Jehová da fuerzas para superar la tragedia
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN ESPAÑA
EN FEBRERO, muchos miembros de la congregación de los testigos de Jehová de Bailén (España) disfrutaron de un hermoso día de compañerismo en la cercana Sierra Nevada. Pero a solo cinco kilómetros de casa, un automóvil invadió el carril del autobús en que viajaban, ocasionando una colisión frontal. Se produjo una explosión que dejó el autobús envuelto en llamas. Aunque algunos pasajeros lograron salir a tiempo, el humo desencadenó la muerte de muchos ocupantes de la parte trasera.
En total, fallecieron veintiséis Testigos, entre ellos cuatro evangelizadores de tiempo completo y varios niños; se perdió casi la cuarta parte de la congregación de Bailén. El rey de España, don Juan Carlos I, reflejó el sentir de la mayoría de los españoles cuando dijo en un telegrama al alcalde de Bailén: “Profundamente conmovidos por trágico accidente. Reciba nuestro más sincero pésame con el ruego de que transmita a los familiares de las víctimas nuestros más profundos sentimientos de pesar y apoyo en estos dolorosos momentos”.
Entre los miles de asistentes al funeral hubo quienes se preguntaban por qué ocurren estas tragedias. Como es obvio, los accidentes ocasionados por “el tiempo y el suceso imprevisto” afectan al pueblo de Jehová igual que a las demás personas. (Eclesiastés 9:11, 12.) No obstante, Jehová promete que pronto ya no ocurrirán tragedias como esta. (Revelación [Apocalipsis] 21:4, 5.)
Muchos integrantes de la familia de la sucursal de los testigos de Jehová de España, así como miles de Testigos de diversas partes del país, viajaron a Bailén para confortar y apoyar a los hermanos. Los bailenenses, junto con las autoridades municipales y regionales, también se condolieron de las familias de Testigos. Muchos quedaron impresionados por la entereza de los Testigos dolientes.
“Conozco a los Testigos desde hace años —comentó Antonio Gómez, alcalde de Bailén—, y aunque yo soy agnóstico, admiro vuestra fe. Cuando ocurrió el accidente, lo primero que pensé fue que vuestra cohesión religiosa y humana os permitiría superar la tragedia mejor que otras colectividades. He visto a la ciudad entera brindar su apoyo a las familias dolientes. Puede que antes la gente tuviera ideas equivocadas sobre lo que sois, pero me complace constatar que han desaparecido. Tenéis una fortaleza interna que, para quien no es Testigo, es difícil de comprender.”
Don José Borrell, ministro de Obras Públicas que asistió al funeral en representación del gobierno español, confesó: “¿Qué se le puede decir a una gente que prácticamente ha perdido de golpe a toda su familia? [...] Nada que ellos mismos no puedan encontrar en su fe. [...] Tenéis una fe muy hermosa”.
“Sigan consolándose unos a otros”
¿Qué ‘podían encontrar en su fe’? Sobre todo, el consuelo de Jehová, “el Dios de todo consuelo, que nos consuela en toda nuestra tribulación”. (2 Corintios 1:3, 4.) A pesar del dolor, sacaban fuerzas para confortarse mutuamente, pues tomaban muy en serio las palabras que dirigió Pablo a los tesalonicenses: “Sigan consolándose unos a otros y edificándose unos a otros”. (1 Tesalonicenses 5:11.)
Fue conmovedor ver a hermanos cristianos, algunos de los cuales habían perdido hasta a ocho familiares, visitando a otros dolientes de la congregación. “Al encontrarnos cara a cara, nos echábamos a llorar. Pero en medio del llanto nos recordábamos la esperanza de la resurrección y salíamos reconfortados”, explicó Francisco Sáez, superintendente presidente, que perdió a sus dos únicos hijos.
“No hemos dejado a un lado la predicación —prosiguió Francisco—; nos hemos puesto la meta de visitar a los parientes no Testigos de los difuntos para llevarles el folleto Cuando muere un ser querido. En mi caso, quería predicar, pues sabía que así me sentiría mejor. Es cierto que salía llorando, pero volvía a casa consolado.”
La ciudad de Bailén respondió muy bien al testimonio que se dio. Una semana después del accidente, Encarna, que lloraba la pérdida de dos hijas y cuatro nietos, visitó a una señora con la que había empezado a estudiar la Biblia recientemente. Encarna había brindado el consuelo de las Escrituras a esta señora, cuyo marido había muerto hacía cuatro meses. Le dijo: “Ahora tenemos que consolarnos la una a la otra”, y prosiguió con el estudio del folleto Cuando muere un ser querido.
El respaldo de la hermandad mundial no tardó en llegar. “En la congregación, todos nos sentimos muy animados por los millares de cartas y telegramas que hemos recibido —explicó Francisco Capilla, secretario de la congregación—. Todos los días, la oficina de correos ha tenido que enviar una furgoneta a nuestro hogar para entregar la correspondencia. Agradecemos muchísimo el amor y la preocupación de los hermanos.”
La tragedia suscita esperanza
¿Puede resultar algo bueno de una tragedia? “El corazón de los sabios está en la casa del duelo”, escribió en la antigüedad el rey Salomón. (Eclesiastés 7:4.) En conformidad con este principio, la tragedia de Bailén ha hecho que algunas personas reflexionen con seriedad sobre la relación que tienen con Dios. Faustino, esposo no creyente que perdió a dos de sus seis hijos en el accidente, le dijo a su esposa Dolores: “Quiero darte una buena noticia. Voy a estudiar la Biblia, pues quiero ver a mis hijos en el nuevo mundo”.
Aunque a los hermanos de Bailén les va a tomar un buen tiempo superar el dolor, siguen consolando a su prójimo y, al mismo tiempo, recibiendo consuelo. Jehová los fortalece por medio de su espíritu, así como mediante el apoyo de muchos hermanos. No dejamos de orar por ellos.
[Ilustraciones de la página 26]
Cuatro de los fallecidos