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  • ¿Vive usted dominado por el comportamiento compulsivo?

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  • ¿Vive usted dominado por el comportamiento compulsivo?
  • ¡Despertad! 1996
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¡Despertad! 1996
g96 8/2 págs. 20-22

¿Vive usted dominado por el comportamiento compulsivo?

“Todos los días me levanto a las seis en punto —explica Keitha—. El despertador está programado invariablemente para las seis en punto. Estoy seguro, pues nunca lo cambio. Sin embargo, tengo que verificarlo a cada momento. Todas las noches lo reviso cinco veces como mínimo antes de acostarme. También tengo que comprobar que no he dejado abiertas las llaves de los quemadores de la cocina. Aunque vea que todo está apagado, he de regresar una, dos, tres veces..., solo para asegurarme. Además, me cercioro incesantemente de que la puerta de la nevera está cerrada. Pasa lo mismo con la cerradura de la puerta de malla y los dos cerrojos de la puerta principal de la casa...”

KEITH sufre de trastorno obsesivo-compulsivo (abreviado T.O.C. en este artículo), afección debilitante que se distingue por la existencia de ideas incontrolables (obsesiones) e impulsos irrefrenables (compulsiones).b El sujeto obsesivo-compulsivo cree que sus obsesiones y compulsiones son totalmente involuntarias. Se diría que se imponen sobre él, que lo dominan.

A todo ser humano le sobrevienen en un momento dado impulsos e ideas no deseados. Sin embargo, en el T.O.C. son tan persistentes y reiterados que perturban la vida normal y crean grave incomodidad, lo que a veces ocasiona depresión. “La lucha mental continua me llevó a plantearme el suicidio”, explicó un afectado. Examinemos algunos síntomas de esta desconcertante enfermedad.

Ver para no creer

Cuando Bruce pasa con su auto sobre una protuberancia de la carretera, le invade una idea morbosa: ‘¿Habré atropellado a un peatón?’. El sentimiento va cobrando cada vez más fuerza, hasta que no le queda otro remedio que regresar a la escena del “crimen” con el fin de verificarlo, pero no solo una vez, sino varias. Como es obvio, Bruce no encuentra a ningún peatón lastimado. Sin embargo, no queda plenamente convencido, de forma que al volver a casa pone las noticias para enterarse de si alguien se ha dado a la fuga tras un atropello. Hasta llama a la policía para “declararse culpable”.

Al igual que Bruce, muchos obsesivo-compulsivos viven atormentados por las dudas: ‘¿Le habré hecho daño a alguien? ¿Apagué la lumbre antes de salir de casa? ¿Cerré la puerta con llave?’. Aunque la mayoría de las personas puede tener ocasionalmente pensamientos parecidos, el obsesivo-compulsivo se distingue por revisar varias veces la situación, sin quedarse tranquilo. “Los pacientes que se dedican a comprobar parecen decir: ‘El conocimiento procede sólo de los sentidos’ —escribe la doctora Judith Rapoport— [...]. De ahí que haya que girar una y otra vez el pomo de la puerta; que encender una y otra vez el interruptor de la luz. Estos actos proporcionan una información inmediata, aunque no es posible ponerles fin.”

Nunca está suficientemente limpio

Charles, joven de 14 años, vivía obsesionado por el miedo a infectarse con los gérmenes. Su madre tenía que limpiar con alcohol todo cuanto él fuera a tocar. Además, a este muchacho le daba pánico que las visitas introdujeran la contaminación de la calle.

Los miedos de Fran se suscitaban cuando lavaba la ropa. “Si la ropa tocaba los laterales de la lavadora cuando la sacaba —explica—, tenía que volver a lavarla.”

Al igual que Charles y Fran, muchos obsesivo-compulsivos tienen fijación con los gérmenes y la contaminación, de manera que se duchan o se lavan las manos en exceso, en ocasiones al grado de ampollarse, pero ni siquiera así se sienten limpios.

Suplicio mental

Elaine se martiriza porque le vienen pensamientos irreverentes sobre Dios. “No se me ocurrirían ni por asomo; antes morirme que tener voluntariamente esas ocurrencias”, explica. Sin embargo, tales ideas persisten. “Hay noches que me acuesto exhausta de batallar a diario con ellas.”

Steven hace “votos” a Dios llevado por el remordimiento que le crean sus faltas. “Esta tendencia me entristece, pues parece ir en contra de mi voluntad —explica él—. Luego, los escrúpulos de conciencia me obligan a cumplir las promesas. En una ocasión tuve que destruir un objeto de gran valor sentimental.”

En el caso de Elaine y Steven, sus obsesiones se desarrollan a buen grado en un nivel mental. Aunque los síntomas no sean fáciles de detectar, los sujetos con ideas obsesivas viven encerrados en un círculo de culpa y temor.

Estos no son más que algunos síntomas del T.O.C.c Ahora bien, ¿qué ocasiona este trastorno, y qué soluciones hay?

Controlar lo incontrolable

Según un especialista, la conducta obsesivo-compulsiva es fruto de “un cortocircuito cerebral”, por el cual la información sensorial no se registra y “el programa se repite una y otra vez”. ¿Qué origina este ciclo? Nadie lo sabe con certeza. Parece que entra en juego un neurotransmisor, la serotonina, aunque también se barajan otros aspectos del cerebro. Hay quienes opinan que ciertas experiencias a temprana edad pueden desencadenar el T.O.C., tal vez en combinación con una predisposición genética.

Sea cual sea la causa, está claro que probablemente no se consiga mucho diciendo al obsesivo-compulsivo que deje de lavarse o de verificarlo todo. La fuerza de voluntad no es suficiente.

En algunos casos la medicación ha dado buenos resultados. Otra terapia consiste en exponer al paciente a la situación que teme y entonces impedir la respuesta habitual: por ejemplo, exigir a quien sigue rituales de lavado que sostenga algo sucio y luego no permitir que se lave. Por supuesto, este tratamiento no da resultados inmediatos. Sin embargo, algunos creen que si se aplica con persistencia, puede ser efectivo.

Según algunos expertos, las raíces del T.O.C. pudieran remontarse, al menos en algunos casos, a ciertas experiencias a temprana edad. Se ha observado que muchos niños maltratados desarrollan sentimientos de falta de valía personal o de estar sucios, y un cierto número acaba realizando rituales de lavado compulsivo.

Remedios para las obsesiones y las compulsiones

Si usted es obsesivo-compulsivo, no piense que es distinto de los demás o que está perdiendo el juicio. “Exceptuando sus miedos particulares —explica el doctor Lee Baer—, el sujeto con T.O.C. no pierde el contacto con la realidad en otras facetas de la vida.” Usted puede recibir ayuda. Comprenda que el T.O.C. es fruto de la imperfección. No denota debilidad moral ni fracaso espiritual, ni que Dios lo haya desaprobado. “Jehová es misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa. Pues él mismo conoce bien la formación de nosotros, y se acuerda de que somos polvo.” (Salmo 103:8, 14.)

Pero ¿y si los pensamientos obsesivos adoptan un cariz irreverente o blasfemo? A causa del T.O.C., las ideas repugnantes generan culpabilidad, lo que a su vez da pie a pensamientos aun más repulsivos. “Me pone sumamente irritable —explica Elaine—. Hace que me sienta tensa, pues no dejo de pensar todo el tiempo que Jehová puede estar enojado conmigo.” Algunos llegan al punto de creer que sus pensamientos constituyen el pecado imperdonable.

Sin embargo, la mención que hizo Jesús del pecado imperdonable, el pecado contra el espíritu santo de Dios, de ningún modo aludía a pensamientos súbitos y obsesivos. (Mateo 12:31, 32.) Sus comentarios iban dirigidos a los fariseos. Sabía que lo atacaban con toda la intención y que sus acciones deliberadas procedían de un corazón que rezuma odio.

En realidad, la preocupación por haber ofendido a Dios muy bien pudiera denotar que no se ha cometido el pecado imperdonable. (Isaías 66:2.) Por otro lado, saber que el Creador entiende el trastorno, infunde sosiego. Él es misericordioso y está “listo para perdonar”. (Salmo 86:5; 2 Pedro 3:9.) Aun si el corazón nos condenara, “Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas”. (1 Juan 3:20.) Él sabe a qué grado dependen nuestros pensamientos e impulsos de un trastorno que solo dominamos a cierto grado. El afectado que tenga esto presente puede dejar de mortificarse con un sentimiento de culpabilidad improcedente.

¡Qué agradecidos debemos estar a Jehová por prometer un nuevo mundo en el que se solventarán todas las aflicciones físicas, mentales y emocionales! (Revelación [Apocalipsis] 21:1-4.) Entretanto, los que padecen de este trastorno pueden dar algunos pasos para aliviar su sufrimiento.

[Notas]

a En ocasiones empleamos nombres ficticios.

b ¡Despertad! no recomienda ningún tratamiento específico. Los cristianos que padezcan de este trastorno deben tener cuidado de que la terapia que sigan no contravenga los principios bíblicos.

c Entre otros muchos síntomas figuran los recuentos, la acumulación de objetos y la obsesión con la simetría.

[Recuadro de la página 22]

Cómo puede ayudar usted

SI USTED es amigo o familiar de un afectado del trastorno obsesivo-compulsivo (T.O.C.), puede hacer mucho para ayudarlo.

• Primero, examine su propia actitud. Si cree que el afectado es débil, perezoso o testarudo, este se va a dar cuenta y perderá la motivación para mejorar.

• Hable con la persona. Entérese de cuál es su lucha. Disponer de un confidente imparcial y sincero constituye en muchos casos el primer paso para controlar los síntomas del T.O.C. (Proverbios 17:17.)

• No haga comparaciones. El T.O.C. provoca impulsos que no son equiparables a los de la persona que no está afectada. Por ello, normalmente no logrará mucho contándole cómo hace frente usted a sus propios impulsos. (Compárese con Proverbios 18:13.)

• Ayude al obsesivo-compulsivo a proponerse metas alcanzables. Seleccione un síntoma y exponga una serie de objetivos para superarlo. Empiece con la meta menos difícil, por ejemplo: no pasar más de cierto tiempo en la ducha.

• Reconozca sus progresos. La alabanza refuerza la buena conducta. Todos los avances, por pequeños que parezcan, son significativos. (Proverbios 12:25.)

Vivir con un obsesivo-compulsivo puede suponer una agotadora lucha emocional para los parientes. Por ello, los amigos deben ser comprensivos y brindar su ayuda de toda forma práctica que les sea posible. (Proverbios 18:24b.)

[Ilustraciones de la página 21]

Las verificaciones excesivas y los lavados desmedidos son dos síntomas del trastorno obsesivo-compulsivo

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