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  • Una aldea mundial que continúa dividida
  • ¡Despertad! 1996
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¡Despertad! 1996
g96 8/7 págs. 3-4

Una aldea mundial que continúa dividida

POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN NIGERIA

¿HA OÍDO relatos de una raza de personas que por carecer de boca no podían comer ni beber? Se contaba que sobrevivían olfateando, sobre todo las manzanas, y que un olor fétido podía matarlas.

También existía la leyenda de un pueblo de África occidental que comerciaba con oro. Un capitán de la armada portuguesa del siglo XVI informó: “A doscientas leguas [del] reino de [Mali], se encuentra un país cuyos habitantes tienen cabeza, dientes, y rabos de perro. Son unos negros que se niegan a conversar porque no desean ver a otros hombres”. Estas eran algunas de las ideas extravagantes que se aceptaban hace muchos años, antes de la época de los grandes viajes y descubrimientos.

Los pueblos se conocen

Durante siglos se tomaron en serio esas leyendas. Pero cuando los exploradores se internaron en todo rincón del planeta, no hallaron personas sin boca que olfatearan manzanas o con cabeza de perro. En la actualidad los pueblos que viven más allá de nuestras fronteras han dejado de ser misteriosos. El mundo se ha convertido en una aldea mundial. La televisión trae hasta la sala de nuestra casa a personas de otros países. Los viajes aéreos permiten visitar dichas naciones en unas cuantas horas; millones de personas lo hacen cada año. Otros, abandonan su país por cuestiones económicas o políticas. Un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas dijo: “En una escala sin precedentes históricos —y que ciertamente aumentará— en todo el mundo hay personas que cortan sus raíces y emigran en busca de una vida mejor”. Unos cien millones de personas viven fuera del país que las vio nacer.

La interdependencia económica de las naciones es cada día mayor, y una red de comunicaciones las engloba a todas ellas como un gigantesco sistema nervioso. A medida que intercambian ideas, información y tecnología, las culturas se fusionan o se adaptan entre sí. La forma de vestir de la gente es cada día más parecida en todo el mundo. Las ciudades del orbe tienen muchas cosas en común: policía, hoteles de lujo, tránsito, tiendas, bancos, contaminación. Así pues, la integración de los pueblos nos ha permitido presenciar lo que algunos llaman el surgimiento de una cultura mundial.

Por qué continúa dividida la gente

Claro está que este entretejimiento de pueblos y culturas no ha logrado que los individuos se vean como hermanos. “Todo el mundo tiene presto el rumor contra el meteco [o extranjero]”, escribió un dramaturgo griego hace más de dos mil años. Es lamentable, pero en nuestros días sucede lo mismo. Pruebas contundentes aparecen en los reportajes periodísticos: intolerancia, xenofobia, “limpieza étnica”, luchas raciales, contiendas religiosas, masacres de civiles, campos de exterminio, prisiones donde se viola a las mujeres, torturas y genocidio.

La mayoría de nosotros, por supuesto, difícilmente podemos alterar el curso de los conflictos étnicos. Es posible que estos ni siquiera nos afecten directamente. Sin embargo, algunos problemas quizá se deban a que no nos comunicamos con los extranjeros con quienes convivimos: vecinos, compañeros de trabajo o condiscípulos.

¿No es extraño que a personas de distintos grupos étnicos les sea tan difícil tener confianza y comprensión mutuas? La realidad es que en nuestro planeta la diversidad es enorme, la variedad, infinita. La mayoría de nosotros estamos agradecidos de que exista una gran variedad de alimentos, música y colores, y diversidad de plantas, aves y otros animales. Pero, por alguna razón, nuestro reconocimiento no siempre abarca a las personas que no piensan o actúan como nosotros.

En lugar de ver los aspectos positivos de la diversidad de los pueblos, muchos tienden a concentrarse en las diferencias, y las convierten en motivo de discordia. ¿Por qué? ¿Qué beneficio nos reporta dar pasos para comunicarnos con personas de cultura diferente a la nuestra? ¿Cómo podemos derrumbar los muros que impiden la comunicación y sustituirlos por puentes? Los siguientes artículos procuran contestar estas preguntas.

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