Especies en peligro: ¿qué tienen que ver con usted?
TIGRES, tortugas, rinocerontes, mariposas,... la lista de especies en peligro parece interminable. De seguro concuerda con que el hombre es el principal responsable de esta situación. Pero, ¿qué tiene que ver esto con usted?
En vista de la crisis económica mundial, ¿no es lógico que la gente se preocupe más por su bienestar que por apoyar los proyectos conservacionistas, prescindiendo de lo nobles que estos sean? “La verdad es que en la mayoría de los países subsaharianos, donde millones de personas se enfrentan a trastornos políticos, guerras tribales, hambres y epidemias, no es fácil ser ecologista”, comenta la revista Time. Lo mismo puede decirse de otros lugares.
La solución del problema de las especies en peligro exige cambios radicales. Según The Atlas of Endangered Species, serían cambios “de tal magnitud que solo los gobiernos podrían realizarlos”. Y por ello recomienda: “Dondequiera que haya elecciones, cada persona tendrá la responsabilidad de ver que para el año 2000 se haya elegido únicamente a políticos sensibles a los problemas medioambientales”.
¿Es realista esta recomendación? A juzgar por el testimonio de la historia, “el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”, y podría añadirse que a la fauna también. (Eclesiastés 8:9.) De hecho, muchos conservacionistas ven la flora y la fauna como indicadores del medio ambiente: cuando están amenazados, también lo estamos los seres humanos. Esta, sin embargo, no es la primera vez en la historia humana que la vida terrestre se ve en peligro de extinción.
En el libro de historia más antiguo constan estas palabras: “Aquí voy a traer el diluvio de aguas sobre la tierra para arruinar de debajo de los cielos a toda carne en la cual está activa la fuerza de vida. Todo lo que está en la tierra expirará”. (Génesis 6:17.) Sin embargo, no desaparecieron todos los seres humanos ni las demás formas de vida, pues Dios dispuso un medio de supervivencia.
Un arca para sobrevivir
Algunos científicos opinan que la mejor solución al problema de las especies en peligro consiste en preservar su hábitat. Es interesante que cuando la revista New Scientist habló de este asunto mencionó que los científicos emplean “la metáfora del arca de Noé”. Aquella arca fue el medio por el cual el hombre y los animales sobrevivieron al diluvio del día de Noé.
Dios le dio a Noé las instrucciones para la construcción del arca, un enorme cofre de madera que flotaría sobre las aguas del diluvio. En esta, además de conservarse con vida a Noé, a su esposa y sus tres hijos junto con sus esposas, se preservaron especímenes animales, tanto salvajes como domésticos: “Toda clase de carne en la cual estaba activa la fuerza de vida”. (Génesis 7:15.) La diversidad biológica que existe en nuestros días demuestra lo bien que sirvió el arca para este fin.
Note, sin embargo, que la supervivencia no dependió exclusivamente de los esfuerzos humanos. Noé y su familia tuvieron que obedecer a Dios, quien podía conservarlos con vida. Fue Dios quien acabó con la rebeldía, la violencia y la codicia características del mundo antediluviano. (2 Pedro 3:5, 6.)
Los animales en el nuevo mundo
Jehová aseguró que la obediencia a sus leyes haría que personas semejantes a depredadores salvajes y feroces llegaran a ser como animales mansos y dóciles. (Isaías 11:6-9; 65:25.) Aun en nuestros días se ha probado claramente la veracidad de sus palabras. Asista a las reuniones de un Salón del Reino de los testigos de Jehová que le quede cerca y compruébelo por usted mismo. Si Jehová puede hacer que las personas cambien tan radicalmente, ¿no podrá encargarse de que las criaturas del reino animal vivan en paz y seguridad, incluso si para ello es preciso cambiar sus características actuales? De hecho, él promete: “Para ellos ciertamente celebraré un pacto en aquel día con relación a la bestia salvaje del campo y con la criatura voladora de los cielos y la cosa del suelo que se arrastra, [...] y sí haré que se acuesten en seguridad”. (Oseas 2:18.)
El apóstol Pedro escribió sobre el futuro “día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos”. (2 Pedro 3:7.) La intervención selectiva de Dios eliminará únicamente a los hombres impíos. Dios causará “la ruina de los que están arruinando la tierra”. (Revelación [Apocalipsis] 11:18.)
Imagine la felicidad de vivir en un mundo donde los seres vivos ya no estén amenazados. ¡Cuánto podremos aprender sobre la fauna que exista entonces! Tigres, leones y elefantes deambularán tranquilamente. Proliferarán las criaturas marinas, así como los reptiles, los insectos y la gran variedad de aves, incluidos los guacamayos, coexistiendo todos en perfecto equilibrio. Cuando el Reino mesiánico de Dios restituya a la humanidad obediente al estado de perfección, imperará también un ecosistema perfecto.