 3-5
  • La lucha por salvar nuestro planeta

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • La lucha por salvar nuestro planeta
  • ¡Despertad! 1996
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • Una amenaza creciente
  • La lucha por proteger el planeta
  • La desaparición de la capa de ozono... ¿Estamos destruyendo nuestro propio escudo?
    ¡Despertad! 1989
  • Una atmósfera dañada
    ¡Despertad! 1994
  • ¿Está ganándose la lucha?
    ¡Despertad! 1996
  • ¿Cuál será el futuro de nuestro frágil planeta?
    ¡Despertad! 1996
Ver más
¡Despertad! 1996
g96 8/1 págs. 3-5

La lucha por salvar nuestro planeta

POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN ESPAÑA

YURY, que vive en la ciudad rusa de Karabas, tiene dos hijos, y ambos están enfermos. Aunque no le sorprende la situación, está preocupado. “Aquí no hay niños sanos”, explica. La gente de Karabas está siendo envenenada. Las fábricas arrojan al aire 162.000 toneladas de contaminantes cada año, 9 toneladas por cada hombre, mujer y niño que radica aquí. En Nikel y Monchegorsk, en la península de Kola, que está situada al norte del círculo polar ártico, “dos de las más grandes y vetustas fundidoras de níquel [...] arrojan anualmente al aire más metales pesados y dióxido de azufre que cualquier otra fábrica de Rusia”. (The New York Times.)

El aire de la Ciudad de México no es más limpio. Una encuesta que llevó a cabo la doctora Margarita Castillejos reveló que hasta en una zona acaudalada de la ciudad, los niños están enfermos cuatro de cada cinco días. “Estar enfermo ha llegado a ser normal para ellos”, comentó, explicando que una de las principales causas es la niebla tóxica producida por los miles de vehículos que abarrotan las calles. La concentración de ozono es cuatro veces superior al límite establecido por la Organización Mundial de la Salud.

En Australia aunque el peligro es invisible, es igualmente mortal. Ahora los niños deben llevar gorro cada vez que salen a jugar al patio de la escuela. La reducción de la capa de ozono en el hemisferio sur ha hecho que los australianos consideren al Sol un enemigo en vez de un amigo. De hecho, los casos de cáncer de piel han aumentado en un 300%.

En otras latitudes del mundo la lucha cotidiana consiste en conseguir suficiente agua. Cuando Amalia tenía 13 años, se inició una sequía en Mozambique. Apenas hubo suficiente agua para un año, y al siguiente se hizo muy difícil conseguirla. Los cultivos se secaron. Amalia y su familia tuvieron que subsistir con frutos silvestres y cavar en los lechos de los ríos para encontrar un poco del preciado líquido.

En el estado indio de Rajasthan las tierras de pastoreo están desapareciendo rápidamente. Phagu, miembro de una tribu nómada, tiene disputas frecuentes con los agricultores de la región. Ya no encuentra pastos para sus rebaños de ovejas y cabras. La escasez de tierras fértiles ha roto la coexistencia pacífica que por siglos hubo entre agricultores y pastores nómadas.

La situación es aún peor en el Sahel, la semiárida franja subsahariana de África. Manadas completas han desaparecido como consecuencia de la deforestación y las subsecuentes sequías; además, innumerables parcelas han quedado sepultadas en las arenas del incontenible desierto. “No volveré a sembrar”, exclamó un agricultor fulbé de Níger cuando vio que su cultivo de mijo había fracasado por séptima ocasión. Su ganado ya había muerto por falta de pasto.

Una amenaza creciente

Las sequías recientes, la pérdida de cosechas y la contaminación del aire que sofoca una ciudad tras otra han seguido el mismo patrón ominoso. Estos son síntomas de un planeta enfermo, un planeta que ya no puede satisfacer las exigencias del hombre.

Nada en la Tierra es más importante para la supervivencia que el aire que respiramos, el alimento que comemos y el agua que bebemos. Pero el mismo hombre está contaminando o mermando inexorablemente estos tres recursos vitales. En algunos países el medio ambiente ya representa un peligro para la vida. Como lo dijera gráficamente el ex presidente soviético Mijail Gorbachov, “la ecología nos ha saltado a la garganta”.

Esta amenaza no debe tomarse a la ligera. La población mundial sigue aumentando a un ritmo constante y la demanda de los recursos limitados continúa acentuándose. Lester Brown, presidente del Instituto Worldwatch, señaló recientemente que “la primera amenaza a nuestro futuro no es la agresión militar, sino la degradación ecológica del planeta”. ¿Está haciéndose lo suficiente para evitar una catástrofe?

La lucha por proteger el planeta

Es difícil ayudar a un alcohólico que está convencido de que no tiene problemas con la bebida. Así, para mejorar la salud del planeta lo primero que debe hacerse es reconocer la magnitud de la enfermedad. Probablemente el logro medioambiental más sobresaliente de los años recientes sea la educación. Hoy, la mayoría de la gente sabe bien que el hombre está agotando y contaminando la Tierra, y que debe hacerse algo al respecto. En nuestro tiempo, la amenaza de la degradación del medio ambiente es más aterradora que la de una guerra nuclear.

Los líderes mundiales no están ajenos a los problemas. En 1992 asistieron 118 jefes de gobierno a la Cumbre de la Tierra, en la que se definieron las medidas que contribuirían a proteger la atmósfera y los recursos, cada vez más limitados, del planeta. La mayoría de las naciones firmaron un tratado sobre el clima, que las compromete a establecer un sistema para informar los cambios de las emisiones de carbono, con el fin de impedir que sigan aumentando. También analizaron la forma de conservar la diversidad biológica del mundo, es decir, las especies animales y vegetales. En la cumbre no se llegó a un acuerdo sobre la protección de los recursos forestales del planeta, pero se redactaron dos documentos: la “Declaración de Río” y la “Agenda 21”, que contienen directrices para que las naciones consigan un “desarrollo sostenible”.

Como lo explica el medioambientalista Allen Hammond, “en los próximos meses y años se demostrará si se mantienen los objetivos de Río de Janeiro, si las valientes declaraciones se traducen en acciones consecuentes”.

Por su parte, el Protocolo de Montreal de 1987 fue un paso significativo, pues se logró un acuerdo internacional para eliminar la producción de clorofluorocarbonos (CFC) en un tiempo límite.a ¿Por qué preocupan estos productos? Porque se sabe que contribuyen a la destrucción rápida de la capa protectora de ozono. Dicha capa cumple un papel muy importante como filtro de los rayos ultravioleta del sol, que pueden provocar cáncer de piel y cataratas. Este no es un problema exclusivo de Australia. Hace poco los científicos detectaron una disminución del 8% en la concentración invernal de ozono en algunas regiones templadas del hemisferio norte. Veinte millones de toneladas de CFC ya se han filtrado hasta la estratosfera.

Ante esta contaminación catastrófica de la atmósfera, las naciones han dejado a un lado sus diferencias y han actuado con decisión. La iniciativa internacional también ha dado pasos para proteger las especies en peligro, conservar la Antártida y controlar el vertido de desechos tóxicos.

Muchos países se están esforzando por limpiar sus ríos (los salmones han regresado al río Támesis), controlar la contaminación del aire (en las ciudades de mayor polución atmosférica de Estados Unidos, ha disminuido un 10%), incentivar la producción de energías alternativas limpias (el 80% de los hogares islandeses se calientan con energía geotérmica) y la conservación de la herencia natural (Costa Rica y Namibia han convertido un 12% de su territorio en parques nacionales).

¿Demuestran estos pasos que la humanidad está tomando en serio la amenaza? ¿Restablecer la salud del planeta es solo cuestión de tiempo? Los siguientes artículos contestarán estas preguntas.

[Nota]

a Los CFC se han usado ampliamente: como propelentes de aerosoles, en refrigeración, en acondicionadores de aire, en sustancias limpiadoras y en la elaboración de espumas aislantes. Véase el artículo “Una atmósfera dañada”, de la revista ¡Despertad! del 22 de diciembre de 1994.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir