El punto de vista bíblico
¿Debe usted temer a los muertos?
SAQUE el tema de los muertos y verá como muchas personas rehúyen la conversación. A otras, no solo les incomoda hablar de ello, sino que también les aterra. En diferentes culturas del mundo existen costumbres y ritos relacionados con el temor a los muertos. Analicemos, por ejemplo, algunas tradiciones del África subsahariana.
Cierta mujer de una ciudad del África occidental recuerda vívidamente lo que sucedió tras la muerte de un familiar suyo: “Una de mis parientes preparaba con regularidad un plato de comida para el difunto y lo colocaba con cuidado en su dormitorio. Cuando ella no estaba, yo iba y me comía lo que había en el plato. ¡Qué contenta se ponía al regresar! Creía que el difunto había consumido los alimentos. Continuamos así por un tiempo hasta que enfermé. Perdí el apetito y no podía comer nada. Aquello me alarmó. Muchos de mis familiares concluyeron que la enfermedad me la había provocado el pariente difunto. Pensaban que debía estar enojado con alguien de la familia”.
En aquella misma ciudad, cuando nacen gemelos en una casa y uno de ellos muere, ningún miembro de la familia puede hablar del difunto. Si alguien pregunta por el niño que murió, la costumbre es que la familia responda: “Salió a comprar sal”. Tienen la firme creencia de que si dicen la verdad, el otro gemelo morirá.
Imagínese ahora la siguiente escena: Acaba de morir un hombre que tenía tres esposas. El día siguiente al funeral, se confeccionan para ellas unas vestiduras especiales de color blanco y se construye cerca de la casa una choza de madera con techo de paja para que las viudas se bañen y se pongan el atuendo blanco. Nadie puede entrar en ese lugar salvo ellas y una mujer designada para ayudarlas. Cuando las mujeres salen de dicho baño especial, su rostro está cubierto con un velo. También llevan un sebe, o collar de cuerda, para “protección”. El baño ceremonial se efectúa cada viernes y cada lunes durante cien días, período en el que no se les permite tomar nada directamente de las manos de un hombre. Si algún varón desea darles algo, debe colocarlo en el suelo o sobre una mesa, y ellas lo recogen de allí. Nadie puede sentarse ni dormir en la cama de estas mujeres. Cuando salen de casa, cada una debe llevar un palo especial, pues creen que de esa forma evitarán que su esposo difunto las ataque. Les parece que si no acatan todas estas instrucciones, el esposo difunto se enojará y les hará daño.
Aunque dichas costumbres son comunes en esa región del mundo, no son exclusivas de África.
El temor a los muertos está bastante extendido
La enciclopedia Encarta dice lo siguiente acerca de cómo ven muchos pueblos a sus antepasados: “Creen que los parientes difuntos [...] se han convertido en seres espirituales poderosos o, aunque no es tan frecuente, que han alcanzado la categoría de dioses. [Este concepto] se funda en la creencia de que los antepasados son miembros activos de la sociedad y que todavía se interesan en los asuntos de sus parientes vivos. Se encuentra extensamente atestiguado en las sociedades del África occidental [...], en la Polinesia y la Melanesia (los habitantes de las islas de Dobu y de Manus), entre varios pueblos indoeuropeos (los antiguos pobladores de Escandinavia y Germania) y, especialmente, en China y Japón. La creencia general es que los antepasados tienen gran autoridad y poderes especiales para influir en el curso de los acontecimientos o para controlar el bienestar de sus parientes vivos. Una de sus principales preocupaciones es la protección de la familia. Se les considera intermediarios entre el dios supremo —o los dioses supremos— y los vivos, con quienes pueden comunicarse mediante sueños o poseyéndolos. La actitud para con los antepasados es una mezcla de temor y reverencia. Si se los descuida, pueden provocar enfermedades y otras desgracias. Para comunicarse con sus antepasados, los vivos pueden recurrir, entre otros medios, a la propiciación, la súplica, la oración y el sacrificio”.
Desde luego, el temor a los muertos puede acabar con los ingresos de una familia. Quienes creen firmemente que debe temerse a los muertos acostumbran a exigir ceremonias elaboradas que requieren comida y bebida, víctimas animales y atuendos costosos.
Pero ¿realmente se encuentran en una condición que merece temor y reverencia los parientes difuntos y los antepasados? ¿Qué dice al respecto la Palabra de Dios, la Biblia?
¿Pueden hacerle daño los muertos?
Quizás le interese saber que la Biblia habla de tales creencias. En el libro de Deuteronomio se hace mención de algunas prácticas relacionadas con el temor a los muertos. Dice: “No debería hallarse en ti nadie que [...] ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos ni nadie que pregunte a los muertos. Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová.” (Deuteronomio 18:10-12.)
Note que Jehová Dios condenó tales ritos. ¿Por qué? Porque están basados en una mentira. La primera mentira respecto a los muertos es que el alma sigue viviendo. Por ejemplo, la revista The Straight Path dijo lo siguiente sobre lo que les sucede a los muertos: “La muerte no es más que la partida del alma. [...] La sepultura es un lugar solo para el cuerpo, no para el alma”.
La Biblia, sin embargo, no concuerda con esa idea. Fíjese en lo que dice Ezequiel 18:4: “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá”. (Reina-Valera, 1960.) Y en Eclesiastés 9:5, la Palabra de Dios aclara muy bien la condición de los muertos: “Los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto”. Esto explica por qué la comida que se ofrece a los difuntos no desaparece a menos que se la coma alguien vivo.
Ahora bien, la Biblia nos da una esperanza para los que están en la sepultura, dice que pueden volver a vivir, que habrá una “resurrección”. (Juan 5:28, 29; 11:25; Hechos 24:15.) Esta tendrá lugar al debido tiempo de Dios. Mientras tanto, los muertos permanecen inconscientes en la sepultura, ‘durmiendo’, hasta que llegue el tiempo de Dios para ‘despertarlos’. (Juan 11:11-14; Salmo 13:3.)
Las personas, por lo general, temen a lo desconocido. Ahora bien, el conocimiento exacto puede liberar a la gente de las infundadas supersticiones. Además, la Biblia nos dice la verdad sobre la condición de los que están en la sepultura, por lo que, dicho sencillamente, usted no debe temer a los muertos. (Juan 8:32.)