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  • La conservación o la extinción
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¡Despertad! 1996
g96 8/8 págs. 7-8

La conservación o la extinción

CONTINÚA encarnizada la polémica en torno a la conservación y la extinción. Muchas organizaciones no lucrativas presionan a los gobiernos con el fin de que impongan leyes conservacionistas más estrictas que protejan a las especies en peligro.

Por ejemplo, hace poco se reunieron varios grupos con funcionarios chinos y consiguieron su cooperación en la lucha contra la captura del oso tibetano. La caza de este animal se debe a que su vesícula biliar se usa en la medicina tradicional de oriente.

Ayuda internacional

De poco sirve proteger una especie en un país, cuando se provoca su extinción en otros. Por ello se han firmado varios acuerdos internacionales oportunos. El Tratado de Biodiversidad, o Declaración de Río, entró en vigor a finales de 1993, y poco después, el Acuerdo sobre la Conservación de Murciélagos en Europa. La Comisión Ballenera Internacional añadió el océano Antártico al océano Índico como santuario de ballenas con el objeto de proteger al rorcual enano, así como a los grandes cetáceos. Pero probablemente el acuerdo más importante en este campo ha sido la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies en Peligro. (Véase el recuadro.)

El hombre aún tiene mucho que aprender sobre la interrelación de los seres vivos. Los pescadores de África oriental que introdujeron la perca africana en el lago Victoria con la intención de crear una fuente de alimento, desencadenaron lo que el zoólogo Colin Tudge calificó como “el desastre ecológico más grande de este siglo”. De las 300 especies de peces autóctonos, desaparecieron unas doscientas. Aunque datos recientes culpan a la erosión del suelo de alterar el equilibrio natural de dichas especies, los gobiernos de los tres países que delimitan el lago han formado ahora una comisión que determine cuáles especies pueden introducirse sin perjudicar las demás.

La intervención del hombre

Un campo en el que está teniéndose éxito es la crianza en zoológicos. La obra Last Animals at the Zoo comenta: “Si los zoológicos del mundo pusieran todo su empeño en la crianza en cautividad, y el público les brindara pleno apoyo, entre ambos podrían salvar todas las especies de vertebrados que quizá necesiten este tipo de crianza en el futuro”.

En el zoológico de la pequeña isla británica de Jersey se crían animales exóticos con el propósito de reintegrarlos a su hábitat natural. En 1975 solo quedaban 100 loros de Santa Lucía en su hogar caribeño. Se enviaron siete ejemplares a la isla de Jersey, y para 1989 el zoológico había criado catorce más y había devuelto algunos a Santa Lucía. Se informa que actualmente hay más de trescientos en la isla.

Proyectos de este tipo han tenido éxito en otras partes. La National Geographic informa que diecisiete lobos rojos de Texas que quedaban en Norteamérica se reprodujeron tan bien en cautividad que se han devuelto más de sesenta a su hábitat natural.

¿Demasiado éxito?

Sobre los animales no solo se cierne la amenaza de extinción. Según el libro Endangered Species—Elephants, entre 1979 y 1989 la cantidad de elefantes disminuyó de 1.300.000 a 609.000, debido, en parte, a la caza furtiva de los comerciantes de marfil. Entonces aumentó la presión pública para que se proscribiera esta clase de comercio. Sin embargo, se levantaron muchas voces contra la proscripción. ¿Por qué?

Las políticas conservacionistas tuvieron tanto éxito en Zimbabue y en Sudáfrica, que sus parques nacionales y reservas de animales llegaron a tener demasiados elefantes. La revista New Scientist informó que Zimbabue debía deshacerse de 5.000 elefantes del parque nacional Hwange. Los grupos de presión recomendaron trasladarlos a otro sitio. Los directivos del parque decidieron venderlos y sugirieron que las agencias occidentales que se oponían a la matanza selectiva “contribuyeran con dinero, y no solo con consejos, para llevarlos a otro lugar”.

Futuro incierto

Los errores son inevitables. A mucha gente le preocupa la situación de los animales que son reintegrados a su hábitat. El tigre siberiano sobrevive bien en cautividad, pero en libertad necesita unos 260 kilómetros cuadrados de bosques libres de cazadores furtivos. Además, “si se devuelve un tigre criado en un zoológico a su entorno natural —comenta la revista The Independent on Sunday—, lo más probable es que muera de hambre”, una perspectiva realmente sombría.

La realidad es que no todas las especies cuentan con un equipo especializado de apoyo. Por otra parte, la falta de recursos humanos no es lo único que complica la situación. ¿Qué esperanza tienen los conservacionistas de lograr éxito si los limita la corrupción oficial, la avaricia y la indiferencia, así como la guerra y hasta la amenaza de muerte? ¿Cuál es, entonces, la solución al problema de las especies en peligro? ¿Y qué tiene que ver con usted?

[Recuadro de la página 7]

Una estrategia internacional

La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies en Peligro es un instrumento muy útil en la lucha contra el tráfico de animales amenazados. Entre las mercancías prohibidas están pieles de leopardo, colmillos de elefante, huesos de tigre, cuernos de rinoceronte y tortugas. El acuerdo abarca incluso árboles madereros y peces en peligro.

La revista Time advirtió: “A menos que todas las naciones sean capaces de imponer las reglas, [...] podrían descubrir que los animales que tratan de proteger han dejado de existir”.

[Ilustración de la página 8]

¿Han tenido demasiado éxito algunos esfuerzos conservacionistas?

[Reconocimiento]

Cortesía de Clive Kihn

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