Una viajera frágil pero resistente
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN CANADÁ
Los artistas las pintan y los poetas escriben sobre ellas. Múltiples variedades viven en las pluviselvas tropicales. Los bosques, campos y praderas constituyen el hábitat de otras muchas. Algunas resisten el frío de las cumbres de las montañas, y otras, el calor de los desiertos. Se dice que son uno de los insectos más hermosos que existen.
SEGURO que conoce a esta bella y delicada criatura: la mariposa. Ahora bien, hay una especie en concreto que se ha hecho mundialmente famosa por sus asombrosas hazañas migratorias. Nos referimos a una viajera frágil, pero resistente, conocida por el nombre de mariposa monarca. Miremos un poco más de cerca esta joya de la creación y sus increíbles migraciones.
Una delicada joya de la creación
Imagínese que usted se encuentra en un prado un día cálido y soleado. Fíjese en esas elegantes maravillas aladas que revolotean entre las flores silvestres en su incesante búsqueda de alimento y bebida. Extienda el brazo y permanezca inmóvil un rato. Mire esa que se le acerca, va a posársele en el brazo. Con qué suavidad lo hace.
Mírela un poco más de cerca. Observe sus dos pares de delicadas alas, de color naranja y aspecto pulverulento, con negras nerviaciones y bordes de intrincado diseño. Dicen que el nombre “monarca” se lo pusieron los colonizadores ingleses de América en honor a su monarca Guillermo III. Y desde luego, es un calificativo totalmente justificado. Pero esta hermosa y frágil criatura que solo pesa medio gramo y tiene una envergadura de entre ocho y diez centímetros, es capaz de realizar largos y arduos viajes.
Vuelos impresionantes
Aunque se dice que hay otras mariposas que vuelan mayores distancias cuando emigran al llegar el invierno, únicamente la monarca efectúa esos largos viajes con destinos precisos y en enjambres tan grandes. Su migración es una verdadera hazaña. Veamos algunas de las impresionantes proezas de esta resistente viajera.
Las que parten en otoño de Canadá para pasar el invierno en California o México recorren unos tres mil doscientos kilómetros. Cruzan enormes lagos, ríos, llanuras y montañas. Millones de ellas finalizan con éxito su migración y llegan a su destino en las montañas de la Sierra Madre, en la parte central de México.
Tales singladuras son aún más impresionantes cuando se tiene en cuenta que la nueva generación de mariposas no ha hecho nunca ese trayecto ni ha visto los lugares de hibernación. Con todo, intuyen infaliblemente la dirección en la que han de volar y saben cuándo han llegado a sus hábitats invernales. ¿Cómo lo hacen?
La revista Canadian Geographic dice: “Es obvio que en su pequeño y humilde cerebro existe algún tipo de programación genética complicada, tal vez algún mecanismo para leer el ángulo de los rayos solares —como hacen las abejas— o el campo magnético terrestre —con el que parecen orientarse las aves—. Hacia el final del trayecto posiblemente recurran a su capacidad para detectar condiciones específicas de temperatura y humedad. Pero hasta la fecha, la ciencia no ha encontrado respuestas”. Al igual que las criaturas que se mencionan en el libro bíblico de Proverbios, “son instintivamente sabias”. (Proverbios 30:24.)
Las monarcas también son voladoras magistrales. Planean a unos 12 kilómetros por hora, se remontan a unos 18 kilómetros por hora y son capaces de volar aún más deprisa, a unos 35 kilómetros por hora —como habrá podido comprobar cualquiera que haya tratado de atrapar alguna—. Son expertas en utilizar los vientos, incluso vuelan en ángulo contra los predominantes vientos del oeste para desplazarse en dirección sudoeste hacia su destino. Valiéndose de complicadas estrategias de vuelo, hacen frente a las variaciones de velocidad y dirección del viento. También aprovechan las corrientes térmicas (corrientes ascendientes de aire caliente) de manera muy parecida a como lo hacen los falcónidos y los pilotos de planeadores. Según cierta fuente, las monarcas suelen viajar hasta 200 kilómetros diarios. Únicamente vuelan durante el día; por la noche descansan, generalmente en los mismos lugares que sus congéneres utilizan todos los años.
David Gibo, científico de la Universidad de Toronto, descubrió que la monarca no se limita a remontarse o planear de vez en cuando. Dice: “Las mariposas tienen que aprovechar el viento y, a mi modo de ver, lo hacen de maneras más inteligentes que los gansos”. Su rutina de batir las alas, remontarse y alimentarse les permite llegar a México con una reserva suficiente de grasa para todo el invierno y el inicio de su vuelo de regreso hacia el norte en la primavera. El profesor Gibo añade: “Gracias al planeo, pueden realizar su largo viaje y llegar fuertes y sanas”.
Migraciones en masa
Desde hace mucho tiempo se sabe que las monarcas del oeste de las Montañas Rocosas migran hacia el sur y pasan el invierno en California. Se las ve agrupadas en pinos y eucaliptos a lo largo de la costa sur de California. Pero el destino al que migran enormes enjambres de monarcas del este de Canadá siguió incógnito por algún tiempo.
Por fin, en 1976 se desveló la incógnita: se descubrió que pasaban el invierno en una cima arbolada en las montañas de la Sierra Madre de México. Se encontraron millones y millones de mariposas apretadas unas junto a otras sobre las ramas y los troncos de los altos abetos de color verde grisáceo. Este impresionante espectáculo sigue siendo hoy una fascinante atracción turística.
Uno de los mejores lugares de Canadá para observar a las monarcas en masa está en la provincia de Ontario: el Parque Nacional de Point Pelee, donde se reúnen antes de iniciar su migración hacia el sur. A finales del verano se congregan en este punto meridional de Canadá, en la orilla norte del lago Erie, y esperan hasta que los vientos y la temperatura sean favorables para emprender su viaje al sur, a sus áreas de invernada en México.
Lugares de destino
Desde Point Pelee, cruzan el lago Erie de isla en isla hasta emprender el extenso viaje a través de los Estados Unidos continentales. A lo largo de la ruta se les unen en la migración otros grupos de monarcas. Se calcula que alrededor de cien millones de monarcas se congregan en las cimas de las montañas situadas al noroeste de Ciudad de México para pasar allí el invierno.
Otras rutas migratorias cruzan Florida y el Caribe y acaban, posiblemente, en destinos aún no descubiertos de la península de Yucatán o Guatemala. Sea en México o en otros refugios invernales, las monarcas se congregan en unas cuantas extensiones relativamente pequeñas de bosque montañés.
Uno pudiera pensar que su largo viaje hacia su refugio de invierno las llevaría a una zona cálida y soleada de praderas, pero no es así. En la cordillera Neovolcánica, el lugar al que se dirigen, el clima es frío. No obstante, la temperatura que encuentran en las cimas de esas montañas es ideal para invernar. Es lo suficientemente fría como para mantenerlas en un estado de casi total inactividad, lo que prolonga su vida a ocho o diez meses. Eso les permite volar a México, pasar allí el invierno y emprender el viaje de regreso. Podríamos decir que se trata de algo parecido a unas vacaciones.
Llegada la primavera, las monarcas se reavivan. A medida que los días se alargan, revolotean durante las horas de sol, empiezan a aparearse y emprenden su viaje de regreso al norte. Se cree que, aunque algunas tal vez terminen el viaje, normalmente solo son las que nacieron durante el camino las que llegan a su hábitat estival en Canadá y el norte de Estados Unidos. Gradualmente, tres o cuatro generaciones de mariposas, tras pasar por la etapa de huevo, oruga y crisálida, se desplazan hacia el norte del continente. La hembra —con cien huevos o más fecundados en su interior— revolotea entre las flores silvestres y deposita los huevos de uno en uno en la parte inferior de las hojas tiernas de las asclepias. El ciclo continúa, y también el viaje hacia el hábitat estival de las monarcas.
Desde luego, la mariposa monarca es una criatura fascinante. Es un privilegio para los seres humanos poder observar y estudiar sus actividades. Pero, como cabría esperar, sus áreas de invernada en México, por mucho tiempo desconocidas, así como sus destinos en California, se ven amenazados por la presencia del hombre. Suponer que estas delicadas bellezas de la creación tienen otros lugares donde ir, podría resultar en su extinción. Se están haciendo gestiones loables para protegerlas de tal eventualidad. Qué magnífico será cuando en la Tierra paradisíaca prometida por el Creador, que ya está a las puertas, estas delicadas pero resistentes viajeras tengan garantizado un refugio seguro.
[Reconocimiento de la página 15]
Mariposa: Parks Canada/J. N. Flynn
[Reconocimiento de la página 17]
Página 16 arriba y abajo: Parks Canada/J. N. Flynn; centro: Parks Canada/D. A. Wilkes; página 17 arriba: Parks Canada/J. N. Flynn; centro y abajo: Parks Canada/J. R. Graham